Llega una (una soy yo) cargadita de planes, proyectos, pensamientos positivos y maletas, eso también, y ¿qué es lo que se encuentra una? Con uno (uno es el Toni) haciendo lo que él llama experimentos. Yo no lo llamaría así pero el lenguaje es libre.
Pregunta una, dejando caer de golpe sobre el suelo las maletas sin que el ruido altere a uno:
¿Qué haces en total inmovilidad mirando por nuestra ventana con vistas a pared de ladrillos?
Un experimento, contesta uno. Estoy probando cuánto tiempo es capaz de aguantar un hombre privado de horizonte sin sucumbir.
¿Y también estás probando cuánto puede aguantar sin víveres?, lo digo porque la nevera está vacía. Pensaba yo, en mi inocencia, que habrías ido a la compra.
Me deprimen los pasillos del Carrefour, qué quieres que te diga, si me dices que salga a cazar, como hacía el hombre primitivo, empleando mis músculos y luchando contra los elementos, la adrenalina a tope, no pondría pegas pero empujar un carro es demasiado simple y triste. Además, ¿sabes lo qué significa esa palabra?: encrucijada, cruce de caminos. Si voy a un sitio así, no sabría qué dirección tomar, me bloquearía, estoy seguro. No he podido, no he sido capaz, lo intenté ayer, no te creas, pero justo cuando salía a la calle estaba la mujer esa, la fea del perro feo, la que siempre está, me dio miedo y tuve que volver. Ahora vas tú que a ti te gusta.
Hombre, gustar, gustar….hay actividades que me gustan más. Y si es por indecisión ya te hago yo un itinerario. Mira, empiezas por el pasillo de la leche, continúas con las galletas, sigues todo recto y llegas hasta la fruta…
La vida es dura para todos, en realidad, oigo que perora uno sin apartar la vista de los ladrillos. Acabo de ver un reportaje de animales y no veas lo que tienen que trabajar los búhos para atrapar un simple ratoncillo con el que alimentar a la prole. Menos mal que no tenemos prole, después de ver al búho he terminado de convencerme de que es lo mejor.
Entonces, la prueba de mirar ladrillos ha empezado hace poco porque acabas de decir que estabas viendo la tele, ¿no la habrás apagado justo cuando me has oído entrar y eso del experimento es una excusa para no moverte del sofá? Que nos conocemos, Antonio Zacarías.
Nadie conoce a nadie, sentencia trazando con la mano unas líneas imaginarias sobre la pared. Nadie comprende a nadie.
¿Qué haces ahora con la manita?, indaga una, ya con la paciencia tambaleándose.
Lo mismo que hizo el hombre de Atapauerca en la cueva, a ver si así adivino qué quiso decir con esos dibujos geométricos que denotan un pensamiento simbólico, declara tan pancho.
Igual le había mandado la mujer a cazar y se estaba haciendo el loco, que hay cosas que nunca cambian.
Qué simple eres, le dice uno a una, siempre a ras de tierra, todo lo tienes que transportar a tus propios mundos.
Eso me parece que lo hacemos todos, ¿o no?
Podría ser pero no me distraigas que tengo que seguir con el experimento, se empecina uno.
¿Con cúal de ellos, con el del sucumbimiento o con el del Atapuerco ?
Con ambos, se reafirma sin abandonar sus paredes.
Y todo por no ir a la compra que aunque él crea que no, una sí que conoce a uno y bastante, además. O algo muy importante se me escapa, que también podría ser.