Mes: marzo 2014

Cambio climático

 

Bato huevos para hacer una tortilla, oigo caer la lluvia sobre el suelo del patio, oigo también el ruido del tenedor chocando contra el plato y a un bebé que llora dos pisos más abajo. Dejo de batir para escuchar mejor, ahora solo hay bebé que llora y lluvia que cae. Pienso una cosa. Me asomo a la puerta de la cocina y veo al Toni repantingao en el sofá mirando fijamente su sobada hoja de los planos de la casa o caverna o guarida o lo que sea que se quiere construir.

Toni, le digo, ¿sabes qué?, que estoy sintiendo la llamada.

Pues abre tú que estás de pie y más cerca de la puerta. Yo ahora no me levanto que justo se me acaba de ocurrir por dónde tiene que ir el tiro de la chimenea.

Que no es la puerta, es otra llamada, ¿es que no me entiendes?

No te entiendo porque no te haces entender. Las mujeres siempre habláis en clave, como haciendo acertijos y luego os quejáis de que no os entendemos. Tú dime claramente y sin rodeos ni adivinanzas lo que me quieras decir y ya tenemos una base sólida de la que partir. Y hablando de base sólida, ¿cómo ves que en el suelo coloquemos unas baldosas de cerámica?

Pues no generalices, le grito desde la cocina volviendo a batir con rabia porque no me ha captado la indirecta. Todas las mujeres no somos iguales, ¿o es que a ti te gustaría que te dijera que todos los hombres sois unos simples y unos básicos? Te he dicho que siento la llamada porque la siento y si no me entiendes es que eres tonto porque está bastante claro. ¿No oyes a un niño llorar por el patio?

Sí ¿y qué?

Pues que esa es la llamada que siento, la de los óvulos, que se me van a acabar.

¿Me estás hablando de reproducción, por un casual?

Sí, de la nuestra, precisamente.

No pensaba que fueras tan irresponsable pero ya veo que sí.

O sea, que no quieres que tengamos hijos.

Me gustaría pero en otro mundo, en este no. ¿No has oído hablar del cambio climático? Eso no es algo que pueda que pase, eso es algo que ya está pasando. No voy a traer hijos a una porquería de mundo sucio donde se mata a la naturaleza. Y esto no ha hecho más que empezar, el futuro va ser peor. Y que no lo digo yo ni cuatro ecologistas chiflados, es que lo dice hasta la ONU. Mira este informe qué panorama: olas de calor, sequías, ciclones, falta de agua, desplazamiento de poblaciones, aumento de la pobreza y de las enfermedades….¿cómo vamos a traer un hijo a este lugar?

Pues como hace todo el mundo.

Si te refieres a no pensando, no soy partidario.

Eres mejor partidario de que se extinga la raza humana.

Por eso no te preocupes, que eso también pasará y hasta sin mi colaboración.

Pues me da igual todo lo que estás diciendo y lo que diga la ONU me importa menos todavía, quién es ese organismo  para meterse en mis asuntos, yo quiero tener un hijo, todas mis amigas del pueblo han tenido ya el primero y están muy contentas.

Pero ya no me contesta, muy típico del Toni, cuando se le acaban los argumentos o se siente acorralado opta por un silencio enfurruñado. Me vuelvo a la cocina y bato sobre lo batido y bato y bato, oigo la lluvia que cae sin importarle nada de lo nuestro, ella a lo suyo, cumpliendo con su misión de caer y mojar, qué rabia me está dando. El bebé ha dejado de llorar.

 

Anuncio publicitario

Mi madre por teléfono (4)

-¿Sabes a qué me he apuntado ahora?

-A tai chi, como si lo viera

-No hija, es más moderno. A iniciación a la navegación.

-Suena muy bien pero ¿por dónde vas a navegar?

-Por internet, paleta, por dónde va a ser. Nos dan el curso gratis en el hogar del ama de casa y el jubilado. Nos hemos apuntado la Rosa, la Mari Paz, la del Alberto y la tía Gacetillas. Muy bien, ya verás, yo no me quiero quedar en la brecha digital.

-¿Y esa frase, de dónde te la has sacado?

-Que te crees que solo sabes tú cosas, nos la ha dicho la profesora, que tenemos una brecha digital de las gordas pero que eso lo resuelve ella en un pis pas, es una chica muy maja que se llama Ariadne. Qué nombre más precioso ¿verdad?, si llego a saber que existe te lo pongo a ti o la Lauri.

-Pues qué bien, todo lo que sea aprender…

-Ya ves….y también nos está dando un curso de relajación completa.

