Mes: enero 2016

Rata a sus anchas

Por fin se quedó vacía la casa y dejaron de perseguir a la pobre rata que vivía en el desván, la que excavó una galería que llevaba hasta la cocina. La oyó por primera vez una de las tías, la madrugadora, mientras hacía café,  un raspar de patas rápido y angustiado. Uno de los tíos, el de las herramientas, taponó el agujero con papeles y masilla, pero eso no impidió que siguieran oyendo el ruido de patas apresuradas, arañando.

Corría la rata por las entrañas de la casa buscando nuevas salidas para acceder a la comida. Una noche logró llegar hasta el armario de los botes, royó la tapa del bote de la sal, agujereó el paquete de harina y se hizo con un botín de macarrones.

Mientras veían la televisión o jugaban a las palabras cruzadas, oían de fondo sus pasos agónicos y sus nerviosas carreras. Es un pájaro, dijo el tío de las bromas, para tranquilizar a la tía miedica. Y todos rieron porque sabían que eso que oían moverse por dentro no tenía alas.

Le pusieron trampas, la acosaron de diferentes maneras pero la mayor pare del tiempo se olvidaban de ella. Salían al jardín, regaban las hortensias, bostezaban, fumaban mirando al horizonte, observaban cómo cazaba mosquitos la salamanquesa, se criticaban unos a otros, se aburrían, soñaban con estar en otro lugar, bebían cerveza, contemplaban la luna entre los pinos, barrían del suelo las flores secas del tilo, escuchaban el toc toc de un pájaro carpintero, iban a la compra, se quejaban de calor, miraban jugar a los niños y deseaban  secretamente que crecieran para ser otra vez libres. Como antes.

El deseo secreto se cumplió porque los niños, todos, hasta el más pequeño, el del triciclo, crecieron. Ya eran libres, y no tenían motivo para volver todos juntos, tíos y tías, primos y primas, a pasar el verano en la casa grande y vieja. Se dispersaron. En el jardin abandonado proliferaban los hierbajos y se secaban las hortensias, manchas de moho se extendían por las paredes. Regresaron varios días a llevarse cosas mirándose unos a otros con recelo.  Eran libres pero no como antes.  Los cuartos les parecieron extraños y las cosas feas, pero, aún así, hicieron lotes y se las repartieron. Colgaron el cartel de se vende y salieron rápido de allí, de esa casa donde habían sido felices sin saberlo. Eso inquietaba, era como un desperdicio.

Por fin la rata pudo campar a sus anchas, abandonar el angosto y oscuro mundo de las galerías, dejar los intestinos de la casa, pasearse como una reina por pasillos y habitaciones, bajar por las escalera con aires de diva, salir al patio trasero y llamar a todas sus hermanas para fundar su imperio, allí,  sobre las ruinas.

(Cuaderno de DM)

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Los munditos

En el capítulo de ayer:  (Esme, más aburrida que una mona, dedica sus horas laborales a brujuelar por la red. Encuentra una noticia que le llama la atención, vete tú a saber por qué, y se dedica a escribir sobre la misma haciéndose la profunda. La gente, que es muy simpática, le sigue la corriente con sus comentarios y hasta le lanza caritativos «me gusta». Ella, creyendo que ha escrito algo ingenioso, se pone tan contenta.)

En la entrada de hoy: (Eva y doña Marga pasan la tarde en un andén del metro observando el panorama. Doña Marga quiere un mundito.)

Qué cosas más raras, la doña Marga se empeñó el lunes en que la llevara al metro a pasar la tarde. Digo, pero doña Marga, el metro es un sitio muy feo, no le veo el interés y además con la silla de ruedas no podemos bajar las escaleras. Si quiere salir, y como hace muy mal día para el parque, mejor vamos a una cafetería.

Ya me estaba yo relamiendo imaginando el plato de tortitas con nata que me iba a zampar pero no tardaron mucho en deshacerse mis ilusiones máster chef.

De cafeterías, nada, se me pone dando con el bastón en el suelo como hace cuando se enfada. Ahora que lo pienso no sé por qué lleva bastón si está siempre en la silla, será un aditamento de su imagen o algo así. Las cafeterías están llenas de viejas supervivientes, no me apetece ver eso , quiero ver gente mezclada, de todas las edades, tamaños y condiciones. La misma vida. Ya me hartaré de ver viejas cuando me lleven a la residencia,  con lo aburridas que son las viejas. Vámonos al metro que hay ascensor, me he informado.

Por el camino me ha ido contando que su sobrina la doña Repolluda quiere llevarla a una residencia, que se lo pinta muy bonito y le habla de un jardin precioso con un almendro y más árboles frutales llenos de pájaros, conejos correteando por la hierba, una galería acristalada para tomar el sol en invierno y bingo todas las tardes.

Bingo, bingo, dice muy indignada dándole con el bastón a una farola, con lo que odio el bingo, no he visto juego más idiota en mi vida. Por eso, por si me llevan al guetto de los viejos quiero empaparme bien antes de gente diversa. Mira, mira, qué alegría, cómo corren todos por los pasillos tan apresurados con sus ocupaciones. Venga, aquí nos sentamos para ver el panel que indica cuánto falta para el próximo tren. Un minuto solo, ya va hacer su entrada, qué bien.

