El mundo va a ser igual sin Martina, que acaba de morirse justo ahora que acaba el año. Parece que hubiera dicho, otro año más, no, basta, he tenido suficiente, me voy antes de que empiece de nuevo el lío. Pero no lo creo. A Martina le gustaba vivir. Le gustaba su patio con el castaño en medio y los gorriones alborotadores anunciando el fin del día y el principio del otro.
Le gustaba su cocina, sus cazuelas viejas, el plato de duralex con las rebanadas de pan tostado, le gustaba su diminuta virgen del Carmen incrustada en la pared y cubierta con un cristalito. Y su cama hundida por el centro con las sábanas de puntillas y en las almohadas las iniciales bordadas: M y P. Le gustaba P y cómo la miraba con amor después de sesenta años.
Le gustaba barrer, tender en la cuerda con vistas al monte y que vinieran los nietos con las novias y los bisnietos y sacarles la caja de los mantecados y mirar las fotos antiguas. Sentarse en la silla de plástico, debajo del geranio, con las manos sobre el delantal. Pensando. Pensando en todo lo que había vivido, en todo lo que había visto y en lo que vería todavía.
Y con ese aliciente, el de todavía ver un poco más, se fue a la cama: la televisión encendida, un partido de fútbol sonando de fondo, los comentarios de P. en voz alta, su tos, la osa mayor en una esquina del cielo, la helada empezando a caer. Se tapó hasta arriba y dulcemente, murió.
El mundo, indiferente, sigue igual sin Martina, pelo de algodón, ojos azules de muñeca, sigue con sus afanes de mundo avanzando hacia otro año como si no se hubiera dejado por el camino a alguien muy puro y bueno que contribuía, de forma tan humilde y sencilla, a mejorarlo desde su pequeño patio.
(Cuaderno de DM)
Jolín… que bonita forma de rendirle homenaje. Hasta siempre Martina, pelo de algodón.
Casi siempre se hace homenaje cuando acaba el año a la gente importante o famosa que murió pero es que la anónima Martina era muy importante. Por lo menos para los de su alrededor.
Habría forma de contactar contigo de forma privada? Quiero comentarte algo 😉
Claro, escribeme al correo cuando quieras.
Soy muy tonta, llevo buscándolo un buen rato en tu blog y no doy con él!!
A mí me aparece cuando me entran al correo los comentarios, en la parte de abajo. Supongo que estará ahí también el mío. Si no lo encuentras, te lo doy por aquí.
Sí, porfa, casi mejor, es que estoy a dos bandas, ahora te explico bien 😉
Como no me preguntaste? yo tengo su email. No hay comunicación de pareja, ya pareces mi marido.
Tu calla… no podías saberlo. En todo tienes que meterte, pareces la Esme.
Hija, sabes que me cuentas cualquier trola y me la creo..
Por si acaso…
Oye guapa, un respetito con mi persona
El mundo no puede seguir exactamente igual cuando alguien dulce y entrañable se va, las personas que la querían la echarán de menos, notarán su ausencia, el mundo ahora tiene un agujerito.
Claro que sí, tiene un roto, aunque lo disimule comportándose como siempre.
No me importaría ser Martina para amar y ser amada. Morir dulcemente una noche de invierno arropada por cariños y mantas. Haber vivido intensamente sintiendo el aire, oyendo gorriones y saboreando mantecados. Dejar tanta vida tras de mí y ese precioso recuerdo escrito. Porque si alguien escribe algo así de bonito pensando en ti, sobrevives al tiempo y posees una pizca de eternidad 🙂
Qué bonito tu comentario. La verdad es que a mí tampoco me importaría, en el fondo eso es lo que vale en la vida: querer y que te quieran, lo sencillo de cada día. Poco más.
Muy poco más en realidad. 😉
Ay, Martes que bello
🙂 Las buenas letras inspira, Edda. Por eso hay que leer muy mucho a los grandes. ¡Un gran abrazo!
Es verdad, el mundo no sigue igual. Parece, pero no….Martina ha dejado un halo tras de sí, una herencia. Y queda marcada sobre cada pequeño detalle cotidiano de los suyos. El mundo lo ha cambiado Martina.
Muchos besitos.
Es verdad, Natalia, igual, igual no sigue. La huella de Martina es sencilla y pequeña pero ahí está.
