Día: 6 de octubre de 2015

La gemebunda

La mañana ha empezado rara y ha terminado pues como os voy a contar. Resulta que llego al parque y me encuentro a la Esme dando vueltas al castaño, con los pelos cayéndole de medio lao y una cara de trastorno de aquí te espero.

«Las hojas caen y el suelo se llena de podredumbre, las sombras avanzan acortando el día, sopla el viento gemebundo entre las ramas», oigo que está diciendo. Al otoño, me supongo.

Digo, pero, Esme, ¿qué te pasa, no has desayunado?, te doy bocadillo si es una urgencia vital. Si no, mejor no, que luego a media mañana me entra la pájara.

Pero qué urgencia vital ni que leches, me contesta deteniendo su girar en torno al árbol y quitando de golpe la cara de reposeída. Si no has notado que esto es una actuación, voy bien, mejor que bien, qué verismo tengo, qué capacidad para hacer creíbles mis personajes. Y sin haber ido a ninguna escuela de arte dramático, sin método y sin pamplinas, todo visceral.

Ah, pues sí,sí, te noto muy verista y muy visceralista, pero lo que no sé es con qué objetivo.

Me voy a presentar a un casting, me anuncia metiéndose en el quiosco y poniéndose a pasar las hojas de uns revista, así, como con desgana.

Qué bien, Esme, ¿y cuando?

Cuando encuentre uno en el que busquen mujeres de mi edad, está la cosa turbia, solo quieren jóvenes y no entiendo por qué, si lo que más hay por la calle son personas añosas, no nos engañemos, somos una población envejecida y  digo yo que la gente querrá verse representada, sus problemas, sus cuitas, sus desazones. El geroteatro, me lo acabo de inventar pero creo que puede tener mucho éxito.

Oye, pues sí, pero hazme un sitio dentro del quiosco que está empezando a llover.

No, espera, espera, me dice poniendo otra vez la cara de desquicie y saliendo al exterior de un salto, siéntate en el banco que voy a terminar la obra y tú me haces de espectadora. Al final tienes que levantarte a aplaudir pero, bueno, eso ya lo sabes.

Ya, Esme, pero es que el banco está mojado, le digo.

Qué pejigeras eres, rica, eres la clásica espectadora toca pelotas, pues te quedas de pie, el caso es que me mires y me oigas.  Apaga tu dispositivo electrónico y si quieres comerte un caramelo pélalo antes. Allá voy, atenta.

Y se pone otra vez a rodear el castaño diciendo esas cosas raras de la podredumbre, el ocaso, la desolación, todo así de mucha angustia y de mucho dramón.

Esme, le grito, métele un poco de humor que eso a la gente le gusta, reírse y pasarlo bien.

Entonces, creía yo que haciéndome caso, se ha tropezado y se ha pegado un morrón de lo más cómico. Muy bien, Esme, he animado, las caídas inesperadas siempre gustan aunque sean humor del básico.

Ay, ay, ay, se pone ella pasando de nuevo al drama, creo que me he roto algo, llévame a urgencias. Espabila y deja de aplaudir que esto ya no es teatro.

Y a urgencias que nos hemos ido. Por el camino le he dicho, no te preocupes, Esme, que estás muy gemebunda, si hay casting de eso te van a elegir a ti aunque seas la más vieja.

Me ha puesto una cara de odio de lo más verista, es verdad que se le da bien la interpretación, yo sí que la veo actuando, pero la próxima vez que elija un escenario con un suelo menos accidentado, sin piedras ni raíces de arboles con las que tropezar. Y bien iluminado,  al fin y al cabo es geroteatro.

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