Mes: agosto 2014

Zapatones

Cuando era pequeña odiaba los anuncios de la vuelta al cole. Cole, dicho así, en plan falso coleguita. Esos anuncios entrañaban mucha maldad. Estaba una comiendo tan tranquila cuando, de repente, aparecían en la pantalla del televisor los zapatones, un muestrario de horrores de diferentes tamaños y modelos, a cual peor y con pinta de doler. Y dolían, claro que dolían los pies dentro de aquello tan duro y tan negro. Los pies no eran felices dentro de eso, los pies estaban prisioneros y recalentados y añoraban la libertad de las sandalias y del pisar descalzos el suelo.

Huy, pues sí, decía mi madre, ahora que me acuerdo os tenéis que probar los uniformes y sacaba del armario aquellos pichis grises cuya tela picaba y nos sometía a la tortura de las pruebas. La Lauri se estaba muy quietecieta porque, por alguna extraña razón, a ella le gustaba probarse, tal vez porque lo suyo era nuevo y lo mío adaptado de lo suyo, pero yo no podía parar de moverme, de rascarme, de querer sacarme rápidamente aquellas prendas picajosas y llenas de alfileres.

Mi madre se enfadaba conmigo y yo me enfadaba con todos, especialmente con esos niños tan asquerosos de los anuncios, siempre rubios no sé por qué, que sonreían felices, las espaldas eslomadas por las mochilas, los pies embutidos en los zapatones de suela tocinera, los cuerpos bien cubiertos por los uniformes grises que picaban.
Me he acordado hoy de eso porque a mi pobre Jacobín le han probado un babi, él también se lo quería quitar y se rascaba el cuello con desesperación. Luego lo marcas con su nombre, me ha dicho el hada perdiendo por completo sus poderes mágicos.

Turistas y seres mágicos

Venga, Toni, le digo, vámonos de excursión que tenemos que ver un monumento de lo más monumental esencial para nuestra formación como seres humanos.

No sé de qué me hablas, Eva, pero bueno, lo que tú quieras aunque ya sabes que a mí hacer el turista no me gusta.

Qué poco te ha durado la mansedumbre, majo, ya empiezas a protestar.

Que no, mujer, lo que tú quieras, venga, vamos.

Y hemos ido, siguiendo las indicaciones que el hada Patricia con su lápiz mágico nos había trazado en un plano.

Madre mía, cuánta piedra junta y que bien puesta.Admira, Toni, admira y pásmate ante tanta belleza arquitectónica.

Feo no es el mamotreto pero lo que me está pasmando de verdad es la cola que se ha formado para acceder a su interior, ¿no pretenderás que nos coloquemos ahí, bajo esa solana y con toda esa muchedumbre en bermudas?

Pues claro, si es lo bonito, hacer colas, aglomerarse, pasar calor….además que nos lo ha dicho el hada.

Pero de qué hada me hablas?, mira que estás muy rara, te voy a hacer caso porque sé que tengo que hacer méritos pero no me pillas tú a mí en otra como esta…

Pero ahora sí te he pillado, así que nos ponemos aquí detrás de esta pareja tan maja y a esperar que todo lo bueno cuesta, ya verás luego qué bonito es por dentro.
De esta manera, esperando bajo el sol quiero decir, hemos podido saber que el de delante se llamaba Paco, información que no nos va a servir para nada pero oye, todo lo que sea acumular saberes…

Paco, cuidado con el escalón, no te tropieces que tú eres muy patoso, Paco, ¿te has puesto la protección solar del 50?, no, si ahora te quemarás la calva, ¿quieres ya el bocadillo de tortilla, Paco?

Luego, mientras la cola avanzaba con cansina lentitud, hemos ido ampliando información sobre el tal Paco, esta vez proporcionada por él mismo.

Que sí, decía a grito pelao por su móvil última generación, que me queda muy bien el bañador del Carrefour, me queda niquelao, me lo he puesto en la playa y seca rápido.

