Día: 1 de noviembre de 2013

Mi jefa y sus menesteres

El susto que me he pegado hoy no está escrito en ningún libro. Eso sí, a partir de ahora va a estar escrito en este blog que para eso lo tengo. Resulta que estaba yo toda concentrada en la limpieza y desinfección del baño principal cuando oigo unos alaridos que proceden de un cuarto muy misterioso que tiene la Patricia para sus menesteres. Digo que es un cuarto muy misterioso porque está prácticamente vacío menos por una mesita con un ordenador todo rodeadito de velas aromáticas. Pensaba yo que pronto traerían algún mueble nuevo pero ahora ya sé que no.  Pues los alaridos provenían de allí, como decía. Me arranqué los guantes de triple capa y salí escopetada en esa dirección. Al acercarme al lugar del crimen, los alaridos me parecieron más bien mugidos de vaca (en algo se tiene que notar que soy de pueblo), algo así como auuuummmm, auuuummm, una cosa que daba entre miedo y pena. Abro la puerta con todo mi ímpetu por si estuviera ante un caso claro de emergencia vital y me veo a a la Patricia y a cinco mujeres más de su misma edad y condición, todas en mallas, sentadas sobre unas colchonetas con las piernas cruzadas y mugiendo o aullando a todo aullar y mugir. Madre mía qué susto me llevé pero más todavía al percatarme de la jeta de mala leche con la que me enfocaba la Patricia, una mirada que quería decir claramente: o te largas de inmediato o te mato. Esas cosas las capto yo al instante, soy muy buena en comunicación no verbal, pero de siempre.

¡Su padre! , que la Patricia es de una secta y yo sin saberlo. Qué nerviosita me puse, pensé en marcharme tal cual, no fuera a captarme para sus adeptos, en llamar al Toni para que viniera a buscarme en plan macho salvador o hasta en marcar el número de la policía que lo tengo grabao en el móvil. A todo esto, qué pena me estaba entrando del pobre Jacobín, inocente criaturita en manos de esa madre tan requetepirá. Pero mientras vertía la lejía por el inodoro tuve una revelación y lo vi todo con suma claridad: eso era el yoga,la famosa disciplina milenaria de la que la Patri era tan fan. Qué alivio, mi jefa no estaba del todo loca o, por lo menos, no era peligrosa. Lo que no sabía yo era que hubiera que gritar,cosas aprenderes, como suele decirse.

Todo esto se lo conté a la Esme, que para algo es mi amiga y confidente y me dijo que tengo que profundizar más, que me coja uno de los libros que tiene la Patricia y que me lo lea y me abra a nuevas experiencias. Que el yoga es muy bueno,que ella no lo ha practicado personalmente pero que se lo ha recomendado su médica de familia para los arrebatos de la menopausia. Yo de la Esme me fío hasta cierto punto, especialmente después de conocer a sus retoños. No digo yo que no al yoga pero tampoco que sí, ya veremos, eso del grito no me va, qué queréis que os diga, ahora bien, si haciendo yoga se me va a poner el tipo de la Patri y sus amigas pues entonces ya veremos.

No descartes nada, se pone la Esme. No descarto, Esme, no descarto.

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