Mes: enero 2014

Mi madre por teléfono

Resulta que tengo una madre aunque nunca haya hablado de ella hasta ahora, también tengo un padre pero como es de pocas palabras da menos juego el hombre para escribir una entrada. Con mi madre hablo por teléfono casi todos los días sobre los siguientes temas de conversación: averías domésticas, menús, peligros de internet y el Toni. A veces también se tratan dolores variados o lo que se ha comprado mi hermana (también tengo una hermana). Aunque yo hablo mucho, con ella soy más bien escueta porque cualquier cosa que diga puede ser utilizada en mi contra. La charla es, más o menos, así:

-Mi madre: pues ya me han arreglado el grifo

-Yo: ¿qué grifo?

Mm: pero si te lo dije ayer, el de la cocina que goteaba. Ahora lo que está a punto de romperse es la cuerda de tender y la puerta del horno que no cierra bien. Esta casa está como yo, hecha mistos.

y: no será tanto

Mm: pues hoy he puesto de comer patatas con bacalao y para la noche una ensalada con atún y cebolla. Hoy ya lo tengo, mañana no sé, tendría que ir donde el carnicero

Y: pues ve

Mm: ¿sigues escribiendo esas cosas en internet?

Y: sí, sigo

Mm: ya son ganas…y no des tu dirección a nadie que hay mucho desaprensivo, lo han dicho en la tele. ¿Y te lee alguien?

Y: no muchos pero sí, algunos

Mm: ¿no serán gente mala de esa?

Y: no me lo parece, tranquila.

Mm: pues ya son ganas… Y el Toni, tan raro como siempre, ¿no?

Y: pues si ya lo dices tú…

Mm: y de casarse nada, claro, mejor hubieras estado con el Tomás, ¿sabes que van a tener un niño?

Y: como para no saberlo si me lo dices cada vez que hablamos

Mm: ya te has molestado, enseguida te molestas.

Y: que no

Mm (cerrando el círculo): pues a ver a quién llamo para lo de la cuerda porque no te creas que tiene un arreglo fácil. La comida de hoy ya la tengo y mañana, ya veremos.

Y: eso, mañana será otro día.

Anuncio publicitario

Estrella tendida

Mira, Toni, asómate a la ventana, le digo después de cenar. Sí, para ver los ladrillos mugrientos de la pared de enfrente, ahora voy corriendo, me contesta sarcástico. Que no -le insisto- que se ve una cosa, ven. Sí, ya lo sé, un planta muerta dentro de un tiesto que ya la podía quitar el vecino porque deprime bastante. Que no, pesado, cómo te voy a llamar para que veas eso tan feo, tú ven y verás. Como me estés haciendo levantarme para una tontería de las tuyas me voy a mosquear que llevo todo el día de pie en el bar y me duelen las piernas.

Tienes que asomarte, girar el cuello y mirar hacia arriba. Tú qué quieres ¿que me de una contractura muscular y me tengan que dar la baja otra vez? Ya te gustaría a ti lo de la baja, que nos conocemos. Ahí, ahí, por encima -le señalo- se ve una estrella y bien brillante, no me digas que no es bonita. Una estrella, una estrella, masculla despectivamente, cuando voy de avistamientos con el Hipólito vemos todas las constelaciones y con mayor nitidez. Hombre ya me imagino pero ¿a que no sabías que tenías una justo aquí encima? Esa estrella me da pena, está como prisionera entre las cuerdas de la ropa.

Pues a mí me gusta, parece tendida, sujeta con pinzas para que no se escape y podamos verla. Pues sí que…, tú es que te conformas con muy poco, por eso estás siempre contenta. Pues haz tú lo mismo y verás qué bien. No me digas que no reluce y mira cómo pasan las nubes ¿no te relaja mirar su movimiento? Si no tuviera que romperme el cuello para verlo, pues a lo mejor. Y se vuelve al sofá todo enfurruñado protestando no sé qué de la contaminación lumínica y de la vida anti natural.

No sabes apreciar lo que tienes, Toni, le reprendo. Pero no me hace caso y sigue disertando sobre el uso ineficiente, innecesario y extremo de las fuentes de luz artificial y la mala gestión del alumbrado. Que nos han robado la noche, se pone. Así, con esas palabras.

