Árbol que vives junto a la vías: no te tires al tren.
Es verdad que no has nacido en el mejor de los sitios: creces en pendiente, en un lugar que ni es campo ni es ciudad. A un lado las altas torres, al otro las grandes montañas y tú, en medio, pegado a los vagones abandonados, lienzo de los grafiteros.
Nadie se recuesta en tu tronco torcido, árbol de sombra inútil. Ni los pájaros anidan en tu copa vencida. Arbolucho raro a mitad de camino te preguntas muchos días para qué habrás nacido. Sin bosque, sin jardín, sin paseo, sin vereda, sin árborea finalidad.
Los trenes te despeinan las ramas resecas, árbol sin nombre a punto de despeñarte. No lo hagas, alguien que viajaba aburrido en dirección al trabajo te ha visto y le has gustado.
Ha apreciado la belleza de tus hojas amarilleando, temblando levemente con la brisa de la mañana y esas tres gotas brillantes colgando de una rama como joyas fugaces. Le has resultado original y gracioso, especial y único.
Agita la melena con orgullo, árbol raro, desecha tus pensamientos suicidas: tienes un admirador en el tren de las ocho y cuarto.
(Cuaderno de doña Marga)
Solo la sensibilidad de tus ojos pueden amar un árbol al punto del suicidio, me gusta ese punto de vista, un beso.
Porque tú también eres sensible aunque te llames Besta. Pero esto lo ha escrito doña Marga, gracias de su parte.
Solo unos ojos capaces de percibir la belleza, son capaces de verla hasta en un árbol suicida.
Besetes, Eva, para ti y Doña Marga.
Ya sabes, tú que también tienes esos ojos, que a la belleza le gusta esconderse en sitios raros. Besos, María.
Precioso. El árbol y quien lo observa y lo describe.
Muchas gracias. Sé que te gustan los árboles, seguro que este también te gustaría.
¡Seguro! 🙂
Eso no son árboles….son supervivientes….y no es fácil encontrar uno que se aferre así a la vida.
Pero los hay y me encantan.
¡Qué bien le pega doña Marga! El árbol tiene miedo de acabar siendo leña…
Miedo y tentaciones a la vez
Pues si el árbol tiene un admirador, eso es solo el principio. Que no se despeñe, que se aferre bien, siempre merece la pena, aunque solo sea para un admirador.
Por uno se empieza
Eva de mi corazon, yo conozco ese arbol, he viajado en ese tren y me he quedado prendada
Tan prendada como tu o Doña Marga
Besos Eva! Besos Marga!
Qué bueno que lo conozcas y lo admires como nosotras! Muchos besos de las dos.
Gracias a doña Marga; sune una subida de la autoestima cuando nos consideramos árboles perdidos, sin que nadie nos preste atención.
Seguro que tenemos algún admirador oculto que nos mira desde el tren
Desde el tren u oculto en las sombras.
«Como tú piedra pequeña, como tú…» 😉 ¿Será por eso que adoro a Doña Marga? ¿Porque con sus buenas letras siempre me trae más buenas letras a la memoria?
Y por eso, entre otras cosas, ella también te adora a ti
Cualquier día le hago una visita y nos tomamos un café 😉
Eso sería estupendo
😉
El árbol que se pregunta para qué ha nacido.
Me ha traído a la memoria un poema que escribió un amigo (bueno, no es amigo) que se titulaba:
¿Y yo, para qué nací?
Lo quería incluir en un libro suyo y nos consultó a los conocidos. Yo le dije que ni se le ocurriera (bueno, que no lo pusiera). Naturalmente lo incluyó.
Un día vino a verme y, convencido de que yo no había comprendido la intensidad de su poema, me lo recitó personalmente para que me percatase. En realidad estaba muy ofendido conmigo y al final me dijo:
-¿Sabes? Tú has sido el único que «ha tenido cojones» a decirme que no lo pusiera en el libro.
Sin embargo, a ti lo del árbol te ha quedado muy bien.
Bueno, después de leer tu comentario no sé yo si mejor lo borro.