-¿Pero es que tú estás estresada?

-No, yo lo que estoy es aburridita de pensar todo el día en las comidas y en qué pongo hoy y en qué pongo mañana. Lo de hoy ya lo tengo: judías verdes y merluza rebozada, congelada, eso sí que la fresca está muy cara. Nos dice la Ariadne: imagina tus piernas pesadas y calientes, pesadas y calientes, pesan, pesan, pesan…y nos ponemos a imaginarlo. La Rosa se durmió y todo.

-¿Y tú?

-Yo no, yo me quedé helada porque en el hogar a esas horas no tienen puesta la calefacción. Se lo he dicho a nuestra monitora pero dice que es normal, lo de dormirse es normal y lo de quedarse helada, también. Pero a lo que te iba, ya les he dicho a todas que escribes unas cosas en internet y en cuanto sepamos lo que es el ratón y cómo se utiliza te vamos a leer en la clase. Todito el pueblo te va a leer, te voy a hacer famosa porque tú eres muy pardilla y no te sabes vender.

-Pero es que yo no quiero.

-Claro que quieres lo que pasa es que no lo sabes. Lo de hoy ya lo tengo: judías verdes y la merluza esa congelada que muy buena no es que esté pero habrá que conformarse. Tú hermana se ha comprado un pantalón, así, con pinzas, muy bien, le queda muy bien.

-Qué alegría

-Tienes envidia, Eva, te lo noto, de siempre has tenido envidia de la Lauri y no se por qué…

-Pero si he dicho qué alegría

-No es el qué sino el cómo y lo dejamos ya que me tengo que poner a la relajación profunda que nos lo ha mandado la Ariadne dos veces al día: por la mañana y por la noche. Mis piernas pesan, mis brazos pesan, todo mi cuerpo pesa…ya voy notando algo. Esto es como todo, cuestión de práctica.

La pasiones de doña Margarita

Margarita la inmortal dormita en su sillón, Margarito el olvidadizo se pelea con un cuaderno de sudokus, los tiroleses ejecutan su danza cada cuarto de hora, el polvo da vueltas en una franja de sol, los cristales de la lámpara se mecen y entrechocan con un tintineo que invita al sueño. Invita tanto que acepto la invitación y me duermo.

Un bastón se clava en mi muslo y me despierta. Eh, tú, dama de compañía chapucera, despierta, ¿dónde se ha visto que la vieja vele el sueño de la joven?, me reprende la anciana-niña apuntándome con su arma.

Don Margarito arroja con rabia el libro de sudokus sobre la mesa, creo que viene a regañarme él también por haberme dormido o a echarme directamente pero no, sólo dice: este libro está lleno de erratas, me voy a la oficina a resolver unos asuntos.

Qué bien que todavía siga en activo, comento yo observando cómo intenta salir por la puerta del armario.

No va a ninguna oficina, se queda abajo en la portería dando la lata a Jacinto, el portero. Que se aguante que para eso le damos sus buenos billetes todos los meses. Hay cosas que una madre no debería ver nunca, nunca, nunca, dice negando con la cabeza y agitando la trenza de colegiala marchita. Bueno, vamos a distraernos con algo, ¿qué llevas en ese agujero negro? Y con su bastón multiusos señala mi bolso.

Pues llevo mis cosas, algún alimento, libros…

¿No tendrás algo de Henry Miller, alguno de los dos trópicos, por ejemplo? O los escritos de un viejo indecente, de Bukowski, algo que me anime.

No, de esos no, pero tengo el Ulises de Joyce.

Me sorprende usted, queridísima y robusta dama.

Si no me llama gorda no descansa pero me hago la sorda y sigo a mi papel. ¿Quiere que se lo lea?

Nunca he podido con ese libro pero, en fin, peor es el Kempis. Lee.

Y me pongo a leer el Ulises por el capítulo 13 donde dice: » El atardecer estival había comenzado a envolver el mundo en su misterioso abrazo. Allá lejos, al oeste, se ponía el sol y el último fulgor del, ay, demasiado fugaz día se demoraba amorosamente sobre el sol y la playa, sobre el altivo promontorio del querido y viejo Howth…»

Pues, mira, me interrumpe doña Margarita, ese párrafo es bonito, habla de atardeceres, de las pocas cosas que no me canso yo de contemplar. Tengo verdadera pasión por los ocasos. Me gusta cómo se va deshaciendo el día, sobre todo cuando hay nubes y se forman esos jirones rosas, rojos, morados…el día se  desangra antes de extinguirse, los días saben morirse con gran belleza.