Por la mitad del camino

Como el Toni sigue envuelto en su manta ponzoñosa alegando enfermedad o incubación de la misma, he decidido continuar avanzando por el camino de Swan y así he llegado más o menos hasta la mitad del libro. Al principio, os lo voy a confesar, me estaba pareciendo un poco pesado con esas frases tan largas en las que me perdía y tenía que volver a su inicio una y otra vez pero, luego, le he ido cogiendo el tranquillo. Y aunque es cierto que me entra un poco de sueño cuando se recrea en iglesias, marquesas o vincapervincas también lo es que, de repente, me he encontrado con pensamientos que me parecía que los había puesto expresamente para mi o para alguien que conozco. Es como si dijera cosas que yo ya sabía pero que no era consciente de saberlas hasta que no las he leído explicadas por él.  Por ejemplo, esta sobre la costumbre a la que llama » Celestina mañosa» y de la que dice «que trabaja muy despacio y empieza por dejar padecer a nuestro ánimo durante semanas enteras en una instalación precaria, pero que nos llena de alegría al verla llegar porque sin ella y reducida a sus propias fuerzas, el alma nunca lograría hacer habitable morada alguna». Pues eso es algo que me ha pasado muchas veces sin yo darme cuenta.

O esto otro que escribe y gracias a lo cuál entiendo un poco mejor los desconcertantes cambios de humor de mi amiga Esme : » he aprendido a distinguir esos estados que se suceden en mi ánimo y que se reparten cada uno de mis días, llegando uno de ellos a echar al otro; estados contiguos pero tan ajenos entre sí, tan faltos de todo medio de intersección, que cuando domina uno de ellos no puedo comprender, ni siquiera representarme, lo que deseé, temí o hice cuando me poseía el otro.»

Y hasta puede que haya descubierto que el Toni tiene un alma delicada porque una de sus manías, la de la falta de horizontes en las urbes, también sale en este libro cuando un amigo de la familia, que tiene que volver a la ciudad, le dice a Marcel que está en un pueblo:»cierto que tengo en casa toda clase de cosas inútiles. Solo me falta lo necesario, es decir, un gran espacio de cielo, como aquí. Procura guardar siempre por encima de tu vida un gran espacio de cielo porque tienes un alma muy buena, poco usual y una naturaleza de artista, así que no consientas que le falte lo que necesita»

Bueno, pues seguiré leyendo porque creo que la segunda mitad del camino va de amores.

Eros y tánatos

Monologa el afligido Toni desde el sofá: me gustaría ser un perro pero no con impermeable, un perro de los del pueblo, libre, que se pasea por el monte; también me gustaría ser un pájaro o hasta un árbol, esa acacia de tronco renegrido por la contaminación no, otro que esté en un entorno mejor. Humano sintiente, doliente y pensante no quiero ser, no me está gustando porque…¿Se puede saber qué tonterías farfullas, Toni? ¿Y qué haces en el sofá con hielo por algunos sitios y la manta eléctrica por otros? Es que me duelen partes que hay que tratar con frío y otras a las que les conviene más el calor, yo no tengo la culpa del comportamiento de mi cuerpo ni de que me fastidie continuamente. Además, tengo angustia. Pero, angustia, ¿por qué? no me digas que el jefe te la ha vuelto a montar, no irán a echarte…Y me cuesta respirar, el corazón me hace cosas raras como cuando un coche va dando tumbos hasta que se escacharra definitivamente. Creo que me va a dar un infarto porque me duele el hombro.

Vamos a ver, Toni, dime la verdad, ¿has estado otra vez buscando síntomas en google? No me hace falta, los síntomas están por todas partes, como los virus y las bacterias y los accidentes y todo lo que puede hacernos daño que es mucho y variado. De hecho, me pregunto cómo estamos todavía vivos. No me gusta vivir en un mundo tan inseguro, con tantos peligros siempre al acecho y la muerte al final, irremediablemente.

Anda, este, ¿y por eso quieres ser perro, pájaro, árbol?…que sepas que también se mueren. Pero no lo saben, por eso los envidio. Hombre, pero su vida es más aburrida que la nuestra. No pueden, por poner un ejemplo, mantener conversaciones, leer, disfrutar del arte (o tener un blog pienso para no delatarme). Pero como sé que me miente voy hasta el ordenador que amistosamente compartimos y rastreo el historial de búsqueda. El muy panoli no se ha molestado en borrarlo: síntomas de la gripe, ¿es la gripe letal?, ¿qué virus circula este año?, medidas de prevención, número de fallecidos por el virus, picos de la epidemia, complicaciones más frecuentes, efectos secundarios de la vacuna, ¿demasiado tarde para vacunarse? Y luego: cómo saber si eres hipocondriaco (lo eres, eso ya te lo digo yo), tratamiento hipocondría, el sufrimiento del hipocondriaco.