Me enamoré de Martina, justo ahora que se fue.
Me alegro de ese amor tardío. La verdad es que era una persona entrañable a más no poder.
Aunque la vida le gustase, quizás solo se cansó de vivir… es lo que tiene la vida, que acaba por cansar
Podría ser aunque no sé si la vida cansa o los que se cansan son los cuerpos.
Seguramente las dos cosas
Se fue con discreción porque no quería incomodar a nadie.
Hay gente buena hasta para morirse.
Mi muy dulce Eva llorando por Martina,la mía,la del pelo blanco y los ojos negros brillantes tee digomi pensar,se cansan los cuerpos, la Vida jamas
Yo también lo creo así, Edda. Muy feliz año nuevo.
Las Martinas de este mundo no se marchan nunca del todo porque han plantado una semilla de dulce amor y memoria en todos aquellos a quienes rozó. Y, mientras la semilla germina y crece y se hace cada vez más fuerte, creerán escuchar sus pasos en el pasillo, verla sentada en la silla de plástico… hasta las sábanas guardarán en sus puntillas durante un tiempo, su perfume.
Qué suerte tienes que te acarició la magia de Martina.
Un abrazo, evavill.
La verdad que sí ha sido una suerte haberla querido y que me quisiera. Espero que sea cierto eso que escribes, muy bien escrito, como siempre. Otro abrazo para ti.
Entrañable … emotivo, Eva. MB.
Me quedo con ese párrafo que tantos y tantos recuerdos me ha traido leyéndolo hoy: “Le gustaba barrer, tender en la cuerda con vistas al monte y que vinieran los nietos con las novias y los bisnietos y sacarles la caja de los mantecados y mirar las fotos antiguas. Sentarse en la silla de plástico, debajo del geranio, con las manos sobre el delantal. Pensando. Pensando en todo lo que había vivido, en todo lo que había visto y en lo que vería todavía.” – Precioso sentir, como una premonición.
Gracias, Enrique. Me gusta que hayas escogido precisamente ese párrafo. Un abrazo
Algún día (en 2092) en cualquier blog:
El mundo, indiferente, sigue igual sin evavill, letras de algodón, textos azules de visionaria, sigue con sus afanes de mundo avanzando hacia otro año como si no se hubiera dejado por el camino a alguien muy puro y justo que contribuía, de forma tan humilde y sencilla, a inmortalizar a las grandes criaturas que la historia se olvida de recordar, en definitiva, a mejorarlo desde su maravilloso blog.
(si me permites la adaptación)
Como para no permitírtelo 🙂 Pero me da mucha vergüenza. Sé que tú te pones roja con mucha facilidad, pues yo también. Así estoy ahora.
Bienvenida a eritrófobos anónimos. Te guardo una plaza en mi nave espacial a Marte 🙂
¡Qué bonito! Creo que más o menos has descrito mi muerte perfecta. Sin el fútbol, claro y conservando la vista para leer, si no es mucho pedir. Y bueno, en vez de mantecados algo con chocolate. Yo soy team chocolate, por si no lo sabías. Pero el caso es que ha sido una cosa preciosa de texto.
Coincidimos en el chocolate, no puedo vivir sin él, y en quitar el fútbol de fondo. Por lo demás, también sería así mi muerte ideal, en mi cama y como el que apaga una luz.
– “La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo.”
Isabel Allende
Gracias por la cita, es muy bonita y creo que se ajusta mucho a la realidad. Mueres de verdad cuando ya nadie se acuerda de ti.
Que manera tan bonita de morir: arropadita, dormida, dulcemente, rodeada de amor. Que mas se puede pedir? Es muy lindo esto que has escrito. Debe haber una viejita sonriendo en el cielo.
¡Ojalá! Feliz año nuevo, Melba
A ti, besos.
Vaya…
Creo que Martina ha dejado muchos vacíos en los corazones.
Una pena.
Besos.
Eso parece pero peor hubiera sido dejarlos enteros. Gracias por pasarte y comentar, Toro. Te estoy leyendo poco a poco, tienes mucho escrito. Mucho y bueno.
Las innumerables personas que embellecen el mundo, no sé la razón, suelen pasar desapercibidas.
Los desagradables se hacen notar mucho más
Comparto esta delicia