Es usted muy poeta, doña Margarita.

Ojalá pudiera yo morirme igual que los días: limpia y bellamente. Un puro y esplendoroso desangramiento y de ahí a la oscuridad total.

¿Te gusta Rafa Nadal?, me pregunta a continuación sin venir a cuento.

Sí, claro, es un muchacho muy majo.

Yo lo adoro, es un titán, pon la tele a ver si sale. Me da a mí que él también es inmortal, no estaría mal que nos pudiéramos encontrar en un futuro sin la Xisca de por medio. ¿Lo ves factible, querida dama?

Pudiera ser, contesto yo forzada por ese bastón que me apunta sin piedad, ¿estará cargado?

 

 

Inmortalidad

Me había yo hecho ilusiones con eso del tea time. Pero nada, ni una galleta María que roer. Era solo una gracieta del don Margarito que, por cierto, muy bien de la memoria no anda. Pasa, pasa, me dice abriendo la puerta y dejando que el tufo  a polvo rancio se extienda por el descansillo. Tienes todo preparado en el cuarto de baño grande.

¿Tengo que bañar a su señora madre?, le pregunto por si acaso.

No, hija, limítate a la cabeza porque…eres la peluquera, ¿verdad?

No, soy Eva, la que vino ayer por lo del trabajo.

Ah, cae él fustigándose la frente, la dama de compañía, claro.

Ay, madre, qué risa me estaba entrando, yo dama de compañía, cuando se lo diga al Toni que ya lo de empleada doméstica le parece demasiado fino para mí…Mejor no se lo digo para que no me quite las ilusiones. Ya está decidido: por las mañanas soy institutriz y por las tardes dama de compañía.

De nuevo me conduce galantemente hasta el fondo de la casa. Madre, aquí está la dama de compañía, aprovecho para salir a estirar las piernas. Aquí tienes tu Kempis, se lo dejo a ella para que te lo lea.

¿Es una risa lo que me ha parecido que brotaba de los ajados labios de la Margarita?

Nos quedamos solas y no sé qué hacer porque la vieja-niña ha cerrado los ojos. De repente, de un reloj colgado en la pared sale un pajarito y canta. Detrás del pajarito aparece una pareja de tiroleses bailando una cancioncilla. Doña Margarita abre los ojos sobresaltada, levanta el bastón y apunta a los muñequitos musicales como si les disparara. Asquerosos, dice luego, qué harta estoy de esos dos. Me recuerdan a mí misma, día tras día, día tras día, tras día y tras día.

¿Quiere que le lea algo de este libro que me ha dejado su hijo?, le sugiero para distraerla.

No, me lo sé de memoria y además ese libro habla mucho de la muerte, cuestión que a mí, por desgracia, no me incumbe.

¿Ah, no?, le pregunto muy sorprendida porque yo la veo bastante al borde de la tumba.

No, preciosa, no. Que más quisiera, he visto morirse a los de la generación anterior a la mía, a los de mi propia generación y ahora a los de la generación siguiente. A mí me han saltado no sé por qué. Creo que soy inmortal, vamos, que estoy convencida.

Pues qué suerte tiene usted, doña Marga.

De suerte nada, es una situación muy incómoda que no le deseo a nadie, manifiesta tocándose la larga trenza blanca.

Tú en la época de Rubens hubieras triunfado mucho, me dice a continuación haciendo castañetear la dentadura y mirándome con sorna.

Ya me está llamando gorda otra vez, qué señora más maleducada, me pienso chivar al don Margarito cuando vuelva, si es que se acuerda de por dónde tiene que volver.

No seas nunca inmortal, es muy aburrido, concluye antes de quedarse dormida.

Cu-cú, canta otra vez el pajarito y bailan de nuevo los alegres tiroleses su eterna cantinela.

Margarita y Margarito

Ayer, al terminar el trabajo en casa de la Patri, fui a conocer a mi nueva jefa y a que ella me conociera a mí. No tuve que ir muy lejos, vive en este mismo edificio, dos pisos más abajo. Llamo a la puerta un poco nerviosa y espero bastante rato. Cuando ya voy a volver a llamar escucho unos pasos lentos y unos crujidos y la puerta se abre. Tras ella aparece un señor muy entrado en años. ¿Pero no era una señora a quién tenía que cuidar?