Y yo también me voy a secar si seguimos mucho rato aquí, oigo que murmura el Toni.

Las lentejas muy buenas, hija, pero ya sabes que no las digiero bien, me gustan a rabiar pero me dan unas digestiones de pesadas….

No serán tan pesadas como es él, o se calla ya el Paco o en esta cola va a producirse un crimen y sangriento, además.

Tranquilo, Toni, no te alteres que ya entramos y mira qué preciosidad de interiores.

Por lo menos se está fresco pero el Paco no se calla ni dentro ni fuera, ¿por qué no prohibirán los móviles, por qué no prohibirán las colas, las visitas turísticas, el calor, los Pacos?
Y se me apalanca en un banco a la sombra y dice que él de ahí no se mueve, que lo vea yo sola, que, total, los monumentos son todos por el estilo, que los tapices no le gustan y las salas de armas tampoco aunque que ahora que lo piensa una de esas espadas clavadas en el corazón del Paco….

Total, que lo he tenido que ver sola, debe de ser mi sino, tendré que preguntarle al hada a ver qué opina aunque tampoco quiero abusar de su confianza que los seres fantásticos, de todos es sabido, tienden a la irascibilidad. ¿Será también el Toni un ser altamente fantástico?

Hada Patricia

La Patricia es tan etérea, volátil y difuminada, con esos vestidos vaporosos que me luce ahora en verano, esa melena lacia que le cae por la espalda y que se mueve al compás del vestido, esos ensimismamientos ante pájaros, flores y árboles que me da por representármela como una ninfa de los bosques o un hada de los prados o un ser fantástico puesto de repente en este mundo para pasmo y sorpresa de los vulgares.
Todo ello si no fuera porque de vez en cuando de su silenciosa boca brota una orden hacia mí dirigida del tipo «pon la mesa»o «recoge la ropa de la cuerda» que rompe por completo su halo de hallarse en otro mundo paralelo, ajeno a las contingencias prácticas de este. O será que vive allí, en los mundos mágicos de las hadas pero, de vez en cuando, se pasa brevemente por aquí, para poner un poco de orden más que nada.
De todas formas y hasta el momento, la presencia del hada Patricia en la realidad se había limitado, como decía, a brevísimas apariciones para subsanar asuntos relacionados con los trabajos pero nunca le había dado por inmiscuirse en otras cuestiones y enseguida volvía a su otra vida de ensoñación, vagamiento por jardines, contemplación meditativa y deslizar de vestido entre las hierbas confundiéndose con ellas. Hasta hoy.
Se ve que cansada de contemplar el careto de cavernícola del Toni asomado cada día a la valla de Villa Peligrosa e interceptando groseramente las buganvillas, ha decidido intervenir para zanjar de una vez tan molesta situación.
Eva, me ha dicho con su atercipelada voz y bajando los escalones con mucho arrastrar de gasas, ese hombre que cada día se asoma con tanta impertinencia como voluntad a la verja es conocido tuyo,¿verdad?
Es lo que tienen las hadas, que aunque no habiten nuestros mismos territorios sí son capaces de ver y saber lo que en ellos acaece.
Pues sí, le he respondido, era mi novio pero me enfadé con él y ahora quiere que le perdone pero, de momento, va aviado.
¿Y cúal fue la causa del enfado?, pregunta ella como distraída haciendo círculos en el aire con su varita mágica o con un lápiz con el que toma apuntes en u a libreta, no estoy segura.
Que le gustaba otra, una tal V y me hablaba de ella y hasta me llamó por su nombre.
Bah, poca cosa es eso, la monogamia no es tan importante, no conviene mitificarla, sentencia mi liberal hada madrina.
Ah, ¿no?
En absoluto. Deberías hacer las paces si es que en lo demás estáis de acuerdo, por otro lado, me inclino a pensar que prefiere la letra E a la letra V. Puedes tomarte el día libre, me concede dadivosa. Y a continuación me entrega graciosamente unos folletos de un monumento muy monumental cercano a estos predios que dice que no debemos de dejar de visitar.
Pues si lo dice un hada….

