Cuando sale del colegio hace lo que le han dicho: ir derecha a la tienda. La mochila le rebota en la espalda con tantas ganas de jugar como ella. Allí, detrás del mostrador de las aceitunas, está su rincón, le han puesto una caja de cartón del revés para que se siente a hacer los deberes y el bocadillo encima. No le gusta el bocadillo ni tiene ganas de hacer los deberes, lo mordisquea dejando que las migas caigan sobre el cuaderno abierto, las agrupa con la mano formando caminos. Preferiría ayudar a envasar las aceitunas teniendo cuidado de no derramar el líquido en el que nadan, pero no se lo permiten.
No toques nada, oye constantemente. Se lo dice su abuelo, su abuela y su madre. Los tres están malhumorados porque venden poco, casi no venden, la gente prefiere comprar en los supermercados aceitunas en lata y legumbres en paquete. Lo único que ha logrado, a fuerza de insistir, es que le pongan un delantal como el de su madre, con un volante de gitana que se abrocha al cuello.
Cansada de los deberes aún antes de haberlos empezado, harta del bocadillo apenas comido, se levanta y baila sorteando las cajas de lo que su abuelo llama misteriosamente «el género». No toques el género, cuidado con el género, le advierte con enfado cuando ve cómo agita el largo delantal y gira con los brazos en alto pero, repentinamente, cambia el gesto. Alguien ha entrado a comprar. Admira eso que su abuelo hace con la boca, la estira tanto que parece una goma tensada al máximo, a punto de soltarse.
Mientras la goma esté estirada sabe que puede bailar, ahora no le van a decir que se esté quieta y aprovecha para ejecutar la coreografía completa. No sólo no la regañan si no que se ríen, alaban su danza, le permiten ser la protagonista.
La goma elástica se afloja y pende curvada hacia abajo. La niña intuye peligro y vuelve al cajón, abre el cuaderno, lo mira con aburrimiento, intenta hacer con la boca lo mismo que su abuelo,no le sale, forma un círculo con las migas del bocadillo, luego el tejado de una casa, un sol. Se levanta otra vez a ensayar un paso pero tropieza con una de las cajas.
Lo estaba viendo, dice su madre, qué mareo de niña, dice su abuela,cuidado con el género, cuidado con el género, grita su abuelo. ¿Qué será el género? ¿Serán las lentejas, los garbanzos? Las aceitunas no porque son peces muertos flotando en un mar marrón.
( Cuaderno de doña Margarita)