Pasa, hija, pasa, me dice él con voz cascajosa. Huy, madre, qué casa más siniestra, observo avanzando entre tinieblas detrás del que yo creía que era el señor Margarito. Aquí está el contador del gas, me indica él llevándome hasta una cocina llena de sartenes negras y cacerolas desportilladas. No, si yo no he venido a leer el gas, he venido por lo el trabajo, le aclaro. El Margarito se palmea la frente y exclama: claro! que te manda nuestra queridísima Patricia. Ven por aquí que te presento a Margarita, mi madre.

Mira que si la tiene momificada, me están entrando ganas de salir corriendo. Esta casa me da miedo, todo está en penumbras, los muebles son muy oscuros, los cuadros, en su mayoría retratos de siniestros personajes, también son negruzcos, huele a polvo rancio, el suelo cruje de puro viejo, las puertas chirrían artríticas perdidas y el viento gime entre las rendijas de las ventanas. (Lo del viento me lo he inventado pero queda bien)

Mi madre está ahí, en la sala, me indica el hijo anciano señalándome el fondo de un cuarto. Mi vista termina por acomodarse a la oscuridad y distingo, perdida entre el tejido floreado de un sillón de orejas, a una figura diminuta. De lejos parece una niña, una niña rara y resabiada pero al acercarme ya es una mujer viejísima a la que los años han ido rebanando materia hasta casi hacerla desaparecer.

Va peinada con una trenza blanca muy graciosa y en la esquelética mano sostiene un bastón con cabeza de perro fiero. Tengo miedo otra vez.

Es la chica que nos manda Patricia, me presenta el provecto hijo sin decirle mi nombre o porque no lo sabe, o porque no se acuerda o porque le da lo mismo.

Está gorda, dice muy simpática su anciana madre-niña.

Eso da igual, madre, ya lo hemos hablado.

¿Sabes leer?, me pregunta señalándome con el bastón un libraco de aspecto más arcaico que ella.

Sí, claro y muy bien, además.

Pero ella ya no escucha mi respuesta porque se ha quedado dormida o muerta, no estoy segura.

Hala, hala, que estás contratada, cumples todos los requisitos, dice el Margarito al que ya se le nota cansado con tanto trámite y paseo por los pasillos. Sabes salir tú sola, ¿verdad? Te esperamos mañana a las cinco. Tea time, añade con una risilla gastada.

Pues qué bien o qué mal, no lo tengo claro.

 

 

Nueva jefa

Ahora en vez de una voy a tener dos jefas. Bueno tres que la Esme también manda mucho. Antes tenía todas las tardes libres pero desde mañana me voy a emplear dos tardes en la casa de una mujer llamada Margarita. El trabajo me lo ha proporcionado la Patricia, dice que la Margarita es una vieja amiga de su familia. No sé si se refiere a que la conocen desde hace mucho o a que la mujer tiene muchos años o a ambos factores, que también podría ser.

Así explicado me ha parecido un trabajo muy fácil, solo tengo que estar sentada en un sillón enfrente  de la vieja conocida que estará sentada en otro. Si ella quiere que hable, tengo que hablar, si quiere que me calle pues me tengo que callar. Asi durante dos horas. Pues vaya tontería de trabajo. Dice la Patri que la empleada habitual de la Margarita está muy cansada y por eso le ha tenido que dar dos tardes libres. ¿Cansada por sentarse en un sillón? Como decían en los dibujos animados de mi pretérita infancia: que me aspen si lo entiendo.

Cuando ya he dicho que sí, que me parece muy bien y que cuándo empiezo,  entonces me sale la Patri con aires de misterio y conmiseración: vas a necesitar paciencia. Vamos, que me estoy suponiendo ya que la Margari es del modelo bruja impertinente, no podía ser que me pagaran solo por sentarme en un sillón, ahora ya me cuadra más lo del cansancio de la otra.Bueno, a mí me da igual, estoy acostumbrada a tratar con todo tipo de caracteres y no me asustan los temperamentos difíciles.

Y mucho cariño, también, ha añadido mi jefa mirándome de reojo para ver qué cara ponía yo. No he puesto ninguna para no dejar translucir mis más profundas desazones. Que se quede con la intriga de saber lo que pienso que yo tampoco sé lo que piensa ella. A jefa arcana, empleada enigmática.

Luego, cuando he llegado al parque, se lo he contado a la Esme para saber su opinión pero no me ha hecho ni caso. Ella a lo suyo, con los novios del chat.