Las enseñanzas del Josean

El Josean, marido de la Pili y encargado de los jardines y el mantenimiento, es un hombre muy didáctico como he podido comprobar en un paseo que nos hemos dado el Jacobín y yo en su compañía. Ha considerado él que no era bueno que una muchacha y un niño de corta edad se adentraran en soledad por parajes tan poco transitados y dejando de lado sus herramientas y aperos se ha venido con nosotros.

Y dices tú, ha dicho la Pili, este hombre no sabe estarse en casa, cualquier excusa le vale para salir escopetao. Buena compañía llevas, eso sí, que se conoce el terreno mejor que el que lo creó y que Dios me perdone.

Hemos salido los tres seguidos a ratos y prcedidos a otros por los dos perros que siempre le acompañan, el Mulay y la Trinina. Ambos son chuchos y muy feos,cada uno en su estilo. El Mulay en estilo mazacote y la Trinina en esmirriao. Además esta última es coja y tuerta, características que no impiden que el Josean la adore. Es mi favorita, ha proclamado mirándola con arrobo, muchos perros ha tenido esta casa pero como ella ninguno. Menos mal, he pensado yo.

Yo quería coger moras pero el Josean me ha advertido de los peligros que la zarza entraña. Resulta que conoce él varios casos de personas que, con la intención de hacerse con sus frutos, han caído dentro de una y atrapados entre sus pinchos ya no han podido salir. Y yo sin saber a lo que me estaba arriesgando, qué cosas!

También dice que se puede beber del mismo lugar del que beban los perros porque son animales inteligentes y saben lo que se hacen. Tanto el Mulay como la Trinina han bebido de unos charcos ponzoñosos. Bebe, chica, bebe si tienes sed que no pasa ná, me ha instado el Joseán, y dale de beber al niño también. De donde beben estos animales es sitio seguro. Ya luego si eso, le he dicho por no decepcionarle, que todavía no tenemos sed. (Ni ganas de atrapar el tifus)
A continuación los perros se han puesto a comer con mucha ilusión moñigas secas de vaca pero de poder comer lo mismo que coman ellos, el Joseán no ha dicho nada. Qué alivio!

Cada vez que pasaba un coche, el Joseán se agachaba, agarraba una piedra pequeña y se la lanzaba a las ruedas, luego nos escondíamos detrás de una roca. Esto, hija, me ha explicado, no lo hago por maldad ni por diversión sino para que los perros aprendan que el coche es malo y no se acerquen. La Trinina ya lo sabe, ella es lista como nada, pero el Mulay todavía no y hay que enseñarle. Hay mucho atropello de perros, ¿me comprendes? Al Jacobín le ha gustado mucho el juego de lapidar coches, menos mal que pasaban pocos y que sus lanzamientos han resultado fallidos.

Por el camino de vuelta, espantándonos moscas y avispas con unas ramas, el Joseán me iba explicando la diferencia entre la picadura de avispa y la de abeja. No se qué iba diciendo de que una era noble y la otra no, de que una iba a la carne sana y otra a la podrida. Ya no le estaba prestando mucha atención, bastante tenía con aguantarme la sed y contener los lanzamientos de piedras del Jacobín que, aburrido de no alcanzar a los coches, empezaba a probar puntería con los ciclistas.

