Me había yo hecho ilusiones con eso del tea time. Pero nada, ni una galleta María que roer. Era solo una gracieta del don Margarito que, por cierto, muy bien de la memoria no anda. Pasa, pasa, me dice abriendo la puerta y dejando que el tufo a polvo rancio se extienda por el descansillo. Tienes todo preparado en el cuarto de baño grande.
¿Tengo que bañar a su señora madre?, le pregunto por si acaso.
No, hija, limítate a la cabeza porque…eres la peluquera, ¿verdad?
No, soy Eva, la que vino ayer por lo del trabajo.
Ah, cae él fustigándose la frente, la dama de compañía, claro.
Ay, madre, qué risa me estaba entrando, yo dama de compañía, cuando se lo diga al Toni que ya lo de empleada doméstica le parece demasiado fino para mí…Mejor no se lo digo para que no me quite las ilusiones. Ya está decidido: por las mañanas soy institutriz y por las tardes dama de compañía.
De nuevo me conduce galantemente hasta el fondo de la casa. Madre, aquí está la dama de compañía, aprovecho para salir a estirar las piernas. Aquí tienes tu Kempis, se lo dejo a ella para que te lo lea.
¿Es una risa lo que me ha parecido que brotaba de los ajados labios de la Margarita?
Nos quedamos solas y no sé qué hacer porque la vieja-niña ha cerrado los ojos. De repente, de un reloj colgado en la pared sale un pajarito y canta. Detrás del pajarito aparece una pareja de tiroleses bailando una cancioncilla. Doña Margarita abre los ojos sobresaltada, levanta el bastón y apunta a los muñequitos musicales como si les disparara. Asquerosos, dice luego, qué harta estoy de esos dos. Me recuerdan a mí misma, día tras día, día tras día, tras día y tras día.
¿Quiere que le lea algo de este libro que me ha dejado su hijo?, le sugiero para distraerla.
No, me lo sé de memoria y además ese libro habla mucho de la muerte, cuestión que a mí, por desgracia, no me incumbe.
¿Ah, no?, le pregunto muy sorprendida porque yo la veo bastante al borde de la tumba.
No, preciosa, no. Que más quisiera, he visto morirse a los de la generación anterior a la mía, a los de mi propia generación y ahora a los de la generación siguiente. A mí me han saltado no sé por qué. Creo que soy inmortal, vamos, que estoy convencida.
Pues qué suerte tiene usted, doña Marga.
De suerte nada, es una situación muy incómoda que no le deseo a nadie, manifiesta tocándose la larga trenza blanca.
Tú en la época de Rubens hubieras triunfado mucho, me dice a continuación haciendo castañetear la dentadura y mirándome con sorna.
Ya me está llamando gorda otra vez, qué señora más maleducada, me pienso chivar al don Margarito cuando vuelva, si es que se acuerda de por dónde tiene que volver.
No seas nunca inmortal, es muy aburrido, concluye antes de quedarse dormida.
Cu-cú, canta otra vez el pajarito y bailan de nuevo los alegres tiroleses su eterna cantinela.
Vaya dos, uno con la cabeza extraviada y la otra maleducada, como primer día de trabajo no ha estado mal, por lo menos no te han dado mucha guerra… Besos.
Pues sí, Beli, así estamos. (Sigo sin poder comentar en tu blog pero leo tus recetas)
Hola Eva… he estado revisando mi blog y no veo fallo. Yo lo que hago es que introduzco el comentario y cuando lo tengo escrito le doy a «Comentar como» y selecciono la «cuenta en google» o la que tú tengas ( hay varias opciones) y le das a publicar, te saldrán unas letras o números para verificar que no eres un robot (los escribes) y le das a publicar. Y ya te debe de salir bien. Espero haberte ayudado besos y hasta otro día…
Supongo que es lo que tiene ser inmortal, que llega un momento en que uno deja de intentar parecer bien a los demás comportándose con educación, y el hecho de haber sobrevivido dos guerras mundiales, una civil, la revolución industrial, la santa inquisición, las pestes negras y quién sabe si hasta la caída del imperio romano, igual legitima el decir lo que piensas tal como lo piensas….
La verdad es que, probablemente, si yo llevara años confinada en una habitación, con movilidad casi nula y una falta de autonomía casi total, con prácticamente toda persona a la que he querido bajo tierra, y ninguna esperanza de que sea una circunstancia vital reversible, tendría un carácter odioso, y sería sumamente maleducada… Estoy con Margarita, creo que la suya es una suerte terrrible.
Vamos, que tú también acabarías por disparar al reloj de cuco. Qué bien has entendido a doña Margarita, muy bueno tu comentario.
Te va a tocar llevarte algún libro de los tuyos, o de la Patri.
Vas muy bien encaminada, Marififi.
Oye me da a mi que esa margarita nos va a deparar sorpresas dignas de contar..que aburrido si fuera como las demás gacetillas eh.
Por cierto me molan tus titulos, tengo que buscarme yo el equivalente a camarera pero con clase.
¿Has visto que fisna me estoy volviendo? Ya te voy a pensar un título elegante también para ti aunque camarera a secas lo veo bastante bien. Peor es chacha, desde luego.
bueno…camarera,cocinera,recepcionista,limpiadora etc. En realidad soy pluriempleada,es lo que tiene ser autónoma así que tienes para elegir 😉
Oye, no te pongas de manos, que lo de Rubens tiene también su encanto. Ya lo decía mi abuelo:
«A tu difunta abuela, Dios la tenga en su gloria, no le faltaba de na y, además, muy relimpia y ni una voz».
Y cuando decía «de na» describía con ambas manos unas eses simétricas (sobre un eje imaginario, claro)