Que si ya le están cayendo mal incluso antes de haberlos conocido, que si ya ha hablado con dos y al primero le ha descartado porque le ha contado no sé qué de una operación de hernia de disco y que ella no quiere penurias, que ya tiene bastante con la suyas y que al segundo está a punto de darle boleto porque solo le habla del Atlético de Madrid y del Bruce Springsteen.Venga a darle la brasa con el Simeone y con el Diego Costa y con los míticos conciertos del Boss. Que cree que de esos dos temas no le va a sacar.

Buah, se lamenta, a estas alturas solo quedan los desechos del mercado, es como cuando vas los últimos días de rebajas, que lo bueno ya se lo han llevado y lo que queda está muy barato pero no lo quieres ya ni regalao. Estoy muy desencantada, se me pone.

Ya, Esmeralda pero qué opinas de lo de la Margarita y del trabajo de sentarme en el sillón con paciencia y con cariño.

Ah, muy bien, muy bien, dice ella sin escucharme.

Pues se lo cuento a la Pandora, a ver si ella me presta más atención. Ni media. Que si hoy está con todos los dolores soliviantaos y que va ser que se barrunta un cambio de tiempo.

Pues a la Norma. Oye Norma, ¿ a tí que te parece….? Que si quiero ver las fotos nuevas de la Marilin vestida de princesa. No le voy a decir que no y eso que eran muchísimas.

Pues al Toni. Que todo lo que sea dinero para los materiales de la casa en el pueblo lo apoya totalmente, me dice sin mirarme a la cara porque no aparta la vista de sus planos cavernícolas.

Nada, que nadie me hace caso y eso es  algo que ya vengo comprobando día tras día de mi existencia. Todos queremos hablar, yo incluída, y largar nuestros rollos pero ya escuchar…..deduzco que es un rasgo característico del ser humano, el de no hacer ni puñetero caso al de al lado…no sé, es una sensación bastante molesta que tengo hoy pero a lo mejor mañana alguien, de repente, me presta atención y me pongo a pensar lo contrario.

La tía Gacetillas

La tía Gacetillas es una mujer de mi pueblo muy aficionada a difundir sucedidos cuanto más truculentos mejor. También hay una tía Mantequillas pero esa no viene al caso. Cuando la Gacetillas saluda a alguien no dice hola qué tal, buenos días o buenas tardes, ella arranca con un, ¿a que no sabes quién se ha muerto? O quién tiene el sida, o a quién le ha dejado el marido pero que muy bien dejada o quién se droga pero que muy bien drogao. Todo de la máxima actualidad. Luego se queda en silencio con los ojos desorbitados a la espera de reacciones.

Pues me arrepollino en el sofá para escribir lo de hoy cuando suena el timbre de la puerta. No la dejan a una, protesto. Abro. Es la tía Gacetillas. Pero, bueno, ¿cómo tú por aquí?

Ella, (entrando y desorbitando los ojos):¿a que  no sabes quién está terminal pero que ya ni respira ni le late el corazón?

No lo sé pero sea el que sea ya no está terminal sino terminado.

Que más da, dice ella con fastidio porque no le gusta que se hagan bromas con sus primicias. Además que yo he venido a entrevistarte para la revista del Hogar del Jubilado y el Ama de casa. Soy la redactora-jefe, que lo sepas.

No me extraña nada, Gacetillas, te mereces ese puesto desde hace muchos años.

A ver, que me han dicho que escribes. Por cierto, ¿sabes quién escribe pero que tiene un vicio muy feo con eso de la escritura que no puede parar de meter y meter entradas en un blog que tiene?

¿No seré yo? Esta entrevista es muy rara, céntrate un poco.

Claro, es verdad. ¿Y por qué escribes, si puede saberse?

Anda esta, pues porque me lo paso bien

¿No será para ahuyentar a la muerte?, dice ella toda morbosa

Huy qué va, si yo nunca pienso en la muerte.

Pues haces muy mal, en la muerte hay que pensar siempre para que nos aproveche más la vida ¿Sabes a quién le han amputado una pierna y la mitad de la otra?

Ay, calla, Gacetillas que me mareo.

¿Y cuál es tu mesa de trabajo? Que me han mandado en el Hogar que le saque una foto.

Pues aquí en este sofá o sobre la taza del váter cuando está el Toni porque esto que escribo es bastante clandestino.

Le voy a sacar unas  fotos mejor al váter y así de paso veo si lo tienes limpio. Clic, clac, ya está, retratado. Ha quedao muy bien. El mes pasado sacamos el gallinero de la Sofía y el anterior el horno de pan del Marianín. Así que no te quejes que vas la tercera. Y que cualquier lugar es digno si se trabaja con pasión y alegría.

Otra pregunta que te hago, Eva, hermosa:  ¿tú tienes de eso, de pasión y alegría?