Clase de recuperación

Pues no va el Toni y se me persona aquí mismo, en Villa Peligrosa, sin aviso previo…Dices tú, dice la Pili señalando con el palo defensivo a la lejanía, a mí me parece que por ahí viene un hombre, y es robusto además, tú entra en la casa con el niño que de este me encargo yo. Le voy a arriar una somanta palos como traiga malas intenciones que se va a acordar de la Pili en lo que le quede de vida. Huy, qué cejas tan poblás tiene, no me gusta su talante.
Tranquila, Pili, que a ese hombre lo conozco y creo que viene a verme a mí.
Ah, mira la mastuerza pues si tenía novio y no lo había dicho.
Es que ya no es mi novio, que estamos enfadaos.
Pues sácale la orden de alejamiento no te vaya a matar, viene mu sofocao.
Será por la cuesta, Pili, además, que orden de alejamiento no tiene.
Yo por si acaso no suelto el palo. Y dices tú, no sé si a la sita Patricia le va a gustar mucho esta visita, hoy se ha levantao mu desatalantá. Ya llega el hombre, a ver qué tripa se le ha roto.
Que estoy trabajando, Toni, ¿cómo se te ocurre presentarte  así, sin avisar ni nada?
No está mal esta casa perdida del mundo, una cosa así pero más modesta es lo que tenía yo pensado para nuestro futuro.
Ah, ¿pero que tenemos futuro?
Si tú quieres sí.
¿Le atizo ya o me espero un rato?, inquiere la Pili blandiendo el arma campestre.
¿Pero quién es esta acémila?, pregunta con muy poco tacto el Toni. Y no tienes que responder ahora a mi pregunta, la de si quieres un futuro conjunto no a la de la identidad de la acémila, te lo puedes pensar un día o dos que voy a estar por aquí cerca.
Esa idea no es suya propia, la ha sacado de una película, si lo sabré yo, no te fíes, chica, me dice la Pili clavándome un codo en el costado. Anda, mira, pero si se va el maromo por donde ha venido, esa treta también la ha visto en el cine, no se le ha ocurrido a él, qué va.

Te has quedao pasmá, Eva, chica, espabila que el niño se va a espeñar con las raíces de los pinos. Si quieres te regalo una estampa para que te ilumine. Elige, hermosa, tengo al san Ramón nonato pero este no te vale para este dilema, al san Martín de Porres, el de la escoba, este te cuadra un poco más, a la Virgen del Carmen, esta no la veo mu propia porque es del mar y aquí no tenemos, a la Virgen del Camino que ni fu ni fa y luego a la Virgen en general, te la voy a dar y le rezas tres avemarías.

Y me ha regalado una estampa de la Virgen genérica que dice que me va ayudar a decidir si le pongo devoción. Tendrá mejores cosas en que pensar la mujer que en el Toni y yo pero, oye, por si acaso me la he guardado en el bolsillo del pantalón justito al lado del paracetamol.

Insomnio

Mi cuerpo quería dormir pero mi mente no. Lo que puede llegar a pensar una cabeza humana en una noche, la de vueltas y revueltas que es capaz de dar a los pensamientos. Si parecía que los estaba centrifugando. ¿Te quieres estar quieta ya y dejarme descansar? Que pareces la lavadora vieja de mi madre que al final del programa hasta se mueve de sitio como si estuviera harta de tanto lavar y quisiera fugarse. El trasto, le llama ella. El trasto voy a llamar yo a mi mente como me la vuelva a jugar así.

Que si vuelvo con el Toni que si no vuelvo, que si le perdono soy tonta y si no le perdono también. Que si no le perdono, ¿dónde voy a vivir cuando acabe el verano y vuelva a Madrid? Que el verano está a punto de acabar, me gritaba alarmista el trasto loco. Corre, Eva, busca un piso. Que si ya no voy a ir más al parque porque el Jacobín empieza la guardería, que si voy a estar muy sola sin mis amigas. ¿Seguirá viva doña Margarita?, quería saber de repente y con urgencia el trasto. ¡Cuidado, la rata!, me atormentaba luego, puede subirse a tu cama, morderte, transmitirte una enfermedad mortal….¡el Ébola! ¿Qué pinta aquí el Ébola?, no lo sé pero estaba dentro de la lavadora chiflada girando con todo lo demás.

