Día: 7 de marzo de 2014

El Ulises

Encaramada a la escalera doy la voz de alerta: Patricia, creo que he encontrado al hombre que andas buscando. Se callan de golpe las teclas y la Zeusa se dirige hacia mi con majestuosos caminares. Vista así, desde lo alto, no impresiona tanto, solo parece una mujer. Alta, eso sí, delgada, eso también y rica, eso además, pero mortal al fin.

Mira, le digo tendiéndole el libro equivocado, aquí está: gafas, bigote, sombrero. Todas las características que me dijiste.

Ese no es, responde ella desdeñosa devolviéndomelo, me estás dando el Ulises de James Joyce y yo te he pedido a Pessoa. Déjalo donde estaba que lo acabo de releer.

Cómo me supera en todo, no sólo lee sino que relee. Pero sigo con mi dismulo y le digo haciéndome la lerda: ah, es que como me dijiste gafas, sombrero y bigote pues justo este hombre va así, de esa guisa.

¿Cómo dices?

Mi vocabulario la tiene anonadada pero no quiere reconocerlo y se da la media vuelta. Tiene poca paciencia para todo lo que no sean sus ricos mundos interiores. Espero hasta que está a punto de adentrarse de nuevo en su templo de la creación para volverla a llamar. Me gusta marearla un poco pero sin mala intención.

Huy, Patricia, mira, que creo que ahora sí lo he encontrado, ¿no será este? Y le muestro a mi querido Fernando.

Sí, sí, es ese, dámelo, no sé qué hace ahí si yo los coloco por nacionalidades, tendría que estar en la zona de los portugueses, te he dicho muchas veces que no me cambies las cosas de sitio, sobre todo los libros.

Mírala, qué apañada es, los tiene a todos dentro de sus fronteras, como si la estantería fuera el mundo y ella la suma gobernanta del mismo. Pero digo yo que les haga un pasaporte, que tendrán que viajar un poco los muchachos, para que se oreen y no se relacionen siempre con los mismos. Yo, si fueran míos, los tendría todo el día dando vueltas.

Bueno, pues ahora voy a por ti, James Joyce, y ahora que te miro más de cerca no te pareces tanto a Fernando, solo en los atavíos que sería la moda de la época, seguramente. Este, el James, es más flaco y con la cara como más deslabuciá, de que le ha dado menos el sol. Y su expresión me parece a mí más fría que la de Fernando pero no estoy siendo objetiva.

A ver qué pone por aquí detrás para irme haciendo una idea: «Ulises (1922) es un hito señero, (empezamos mal, no sé qué es señero), no sólo de la literatura universal, sino de la mente humana. Supone la toma de conciencia de que la vida mental humana no se da sino en forma de lenguaje. La palabra interior aparece aquí al descubierto.» Impresiona bastante como declaración de intenciones aunque creo que lo que quiere decir es que escribe como piensa. Ah, pues yo a veces también.

Bueno, el caso es que la Patricia no se anda perdiendo el tiempo con  lecturas tontas, ella todo a lo grande, nada más que obras maestras, hitos señeros y todo eso. Me he escogido muy buena tutora.

Bajo sigilosamente de la escalera con Joyce a buen recaudo entre mis rollizos brazos y lo introduzco en el bolso. ¿Qué me deparará su lectura? Ya os lo iré contando.

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