Pues mira, algunos días más que otros, como todos.

¿Sabes quién se ha dejado arrastrar por una pasión irrefrenable pero que anda perdidito, perdidito?

¿Esta pregunta también es para la entrevista?

No, bonica, la entrevista ya se ha terminado, tampoco vas a llenar tú sola la revista que tenemos muchos temas que abordar. Ahora, también te digo que te vas a hacer muy célebre en el pueblo, de eso me encargo yo y puede que más allá del pueblo y hasta en el extranjero. No veas cómo difundo, lo mío de siempre ha sido difundir y difundir sin sentido ni razón, esa es mi misión en esta tierra. Y la tuya, ¿cuál es?

No lo sé, no tengo una misión definida, ¿vale la de ir tirando?

Qué va a valer, tienes que buscar el sentido profundo de tu existencia. Ya puedes tenerlo pensado para la próxima entrevista que te haga. Y te aconsejo que te des prisa no vayas a morirte sin saberlo.

Me estás metiendo mucha presión, me está empezando a entrar una angustia que no me pega nada, es más propia del Toni.

Y hablando del Toni, oigo su llave en la puerta. Corro a esconder el ordenador y respiro aliviada de que todo esto sea una invención, de seguir en mi plácido anonimato, de continuar con mi tranquila existencia carente de finalidad.

La entrevista

Mira por dónde que mi jefa es importante y hasta un poco famosa y yo no lo sabía. Ahora ya lo sé. Cazaba yo pelusas por los pasillos y ellas se resistían a ser cazadas cuando han llamado a la puerta. Me dispongo a abrir pero la Patricia sale de su antro o templo, según se vea, y dándome un empujón muy poco aristrocático, se me adelanta y abre ella.

Al otro lado veo al hombre murciélago o lo que es lo mismo, a un joven muy paliducho todo ataviado con unas prendas negras y colgajosas.

Eres Patricia, ¿verdad?, dice él extendiéndole una mano muy larga y fina. Soy Danilo, de la revista Letras Puras.

¿Y ciencias qué?, me planteo yo. La próxima jefa que me busque que sea científica en vez de literata, a ver si así me entero de todo eso de los primeros instantes del Universo, tan bonito y de tanto misterio.

La Patri le hace pasar y despliega solo para él una sonrisa de dentadura completa. Es la primera vez que le veo todos los dientes, los tiene muy bien, perfectamente alienados y con destellos.  A mí lo más que me dirige es un entreabrir de labios muy monalisesco.

Ya van los dos pasillo arriba, Danilo agitando sus mangas-alas y Patricia luciendo tipo cuando ella se da la vuelta, comprueba con desagrado que los sigo cual sombra y me dice: sal de mi vista, Eva y no te quiero ni oír ni ver en un buen rato. Al niño tampoco que estoy muy ocupada. Esto es muy importante para mí.

Esa última frase ha abierto todas las espitas de mi curiosidad que tampoco es que necesiten mucho forcejeo para abrirse. Venga, Jacobín, vamos a jugar al escondite. Te toca esconderte, cuento diez. Y mientras el pobre se tapaba los ojos creyendo que si él no me ve yo tampoco lo veo a él, he aprovechado para escuchar un poco la entrevista que le hacía el murciélago Danilo a mi importante jefa.

¿Cómo es tu proceso creativo?, se pone él

Muy arduo, le responde ella tirándose bastante el rollo. Estoy muchas horas sentada (eso sí es verdad, lo corroboro) y hay días que el resultado es un único párrafo, incluso una sola palabra. (Es de parto difícil como me temía, qué lástima).

Me voy a buscar al Jacobín que llevaba un rato gritándome ya, ya y cuando vuelvo estaban en esta otra pregunta clave:

¿Por qué escribes?

Creía que ella iba a contestar que porque le gusta y se lo pasa bien, eso es lo que hubiera dicho yo pero va y revela la Patri: para que el tiempo no se me escape, para fijar la vida, para entenderla, para sentirme un poco inmortal.

Chúpate esa mandarina, Danilo.

Pero él no se dejaba impresionar tan fácil, se ve que está acostumbrado a ese tipo de contestaciones, como es de letras puras….

¿Crees que el trabajo de la escritura tiene que doler?, contraataca él. Anda que….pero a la Patri le ha gustado la pregunta porque contesta muy seria: sinceramente, sí. Toda obra literaria de verdadero valor supone un sufrimiento, un desgarro, un…

Veo yo mayores desgarros y sufrimientos en los que saltan la valla de Melilla, por poner un ejemplo de actualidad que se me acaba de ocurrir pero bueno que yo qué sé.