Duérmete, duérmete, déjame, le suplicaba cambiando de posición entre las sábanas, bajando la almohada, volviéndola a subir, de un lado, de otro, boca arriba, boca abajo. Pero ella nada, gira y gira, mueve y mueve, lava y aclara y centrifuga.

¿Será niño o niña mi futuro sobrino, nacerá bien, tendré hijos algún día? ¡Esos niños heridos de las guerras!, me presentaba sus caras en un primer plano altamente realista. ¿Y si me despide la Patricia?, no la veo muy contenta con mis servicios. Tendré que buscar otro trabajo, vi un anuncio en una tienda de los chinos, se busca dependienta, decía. Pilas alacalinas, anunciaba otro cartel justo al lado. Podría ayudarles a escribir bien en español. Me veo ya desfilando por esos pasillos abarrotados de objetos diversos mientras el chino me vigila. No quiero que un chino me vigile, tendría que cambiarle el nombre al blog.
Podría llamarse…. si es que tienes tiempo para escribir, contraatacaba ella, la mente-lavadora, con toda maldad. ¿Cómo puede ser tan mala una mente con su propia dueña, o es que yo no soy su dueña? más bien es ella la que manda y me lleva y trae por donde quiere.
Para de llevarme y traerme, por favor, le supliqué con desesperación, las noches son para dormir cuando se ha trabajado durante todo el día, no para marear pensamientos, le expliqué a ver si lo entendía. O sí lo entendió o es que paró por otros motivos, el caso es que conseguí dormir un rato justo cuando los pájaros comenzaban a cantar. Mal asunto, el despertador graznó justo después.
Me he levantado, he bajado las escaleras, he conseguido llegar hasta la cafetera.
Y dices tú, ¿Quieres ver a mi niño Jesús?, lo tengo siempre encima de la cama, en una cuna con espumillón de Navidad, parece vivo, ¿te lo enseño?, me ha propuesto la Pili con cara de arrebato y el palo anti-ratas en la mano.

Dices tú

Aquí, en Villa Peligrosa, que no se llama así pero es un nombre que le he puesto yo dado los numerosos riesgos que se corren entre sus no tan sólidos muros ( que he visto varias paredes con grietas y desconchones) la sombra (yo) tiene otra sombra (la Pili, guardesa del lugar). Esta mujer no es que sea de pueblo es que es de aldea profunda y debe de ser tanta la soledad, el aislamiento y el aburrimiento, todo ello junto y entremezclado, que se chupa habitualmente que ahora que tiene la oportunidad de compañía humana no es cuestión de que la desperdicie.
Y no la desperdicia, no. Ha sido poner un pie en el suelo bien temprano para aprovechar esos minutos que yo considero míos mientras desayuno y al momento ya oigo el arrastrar de unas zapatillas y una mano que se posa en mi hombro cual confianzudo pájaro.
Y dices tú, dice ella, si que duerme la sita Patricia, porque ayer se acostó pronto con uno de esos dolores de cabeza que le dan porque dices tú, él organiza muchas fiestas, es de jaleos, su padre era igual pero no me parece a mí que a ella le guste eso. Y dices tú, ella es rara, ¿verdad?
Oiga, señora Pili que yo no he dicho nada, yo solo estoy desayunando.
Ya, chica, es una manera de hablar porque dices tú, el niño es muy rico, ojalá no cambie, el padre también era muy rico de pequeño, muy bueno pero fue creciendo y….la de cosas que habré visto yo aquí y las que tendré que ver porque dices tú, son gente especial..
¿Qué es eso Pili?, grito derramando parte del café y señalándole un rincón por donde acabo de ver moverse con gran rapidez a una alimaña sin catalogar.
Nada, chica, no te asustes, una ratina será, luego le digo al Joseán que le ponga una trampa.
Pero, ¿es que aquí hay ratas, en esta casa tan apañá? Como se entere mi jefa le da un ataque.
Ratinas de campo, chica. Pero ¿tú no eras de pueblo?, ahora agarro el palo y le meto un arreón que la dejo para sopas. Vente conmigo, hermosa porque dices tú, dice la Pili siguiéndome hasta la ducha con el palo de matar la rata, ella, la sita Patricia es buena persona pero…..mu respetuosa. Tú dúchate tranquila que aquí estoy yo y como asome el hocico…menuda es una, dices tú.