Ya no puedo más y me planto en el sofá donde tiembla envuelto en una manta costrosa sometido a un auto-régimen de contrastes extremos de temperatura. Toni, levántate ahora mismo y nos ponemos a preparar la cena, lo mejor para todo eso que dices que te pasa es la actividad. No puedo, estoy mal, tengo dolores, la actividad es buena para los que están bien pero yo estoy mal y abrázame que tengo miedo. Lo abrazo porque sé que sufre y me da pena. Venga, le consuelo, vamos a hacer unas respiraciones profundas a ver si así te relajas. Yo me relajo mejor de otras maneras, me contesta y con un zarpazo más de oso que de hombre me arranca la parte superior del pijama. ¿Y si soy portadora de algún virus?, le pincho. Pero en estos momentos su pulsión de vida es más fuerte que su pulsión de muerte. Entre eros y tánatos, ha ganado eros, claramente.

Desde el parque hasta Davos

¿Dónde están las mujeres?, me dice la Esme en cuanto llego al quiosco esta mañana tan soleada y reluciente. Te dije que te trajeras unas cuantas para hacer el círculo. Querrás decir buenos días, Eva, qué bueno hace y a mí no me dijiste nada. Además, ¿no eran hombres? , aclárate. Mira, pánfila, no voy a perder el tiempo con protocolos, vamos a formar un círculo femenino para mejorar el mundo que hay demasiada violencia, destrozo y desigualdad, ¿o es que no lo ves? Lo veo pero no sé qué vamos a arreglar nosotras haciendo el círculo ese que te has inventado. No es idea mía (que rabia le estaba dando reconocerlo) se lo he copiado a una mujer muy sabia que se llama Jean Shinoda Bolen y que dice que podemos ser como esas piedras que se tiran a un estanque y que forman círculos concéntricos y uno contagia a otro. Venga, vamos a ello, me he traído a la Anais para hacer bulto, ha venido también la Norma, ya somos cuatro y con la Pandora, cinco. Pero ¿qué dices, Esme? ¿cómo vamos a meter a la Pandora después de los insultos del otro día? Que claro que sí, porque ella no es la Esme competitiva y malvada que era y me suelta la siguiente parrafada: las brujas son capaces de mirar hacia atrás sin rencor ni dolor; son atrevidas, confían en los presentimientos, meditan a su manera, defienden con firmeza lo que les importa..

Vale, lo capto pero ¿a que no es tuyo? No, es de la Shinoda, pero nos viene al pelo. Ya le he mandado a nuestra ex-rival un mensaje de paz con la Anais y, mira, por ahí viene ¿Te habías fijado antes en que es coja?, apunto. Todos tenemos nuestras limitaciones, Eva. No, si solo era una observación. Bueno, venga, se pone toda organizanta dando palmadas, vamos a formar el círculo y nos concentramos en lo que queremos para el mundo. Pues eso hacemos y debemos de resultar muy pintorescas porque la gente se para a mirarnos con asombro. Tiene que salir una al centro a decir algo, ordena la Esme. A mí no me mires que yo no sé qué decir. Pues sácate un libro de esos que llevas en el bolso y lees algún párrafo al azar, yo creo mucho en el azar. Y leo:

«Cuando los ricos especuladores prosperan mientras los granjeros se arruiman, cuando los gobernantes dilapidan en armas en vez de en salud; cuando la clase alta es extravagante e irresponsable mientras los pobres no tienen a dónde ir; todo ello es latrocinio y caos. No es permanecer en el Tao.»

Muy bien dicho, aplaude la Esme con exaltación, se lo mandamos desde aquí a los de Davos, para que aprendan.

Como que nos van a oír, ¿y para esto me habéis llamado con lo que me cuesta moverme?, protesta la Pandora y se aleja renqueando y tosiendo. Qué pachucha está la pobre.

A mai que ivai, ipara aagui, suelta la Norma entre sorbo y sorbo de mate. Que traducido quiere decir: cuanto peor, más cercano están días mejores.

Dame la paga, que me lo has prometido, reclama la Anais.

Más corro patata, pide el Jacobín.

Pero Esmeralda, ajena a protestas, demandas adolescentes y risas burlonas de los mirones, proclama muy en lo suyo: queda inaugurado el círculo de los jueves. Amén.