Luego se han ido para su cuarto y el Danilo, no sé con qué finalidad, le ha hecho una foto a la mesa vacía de Patricia y ha dicho algo del minimalismo y el despojamiento. Y ella le ha contestado que gracias a eso accede a sus mundos interiores para que el silencio le permita conectar con la la voz que le dicta. O sea, que le dicta alguien, pues mucho no le dicta porque sólo un párrafo después de toda una mañana…

Ronda, ronda, el que no se haya escondido que se esconda, grito para disimular porque ya salen y me van a encontrar justo en la puerta.

¿Otra vez merodeando, Eva?

No, que va, si es que estamos jugando al escondite y valía toda la casa.

Anda, vete a la cocina y te comes el bocadillo de media mañana.

Ella también me conoce a mí y sabe cómo tentarme. Pero antes de partir en pos de mis viandas he podido captar el final de la entrevista.

¿Te imaginas un mundo sin literatura?

A eso no ha contestado pero se ha llevado las manos a la cabeza como queriendo gritar nooooo, por favor, noooo

Qué piezas!

Sueños, planes

El Toni tiene sueños, el Toni tiene planes, el Toni tiene hasta planos.

Pues sí. Ayer, al regresar del trabajo a casa me lo encuentro reclinado sobre nuestra única mesa y pintorrojeando en unos papeles. Todo el suelo estaba lleno de esos mismos papeles arrugados y hechos bolas, lo que indicaba a las claras que lo que estaba trazando llevaba detrás una larga sucesión de intentos fallidos.

Chsssss, calla, no hables, me saluda amigable levantando un brazo como si quisiera detenerme. Ni rechistes que esto por fin me está saliendo. Fluyo, fluyo, noto que fluyo. El Hipólito me ha dicho que tengo que fluir.

-¿Y por qué no fluyes en dirección a la cocina y vas preparando la cena? Hoy vengo eslomaíta perdida.

Pero si te acabo de decir que no me interrumpas, que ya casi lo tengo. Mira, le pongo aquí este tabique y ya está.

Y me enseña muy ufano un dibujo de algo que a mí me parece la guarida de un animal.

Nuestra casa, proclama victorioso. Aquí nos vamos a ir a vivir en cuanto ahorremos, todo es cuestión de organizarse. Nada de salir a cenar, ni de cañas, ni al cine. Ropa nos apañamos con la que tenemos y de viajes ni medio. Si hay que hacer un sacrificio, pues se hace.

Qué jeta tiene, como él odia todas esas actividades…

A ver, digo arrancándole la hoja de los garabatos y recoge esos papeles que está el suelo que parece el de tu bar.

Lo miro bien mirado pero no soy capaz de ver la casa esa de nuestro futuro de felicidad.

A mí esto más bien me parece una gruta, objeto. ¿Y dónde está situada para que me haga una idea?

Pues en el pueblo, dónde va a ser.

Pues en qué parte, porque a mí estos parajes que has pergeñao no me suenan.

La he situado en el lugar perfecto, donde los riscos, en la parte esa que llaman del Tieso.

Deliras, Antonio Zacarías, ese el sitio más feo y más frío de todo el pueblo. Corren por ahí unos vientos muy malos que te dejan aterido y como está en la cara norte nunca entra el sol. ¿Por qué te crees que lo llaman la vuelta del Tieso?

Pues mejor. A mí el sol no me va y  en ese sitio no hay nadie. Soledad total, lo que nos conviene.

Pero,razona, Toni, si hasta ahí no llega ni la electricidad, ni el agua, ese terreno no es edificable.

No te quieras hacer la arquitecta, Eva. Además que sin electricidad nos podemos apañar y agua, ¿que más agua quieres que la que brota del arroyo de los Tejos?

Pero,Toni, ¿es que quieres volver a las cavernas?

Ja, se ríe con sarcasmo y amargura, eres tan ignorante que te crees que vives en una civilización avanzada y de progreso pero eso es una falacia y una engañifa. Abre la ventana, ¿a qué huele?, te lo digo yo: a contaminación. Escucha, ¿qué oyes? Las manadas de coches rugientes bramando y bramando. Ni un pájaro, se han ido, los animales tienen más inteligencia que loa humanos. Y yo voy a hacer como ellos, buscar otro sitio mejor donde poner mi nido. En cuanto ahorre para materiales empiezo las obras, el Hipólito me va ayudar. Y en cuanto tengamos nuestra vivienda, nos largamos.

