Ya le he dicho a Eva que haga el favor de no dejarle a doña Marga la entrada del viernes porque esa mujer con tanto hablar de nadas y de disoluciones te deja el cuerpo en muy mal estado para afrontar el fin de semama. Luego lo suaviza diciendo que se va a cambiar el bañador, pero la ideíta mortuoria ya te la ha metido en casa para que te la rumies intramuros.
Tener a la muerte rondando es lo único que me faltaba. Descripción del panorama: Madrid a 40 grados y mi casa a 37, sábado a la hora de la siesta, toda la familia reunida al amor de nuestro único y venerado aparato de aire acondicionado, la televisión a todo trapo porque mi padre está sordo aunque no lo reconozca, él dice que hablamos muy bajo y sin vocalizar, los informativos narrando horribles atentados terroristas y mi hija, la dulce Anais, contándole a su hermano sus planes para la noche. Hoy salgo a fuego, tío, oigo que le dice tan pancha. Pues yo a saqueo, le contesta él con toda naturalidad. Confío en que solo se trate de argot juvenil , pero ya iba a investigar en qué consiste el fuego y el saqueo para tomar medidas antes de que sea tarde cuando la voz de Jordi Hurtado animando el Saber y Ganar me lo impidió. Este tío es buenísimo, dice mi padre. A ver, vosotros, cenutrios, podríais seguir el concurso que igual aprendéis algo.
¿Por qué será que me puse a pensar con deseo en la nada de doña Margarita? ¿Veis como no es bueno leer determinadas cosas en determinados momentos? Me la imaginaba como una cama blanca, de sábanas perfumadas, fresca y mullida donde poder despatarrarme en soledad y silencio, sin escuchar atrocidades de ningún tipo. Le iba a añadir algún que otro detalle para adornarla un poco pero luego he pensado que no, que la nada no puede llevar accesorios. No importa, quiero quedarme un rato, por lo menos hasta que pase la ola de calor o hasta que pase el verano entero o hasta que se independicen mis hijos, ya veremos. En eso estaba, intentando disolverme cuando el todo me pega un meneo como diciendo, tú, Esmeralda, no es tu hora de ser nadie, regresa.
En realidad era un codazo de mi padre, muy aficionado a ese modo de comunicación. Hija, no te duermas abora que viene la prueba de la calculadora humana, este tío es un fenómeno. Jonás, guapo, calcula tú también. Paso, abuelo, que hace mucho calor, protesta la criatura saqueadora.
Calor, calor, dice mi padre, esto no es calor, calor el que pasábamos antes cuando no había aires de estos, ¿queréis saber cuál era mi sistema? Me sentaba en una escalera con un botijo lleno de agua al lado, el sitio donde había estado posado el botijo se quedaba frío, me sentaba encima y movía el botijo a otro lado, cuando se calentaba el primero me pasaba al segundo y así me iba refrescando el culo, ¿queréis probarlo?
No te motives, yayo, dice con desgana Anais primera, la incendiaria. Un poquito de nada, por favor, suplico yo al señor de las nadas, un poquito de nada en vena sin efectos secundarios y con posibilidad de regreso al todo, para ir pasando mal que bien la tarde.