Rectificando

Huy, ¿qué le ha pasado al quiosco que está todo forrado de papeles?, ¿estará en venta?, espero que no, a ver si le han quitado a la Esme la licencia. Qué preocupación, nuestra sede empresarial en peligro, vamos Jacobín, corre que te quedas sin chuches gratis. Y corremos los dos, el Jacobín muy feliz porque le gusta mucho el esfuerzo físico sin sentido. Cuando alcanzamos nuestro objetivo descubro que es la propia Esme quién pega papeles. ¿Qué haces con tanto empapelamiento, te ha dado ahora por la decoración? Me acerco a los papeles y en ellos pone cosas tales como «Se buscan mujeres para hacer círculos», «Celebra tu menstruación», «Rito de iniciación a la menopausia», «Ceremonia del embarazo y la luna llena. Participa» y más cosas que no he seguido leyendo por no marearme.
¿Se puede saber qué es todo esto, Esmeralda? Rápido, que rectifique ahora mismo lo que puse en la entrada del sábado porque ella me lo pidió, lo de que quería ser hombre, que ya no, y que lo tengo que escribir sin más dilación. Mira, Esme, ábrete un blog y vuelcas en él todas tus contradicciones que como son tantas te va a dar para muchas entradas, estás muy pesadita. Que a ella escribir no se le da y que por favor, que ya no me lo va a pedir más, que es la última vez. Accedo, tengo muy buen convencer.
Esto es lo que quiere que diga: que ser mujer es maravilloso, que somos cíclicas como las estaciones o las fases lunares y cambiantes como la naturaleza donde nada es estable ni permanente y donde todo circula y se renueva. Y que somos diosas cargadas de energía creadora. Vale ya, yo no escribo más que me parece que te has vuelto a meter en google a rebuscar conocimientos que esas no son palabras tuyas, a ver si luego me van a demandar desde otro blog por plagio. Bueno, que algo ha sacado de alguna paginilla de por ahí, pero que le ha llegado muy dentro y le ha hecho ver la luz, que ha vivido una epifanía de su condición femenina y que se siente muy chamánica y sabia y capaz de transmitir ese conocimiento y esa sabiduría a todas las mujeres que lo necesiten. Y que de linealidad masculina nada que eso es aburridísimo. Esmeralda, me estás dando miedo, te prefería en tu faceta puramente mercenaria, interesada únicamente por el negocio y los beneficios. Que para que yo vea lo complejo que es el ser humano y lo multifacético. ¿Y se puede saber qué es eso del círculo de mujeres y todos esos ritos y celebraciones tan raras que estás anunciando? Que ya me lo explica otro día pero que me vaya preparando porque vamos a recuperar nuestra fuente de poder. Sinceramente, no sé de qué me habla.

Cinemanía

Si solo se trataba de ir al cine, no era tan complicado, bastaba con sentarse en una butaca y mirar la pantalla. Pero Toni no puede hacer nada de una manera normal y sencilla, todo para él resulta complejo y dificultoso. Vale que la película no le estaba gustando mucho pero tampoco tenía por qué enfadarse cada vez que alguien se reía, lo que sucedió en bastantes ocasiones porque el filme en cuestión era de mucha hilaridad. Que por qué se ríen esos subnormales, que esas risas le estaban poniendo nervioso y que eran un claro síntoma de la idiotez humana. Y siguen, pero si no tiene gracia…es que me están dando ganas…Tranquilo, Toni, a ellos les gusta pues déjales que se diviertan que han venido a eso y nosotros, te recuerdo, también. Pasa un rato más o menos tranquilo en el que no hubo risas pero entonces veo que tiene la boca tapada con la bufanda. ¿Qué haces, tienes frío? El de atrás no para de toser, estoy viendo el virus de la gripe avanzar triunfante por esta sala mal ventilada y recalentada, de aquí no salimos indemnes, esto va a ser un contagio masivo, para qué habremos venido con lo bien que estábamos en el sofá, tápate la boca tú también que te infectas, fijo. Yo no me tapo nada y quítate esa bufanda que te vas a ahogar. A continuación vinieron las quejas por la duración de la película, que si es que ese director tan famoso no tenía capacidad de síntesis, que por qué se repetía tanto, que la idea ya le había quedado clara en la primera media hora y que para qué alargarse innecesariamente dando vueltas a lo mismo, que qué tortura, que tendría que estar prohibido hacer películas tan largas, que ya no aguantaba más y que le estaba entrando claustrofobia y angustia y que se iba a marchar. Entonces llegó una parte especialmente graciosa y la gente, yo incluída, empezó a reírse y el Toni, como poseído por los demonios, se levantó y dando tumbos en la oscuridad me dejó allí sola. Cuando terminó la película me estaba esperando fuera con cara de malas pulgas. Pero ¿por qué te has salido? lo que te has perdido, majo, han sido tres horas frenéticas que han pasado volando, pero ¿es que no te has percatado del ritmo tan vertiginoso y trepidante? Es que ha tenido momentos desopilantes a más no poder, vamos que a mí me ha parecido la experiencia cinematográfica más enérgica y fascinante de los últimos años, te lo digo de verdad.