El Hipólito y tu.

No, boba, tú y yo.

No sé, Toni, a mi esos apaños tuyos tan prehistóricos, sin línea Adsl ni nada…. Y me pongo a mirarle y a estudiarle con ese gesto de obcecación suprema que se le pone cuando quiere algo, y lo veo clavadito, clavadito al señor ese de Atapuerca. Dicen que era muy corpulento, como el Toni. Dicen que tenía menos circunvoluciones cerebrales, no sé cuántas tendrá el Toni, la cabeza desde luego no la tiene pequeña, será un especimen evolucionado pero con muchos rasgos propios de …

Y nos autoabasteceremos, lógicamente, le oigo decir

Si, muy lógicamente

¿Es que no me vas a tomar en serio? Esto tiene un proyecto detrás y meditado, se defiende señalándome los pintarrajos que ha hecho en el papel, esto tiene un plano, ¿o es que no lo ves?

Lo veo, lo veo, le miento, ahora sí ya lo estoy viendo. No me atrevo a contrariar al Homo Antecesor.

Historia de amor con claves de búsqueda (2)

T. se está enamorando de E., o eso cree él. El aburrimiento es capaz de fabricar muchos espejismos. La soledad también. Sin desmerecer sus encantos, E. lo tiene fácil, carece de competencia, es casi la única mujer a la que  trata T, a excepción de la panadera que no tiene lindos pies y de la cajera del supermercado donde hace la compra, que tampoco. Ve a otras mujeres de las que también podría enamorarse pero su fugacidad no se lo permite. Solo E. permanece, solo con ella comparte tiempo y espacio.

Clas, clas, clas, oye a todas horas. Quién fuera chancleta, piensa y se asusta de su propio pensamiento. Le gustaría contárselo a alguien pero no sabe a quién. A su hermano no, no le entendería, a su mejor amigo tampoco, acaba de separarse y está deprimido, al grupo de colegas con los que sale de cañas menos, se cachondearían. Pues a google, claro. Y se lo cuenta aunque rebajado. «Me gusta la empleada» revela al buscador.No puede ser, está otra vez en ese blog absurdo, parece una maldición o una burla del destino.

Intenta acercamientos, aproximaciones pero ella friega, plancha, cocina, chancletea, lava su ropa algunos días y se va sin darle la menor confianza. A veces sonríe pero es una sonrisa de compromiso, eso se nota, él lo nota.

E., por su parte, se siente acosada. Empieza a estar muy incómoda en esa casa, ese hombre siempre le está mirando los pies. El no le gusta, es muy esmirriado, a ella le van los hombres con fuerza, capaces de descargar camiones o de cavar zanjas, los teletrabajadores no son su tipo. Si al menos le dijera algo interesante o divertido pero tampoco. No sale de lo mismo: ¿ te falta lejía?, hoy empieza mejor por la cocina, ayer llovió y los cristales están sucios. Si no fuera porque necesita el dinero se iría y si no fuera por lo de los turnos y las peleas, no lavaría su ropa en casa de T., le ha visto oliendo sus medias. La verdad es que le tiene manía y así se lo confiesa al máximo receptor de secretos de todos los tiempos: «soy empleada doméstica y tengo manía a mi jefe«.

Pero él no se rinde y busca nuevos sistemas de conquista. Después de mucho pensar decide que el mejor es la palabra. Si le dice algo bonito ella se ablandará pero no se le ocurre nada especial, no sabe qué le gusta a E., ignora cómo hay que hablar con una empleada doméstica. Por eso vuelve a la carga e interroga al sumo respondedor: «qué palabras bonitas puedo decir a la empleada doméstica«.

Bueno, ofuscado teletrabajador, te voy a ayudar por si vuelves a estrellarte aquí. Utilizando tus mismos sistemas, me he puesto a rastrear y esto es lo que he encontrado. Es un poema de Mario Benedetti que se titula Pies hermosos y que empieza así : la mujer que tiene los pies hermosos nunca podrá ser fea. Mansa le sube la belleza por tobillos pantorrillas y muslos…

Puede que T. lo completara, lo escribiera en un papel y lo sujetara con una pinza junto a las medias para que E. lo leyera al recoger la colada o puede que se lo recitara de sopetón nada más abrir la puerta. La reacción de E. no la conozco , ella no ha vuelto por aquí pero lo que sí sé es que a T. le dejó hecho un lío. Su última y desconcertada búsqueda decía: «cómo interpretar a la empleada doméstica»