Antes….empezó a decirle en el estanque el pato viejo al pato joven.
Antes todo esto era campo, tío, como si lo viera, me lo has contado muchas veces.
Bueno sí, eso también pero no era eso lo que quería decirte ahora. Antes, aquí, en este parque, había silencio.
¿Qué?, no te oigo, tío, gritó el pato joven nadando hacia el surtidor del estanque pues tenía previsto darse una ducha matinal.
Que antes, gritó también el pato viejo intentando que las máquinas corta césped, los tubos aspira hojas y las tijeras eléctricas iguala arbustos no apagaran su voz, que antes en este parque había silencio. La gente venía para escuchar a los pájaros o el murmullo de las hojas de los árboles.
El murmullo de las hojas, dice el notas, qué muermo, ¿no? Y se sacudió la humedad de las plumas con juvenil desdén.
¿Que qué?, preguntó el pato viejo huyendo de las salpicaduras del otro. Entre lo sordo que estaba y el ruido que había, la comunicación era imposible.
Que qué muermo, o sea, coñazo, tío, los ruidos molan. Los domingos ponen a tope esa megafonía para que corran los runners, menuda marcha que meten, resuena por todo el parque, tun, tun, tun, dando caña de la guapa, ahí, ahí.
A mí me estresa, se quejó el pato viejo. Y ahora, además, obras, están asfaltando los caminos de tierra.
Eso es el progreso, tío, no querrás que esto siga siempre igual, la tierra es chunga, polvo en verano y barro en invierno. ¿Y qué era lo que decías que había antes?
Silencio
Y eso, ¿para qué sirve?
Para estar tranquilo, para pensar, para disfrutarlo, simplemente.
¿Chocheas o qué? Se ha demostrado que si no oyes nada te vuelves loco. Bueno, colega, me voy a poner los auriculares, ponte unos tú también, te metes en el teléfono el sonido de las hojas y a los plastas de los pájaros y ya tienes lo que quieres o no te metas nada y te pones el silencio ese.
El pato viejo se colocó unos tapones de silicona, los ruidos le llegaban igual pero algo más armotiguados. Una bandada de grullas sobrevoló el estanque en dirección al sur.
Si fuera más joven me iría con ellas, huiría de aquí, pero ya no estoy para esos vuelos tan largos, pensó melancólico mientras la hoja amarilla de un plátano de sombra le caía silenciosamente en la cabeza.
(Cuaderno de doña Marga)
Pero qué bonito… Y qué gran realidad. Me ha encantado la frescura del escrito y, por su puesto, la gran verdad que hay en su contenido.
¡¡Muchas gracias!! Un beso grande pero silencioso
Lindo lindo como tu Eva, enhorabuena.
Qué majo eres, Besta. Un besote
Cada vez me siento más como el pato viejo… Un besote!!!
A poco que se nos una alguno más formamos bandada
Te leo despacio, con mis tapones de silicona en los oídos (me los puse para descansar de la grabación del sonido del mar y de la lluvia con truenos de YouTube). Te leo y de pronto me siento pata vieja 🙂 Muy vieja.
Como le respondí a Álter, podríamos formar bandada y volar rumbo a parajes más silenciosos. Con los tapones en el bolsillo de las alas, por si acaso.
A un lugar donde “se callase el ruido”… 😉
De ello te escribí en un comentario ..de
tu imaginación y fantasia. Claro que sí, todos sacamos nuestras historias de la vida real El efecto consiste en ..como lo escribes. Muy, muy inesperado y elegante.
Me alegro de que te guste. Un abrazo, Iaacantha.
Estamos tan acostumbrados al ruido que cuando faltan nos parece soledad.
Y nos incomoda el silencio
Yo nunca estoy en silencio, por desgracia padezco de “acúfenos” http://www.20minutos.es/noticia/2179996/0/acufeno/ruido-interior/cabeza/
Vaya, lo siento, siempre he pensado que tienen que ser muy estresantes aunque supongo que terminarás por acostumbrarte y a ratos no los oirás.
Tal cual dices, así es. De algo hay que padecer, nacer ya es un padecimiento, pero el humor es un excelente bálsamo para casi todo y yo lo consumo sin receta.
Claro, yo aplico la misma medicina para mis padecimientos, o eso procuro. Un abrazo
Lo siento… pero a mí no me agradan los patos… tienen tendencias muy incestuosas.
¿Ah sí? No sabía yo de esas tendencias, a mí me parecían bastante inocentones, ya ves.
Me he acordado -no sé muy bien por qué- de Holden Caulfield al leer lo que ha escrito doña Marga en su cuaderno.
Y he buscado el fragmento y -oh internet- lo he encontrado:
http://www.epdlp.com/texto.php?id2=1291
Muchas gracias, es uno de mis libros preferidos. Pero Holden nunca supo dónde iban los patos cuando helaba.
Pues me siento pata vieja….y esta semana ni te cuento (y eso que acaba de empezar). Como siempre, magistral en tu recreación de escenas. Un besazo!
Pues venga, únete a la bandada viejuna y nos vamos de paseo por los cielos. (Gracias por el piropo)
Me ha encantado. ¡Cómo nos manejas!. La segunda frase la he leído como si estuviera gritando. De repente he empezado a oír el sopla hojas, el de la obra, los coches. Qué facilidad tienes para transportarnos a una situación con tus palabras. A mi no me gusta el sonido enlatado del agua fluyendo o de pájaros cantando, me estresan, o son originales o nada.😀
Gracias, Sensi. Aunque lo de manejar me parece un poco excesivo. A mí tampoco me gustan los sonidos enlatados, es que el sonido tiene que ir unido a un olor, un paisaje, a los otros sentidos. Ser de verdad como tú bien dices.
Eva que buena eres mujer! me uno al
clan vejestud y propongo pàrtir ya en busca del silencio perdido
Allá que vamos!!
Las diatribas de los viejos sobre la forma de vivir actual, siempre y no sólo ahora, han sido habituales. Sólo que ahora ya nadie escucha a los viejos y se contentan con comentarlo entre ellos echando, a cual más puede, leña al fuego.
Si algún día empiezas a despotricar como ellos, ya sabes lo que te pasa.
Todos despotricamos, los viejos puede que más, es verdad que se les hace poco caso. Me parece mal.
¡Qué gran verdad!, estuve en la ciudad y no podía creer el nivel de los ruidos y sonidos por todas partes, la contaminación en que viven, en donde hablar es imposible, donde no hay un momento de paz. El silencio produce mucho miedo, pues tienes que quedarte contigo mismo. Un abrazo
Pues ahí vivo yo. En medio del ruido y la contaminación. A veces encuentro algún rinconcito silencioso pero no está fácil.