Me ha dado pena, él también se merece su entrada aunque sea corta. Y es que, ahora que lo pienso, mi padre es, sin él saberlo, un acérrimo seguidor de las enseñanzas de Lao-tze. Lo de estar callado lo sigue a rajatabla, tiene su frase comodín válida para cualquier ser, lugar y ocasión y el resto es silencio.
Una conversación telefónica con él es, aproximadamente, así:
Mi padre (gritando porque está un poco sordo y con voz de alarma, eso no sé por qué): dígame
Yo: hola, papá, soy Evi
Mp: ¿y qué dice la Evi?
Y: pues nada, por aquí ando (él no espera que concretes y si lo hicieras se desconcertaría)
Mp: y el Toni, ¿ qué dice el Toni?
Y: pues ya sabes, lo de siempre
Mp: eso está bien. Tereeee ( esa es mi madre) , que te pongas.
Mp: ¿ y qué dice el Pancho? (ese es el perro, al que acaba de lanzar su pregunta retórica, conmigo ya no está hablando)
No es que no puedas tener un conversación con tu padre, es que es como el mío, cruzas 2 pLabras y en seguida llama a tu madre,. Sí quieres una buena noticia cuando tengo una hija serán 3, que haces, como está tu marido y como está tu jijiji.
Algunas personas, por teléfono, no tenemos conversación. A otras, sin embargo, el teléfono les abre las ganas de hablar.