Que como no deje de repetir como una imbécil lo que he leído previamente en las críticas me va a empujar a un charco y que mire la luna que se esconde misteriosa tras una nube rosada, que eso si que es un espectáculo y que de tomar algo, nada de nada, que ya se ha expuesto bastante al virus y que, además, odia los bares. Que pitando a casa.

A petición de la Esme

Que le ponga una cosa en el blog para que se entere todo el mundo, me pide la Esme. Es que todo el mundo no se va a enterar, como mucho seis o siete. ¿Todavía estás así?, pues vaya blog más chungo, mi prima Ali ya tiene mil y pico seguidores. Anda ¿ y por qué no se lo pides a ella? Porque es un blog de cocina y esto que quiero que escribas no es una receta, lista. ¿ Y qué es? Una queja. Ya empezamos, el Toni y tú siempre con las protestas, ¿qué te pasa ahora? Que quiere que se sepa que el cuerpo de ls mujer es un timo total y una encerrona y que si se reencarna, situación que no sabe con certeza si se producirá, y siempre que le toque de ser humano, pues que se pide hombre.

Eso es una idiotez, no voy a hacer una entrada solo para decir: la Esme quiere ser hombre. Que no simplifique ni trivialice sus palabras y que comprenda el momento tan difícil que está pasando, que después de llevar toda la vida, excepto la infancia, soportando menstruaciones y pre-menstruaciones y luego embarazos, partos, puerperios y crianzas y otra vez menstruaciones y premenstruaciones estas ya sin finalidad alguna, solo para molestar, que entonces llega el desfase menopaúsico para acabarla de rematar. Que prefiere mil veces la linealidad masculina. Y que, en cierto modo, está deseando ser vieja para liberarse de tanta tontería y recuperar la libertad de la infancia aunque sea con un cuerpo gastado y achacoso.

Entonces, ¿qué pongo, que quieres ser hombre o que quieres ser vieja? Que mejor no ponga nada que se está arrepintiendo de todo lo que me ha dicho y que podría sostener justo lo contario. Demasiado tarde, Esmeralda, ya lo he puesto. Por decir que es chungo mi blog.

De drones y hombres

Menos mal que llevaba puesta mi dosis de Tao te ching porque todos esos hombres agolpados alrededor del quiosco me estaban agobiando ya desde lejos. Pero, ¿qué miraban y por qué se empujaban unos a otros, qué señuelo les habría colocado la avispada Esmeralda?, me iba yo preguntando a medida que me aproximaba. Hasta que estuve cerca y vi de qué se trataba. El cebo era nuestra amiga intercontinental, Norma Beatriz, que dando sensuales sorbos a su pajita se hallaba sentada tras la mesa adivinatoria con aires de inocencia, no sé si fingida o verdadera. Tras ella, la Esme, exultante, trataba de poner orden.