Pies

El autobús pegó un resoplido como de animal enorme y muy cansado y se paró en una de esas bonitas estaciones de servicio o bares de carretera o áreas de descanso. Nos bajamos todos y entramos en fila a ese lugar donde viven las moscas de todas las formas y tamaños. Las mismas que te encuentras sobrevolando la taza del váter están luego haciendo graciosos arabescos sobre tu café o posando sus patitas sobre la tostada. Nadie repara en ellas porque se da por hecho que están, como está el jamón rancio guardado en una vitrina con candado no vaya a sustraerlo algún ladrón de jamones rancios, que los hay, se han dado casos.
Total, que mientras con una mano sujetaba la taza de café y con otra espantaba a la mosca ( siempre es la misma, estoy segura, a cada uno se le asigna su propia mosca nada más entrar en esos bares) , me puse a mirar los pies de los que iban y venían o los pies de los que estaban sentados. Es una manía que tengo, la de fijarme en los pies de la gente. Normalmente me entretengo haciendo tipologías humanas en base a los pies pero ayer, no sé el motivo, lo que me entró fue pena y compasión por todos ellos. Por pisar el suelo, por soportar el peso del cuerpo y porque en los pies vi contenida toda la fragilidad humana.
Esa porción de canilla que asoma desamparada bajo el calcetín, ese polvillo depositado sobre el zapato, esas suelas desgastadas que delatan la forma de caminar de sus poseedores, esos dedos amontonados, esas durezas….incluso los pies bonitos, jóvenes y cuidados me dieron pena en su efímera belleza.
Luego todos esos pies se desplazaron de nuevo hacia el autobús y hasta los que me habían caído mal durante el trayecto, siempre hay alguien que te cae mal, es inevitable, se me hicieron soportables por el simple de hecho de saberlos condenados a pisar el mundo.

La madeja

Otra vez estoy on the road, o lo que viene a ser lo mismo en mi caso, subida a un autobús que atraviesa la meseta castellana. Mi destino es Villa Peligrosa, es casa tan truculenta perteneciente a los antepasados del Husband. Vuelvo a mi vida como sombra, tampoco es que me importe mucho ser una cosa o la otra. He llegado al convencimiento de que estés donde estés y seas quién seas hay algo o alguien dispuesto a molestarte. Son maestros que te pone la vida, dice la Esme con sus típicas frasecitas sacadas del último libro que se ha leído (por encima). Y yo que pensaba que una vez abandonado el instituto ya no me iban a dar más la vara. Ilusa que soy, o que era.

Pero no era de esto de lo que quería hablar, aunque ahora que me detengo a pensarlo, qué más da hablar de un tema o de otro si mis palabras caen por el agujero negro del WordPress, esa «avanzada plataforma semántica de publicación» ( madre mía qué frase tan maja) y se enredan ahí con otras muchas palabras formando una bola informe, como esos ovillos de lana hechos de restos de muchas lanas, cada una de color pero que al final son siempre grises. Quería hablar de pies pero casi mejor lo dejo para otro día porque esta extensión amarilla, sin relieve alguno, tan semejante a un infinito calcinado, me da sueño. Voy a dormir y voy a callar y así no contribuyo a engrosar la madeja que bastante gorda está ya.

He intentado dormir pero no he podido porque el saber que la plataforma donde escribo está orientada a la «estética, los estándares web y la usabilidad» me ha causado una desazón incompatible con el sueño.  ¿Qué hago?, otra vez dando de comer al ovillo. Me  callo, me callo. Adiós.