Día: 4 de marzo de 2014

Encuentro inesperado

Me hallaba en la parada del autobús ojeando y hojeando la revista de las mujeres torturadoras que se compró ayer la Esme y haciéndome un lío con tanto mangoneo.

Activa tu metabolismo, ataja la flaccidez, aumenta tus defensas, adapta tu armario a la primavera, hialuronízate. ¿Y eso qué será? Sigo pasando hojas  a tontas y a locas cuando veo un mandato que me gusta: adelgaza leyendo. Pero qué bien, esta dieta sí la hago, no sólo me voy a culturizar sino que se me va a poner un tipo tan fino como el de la Patri.

Justo cuando me disponía a profundizar en la información para saber si el adelgazamiento tiene que ver con el número de hojas que tenga el libro o con la longitud de sus frases o con su nivel de dificultad cuando oigo una voz o más bien un grito tribal que me resulta harto familiar.

¡Muchaaaaacha, chiiiiicaaaaa, Eviiiii! Un manojo de llaves herrumbrosas se agita ante mi cara cual sonajero demente. ¡ Pero si es el Rata! Hombre, Rata, nunca pensé que te vería por aquí. Y él, dándome un manotazo en el hombro la mar de amistoso, me aclara: me han salido dos jardines, ya me dijeron en el pueblo que trabajabas por estos andurriales. Y se ríe a carcajadas mostrando sin complejos su estropeada dentadura y su cara toda arrugada.

«Te contamos lo último en antiaging facial», le susurran las pesadas de la revista que siempre están a la que salta. Pero él no las oye porque ya me está gritando la temida pregunta: ¿y tu padre, ya le han sacao de la cárcel? Cuando vayas a verlo dile que no ponga tantas bombas.

Madre mía, qué horror, exclama una señora. Sí, dice otra por lo bajo, este barrio se está degradando por momentos.

Me subo al autobús y dejo al Rata  carcajeándose y meneando en el aire llaves y pinchos a modo de entrañable despedida. Apoltronada en mi asiento abro de nuevo la revista y leo con desilusión: «adelgaza leyendo…las etiquetas» Pues vaya chasco. A la papelera que van estas insustanciales.

Anuncio publicitario