Mira, mira, ¿has visto cuántos tíos? Esto es una avalancha de las buenas, Norma es mucho más eficaz que la Anais, dónde va a parar y mira, mira, los hay de todos los tipos, edades y condiciones, menudo surtido varonil, si parece un muestrario: adolescentes -que harán que no están en clase-, viejos -no te pierdas al del transitor pegado a la oreja-, deportistas sudorosos, gordos, guapos -ese está de miedo-, feos  -lo que más, para qué nos vamos a engañar-, elegantes -ojo al pijo de los zapatines-, con trabajo, sin él…
Bueno, vale, que sí, que ya veo que hay muchos y variados ¿y todos quieren saber su porvenir? ¡Qué porvenir ni qué cuernos! Lo que quieren son las turgencias de la Norma, lo de siempre, vamos. Ahora que a mí su objetivo me da igual, el caso es que pasen por caja antes de irse. Y mira, mira ella qué bien lo hace. Pero Esme, si no está haciendo nada más que beber mate y soltar incongruencias en guaraní. Ah, no, hija, no son incongruencias, son Ñe,ênga, refranes de su tierra que me lo ha estado explicando antes. Por fin acción, lo que estaba necesitando. Eh, tú, listillo, no te cueles y aguarda tu turno que hay adivinación para todos. No sé, Esme, esto no me gusta, en cuanto se den cuenta de que no tienen nada que hacer con la Norma se van a ir. Pues vendrán otros nuevos a probar suerte, será por hombres… Y además, que cuando se nos acaben ya pensaremos otra cosa, será por ideas… No me digas que no parece un reportaje de esos científicos; ella representa al óvulo descendiendo lenta y majestuosamente y ellos son los espermatozoides en plena lucha y constante movimiento. No sé, Esme, me estás asustando con tanta tontería y además yo creo… Oye, Eva, me interrumpe, ¿eso que lleva el Jacobín entre las manos me está pareciendo…? Ah, sí, es un avioncito teledirigido muy majo que le han traído los Reyes.
¡Un dron!, exclama perturbada por completo. Todo cuadra. Trae acá que lo vamos a estrenar mandándole un mensaje a la Pandora. Y se pone toda loca a escribir en un papel arrugado la siguiente misiva: Pandora, date una vuelta por aquí si quieres saber lo que es el éxito. Muerde el polvo, bruja inepta.
Pero Esme, no insultes, por favor y no le quites el avión al niño que se va a poner a llorar. Este dron despega como yo me llamo Esmeralda y por el niño no te preocupes que ya anda detrás de la Casilda para quitarle el lazo.
Ante tanta sinrazón no me quedó más remedio que abrir el Tao te ching al azar: Conténtate con lo que tienes; recocíjate en que las cosas son como son. Cuando comprendes que nada falta, el mundo entero te pertenece.
Y tanto, Lao Tzu. Es la hora de mi bocadillo que me lo he ganado con creces.

El Tao te ching

Tati II, montada sobre mi escoba, surcaba la luna llena arrojando sobre los tejados de Madrid los arcanos del Tarot cuando una patada del Toni me ha rescatado de mis oníricos mundos. Gracias, majo, por liberarme de la pesadilla de tan delicada manera. El caso es que mientras viajaba en el autobús bien comprimida entre otros cuerpos iba intentando elaborar una estrategia de negocio pero nada, no se me ocurría nada, no soy de estrategias y de negocios creo que tampoco. Pues un tanto desanimada llego a la puerta de la ilustre mansión y llamo al timbre pero un ruido harto molesto procedente del interior que identifico como el de la aspiradora les impide oírme. Llamo otra vez y tampoco viene nadie a abrir y llamo más y más y así hasta diez veces. Ya me han echado, pienso justo en el momento en que sale a abrir la sado-madre señalándose el reloj con el morro torcido. Llegas tarde, Tati. Claro, como que llevo un cuarto de hora pisando el «home, sweet, home» que de sweet está teniendo bien poco, pienso pero no declaro que no está la situación para sinceridades. Pónte de inmediato con la plancha que está el cesto hasta arriba, me conmina sin miramientos la encantadora abuela. Y allá que voy pasando por delante de mi rival que reina sobre las alfombras aspirando con fruición rayana en la demencia.

Plancho y plancho, cuánta ropa para tan pocos cuerpos, y pienso y pienso y me torturo pensando y luego, mientras me desplazo por la casa repartiendo prendas por armarios y cajones y chocando con el magro cuerpo de mi adversaria veo un libro que me lanza mágicos destellos desde una mesa. Lo abro y leo: «El Tao siempre está en paz. Vence sin competir, responde sin hablar, llega sin ser llamado, logra sin un plan». Huy, qué palabras más sabias y acertadas.  Paso las hojas con nerviosismo y veo un poco más adelante: «deja de pensar y finalizarán tus problemas». Sin dudarlo, agarro el libro que se titula Tao te ching y lo introduzco en mi bolso para que haga compañía a Marcel Proust. Qué calma más buena me ha entrado y, así, con esa paz de espíritu he llegado al parque donde un numeroso grupo de hombres se agolpaba sobre nuestro quiosco. Lo de los hombres os lo cuento mañana, o pasado, o al otro, ya veremos.