Pues menuda diversión, ver entrar y salir gente. Oye, pues ella estaba encantada y qué cotilla es, no me imaginaba yo que tenía esa afición. Empieza: mira ese, qué cabezón más grande, ¿verdad?, y esa mujer qué cara de pena, le tiene que pasar algo, los jovencitos, qué salaos con sus granos y sus piernas largas, vendrán de estudiar, estarán enamorados, qué lindura. Me encantan los pantalones de flores que lleva esa chica, huy, qué culo más gordo, esa te gana, Eva.

Mira qué simpática la doña Margarita. Al rato de estar ahí sentadas observando los movimientos de la gente, va y me dice: se lo pasan muy bien en sus munditos, eso que van mirando todos con las cabezas para abajo como pájaros a punto de dar el picotazo, y muchos se ríen cuando lo miran, tiene que ser divertido lo que ven porque si no, no lo mirarían con tanta concentración.  Me gustaría tener un mundito de esos, para la residencia o para algunas tardes, se me hacen largas. No te hagas la que no sabes de qué te hablo, que tú también tienes mundito y lo miras mucho.

No, yo es que estoy con el blog, donde escribo. Y me ponen comentarios, los contesto, eso hago. También le ponen a usted cuando cuelgo sus escritos.

Pues precisamente, tu mundito. Quiero uno para mí, ¿dómde me lo podría comprar? Entérate. Mira, otro tren va a hacer su entrada, viene lleno llenísimo, ahora van salir muchos.

Me veo que no salgo del andén de metro en lo que quede de invierno. Y a la doña Marga empantallada no termino de imaginármela, ella es más de mundos que de munditos aunque con esta mujer nunca se sabe.

 

Fíate y no corras

En el capítulo anterior: Eva os mete un rollo del diez sobre lo de siempre, su jefa, la escritora cansina, y las otras locas que en su casa habitan. Luego pasa un poco la aspiradora, más bien la enciende para que haga ruido pero de moverla, poquito, y suspira por el palurdo del Toni. Será boba…

En este, el bueno de verdad, la Esme desde el quiosco, la única cuerda de por aquí, comenta un hallazgo de alcance mundial que confirma y respalda su teoría sobre la falta de remedio del ser humano.

¿Os suena la masacre de Mataruk?, no creo porque sucedió en el holoceno y ahí ni la de los cuadernos había nacido. El caso es que unos investigadores de Cambridge, cómo me hubiera gustado a mí ser investigadora y publicar en la revista Nature,  han encontrado allí mismo, en esa zona de Kenia, huesos fosilizados de un grupo de hombres, mujers y niños que fueron masacrados hace 10.000 años. Estas evidencias de violencia entre grupos desmontan la teoría de que los hombres no empezaron a darse de tortas hasta que no fueron sedentarios.

Nada, que no nos hizo falta ni asentarnos ni que arraigara en nosotros el sentido de la propiedad ni tener excusas aceptables como la carestía de alimentos. Mucho antes de eso ya hacíamos guerras. Dicen los investigadores que tal vez se trate de «una respuesta antagónica estandar (RAE) entre dos grupos que se encuentran, no se gustan y se pelean». Leches con las respuestas antagónicas estándar, si llevamos dando RAE desde que pusimos un pie en este planeta, ya tendríamos que estar extinguidos.

Luego, esos investigadores,  que ya me están cayendo mal aunque tampoco sabría explicar por qué, después de describir el estado de los restos sin ahorrar detalle macabro, se ve que se arrepienten un poco de la mala imagen de la humanidad que están dando con su descubrimiento y añaden muy finamente: la masacre de Mataruk es un eco de la violencia humana más antigua, tal vez, como el altruismo, que nos ha llevado a ser la especie más cooperativa del Planeta» .

Sí, sí, mucho altruísmo, mucha cooperación y todo lo que ellos quieran,  tú fíate de las respuestas antagónicas estándar y no corras.

 

 

Heridas varias

En el episodio anterior: ( Eva interroga al Jacobín sobre el paradero de los chupetes pero el niño se sale por peteneras. Hablan de la luna y fuman de mentira.)

En el episodio de hoy:( la Patricia ha vuelto a encerrarse en su cuarto para escribir su interminable novela, la Salus dice tonterías y la Poncho todavía más. Eva pasa la aspiradora y añora al Toni. Siempre añorando al Toni, ¿qué pócima del amor le habrá dado a beber ese hombre?, es que si no, no se entiende, vamos.)

Pues sí, majos, la Patricia, cual Sherezade contemporánea, ha vuelto a sus escritos, se ha enclaustrado en su cuarto de la creación y de dentro sólo nos llega el sonido de las teclas y algún que otro suspiro. Os digo yo que esta no termina nunca la novela que se trae entre manos porque lo que le gusta es, precisamente, traérsela entre manos y no terminarla, que ya nos vamos conociendo. La Sherezade narraba para salvar su vida, que la tenía amenazada por el sultán y mi jefa lo hace para salvar la suya, pero del aburrimiento. ¿Veis?, muy contemporaneo.

La Salus, que todo eso no lo sabe y se cree que es una escritora de verdad, de las que empiezan y acaban, dice que la admira muchísimo, que sus letras son ma-ra-vi-llo-sas, lo pronuncia con pausa entre sílabas para que dure más la maravilla, y que siente una comunión muy especial con ella.

Las dos somos letraheridas, se me pone llevándose una mano al corazón, como si con eso quedara todo más que aclarado. Primera noticia que tengo de que exista esa enfermedad.

¿Y para eso hay tratamiento?, le he preguntado yo, la Esme toma el magnesio, yo que vosotras  probaría, lo tienen en el herbolario.

De paso me he quitado del medio, no  vaya a ser contagioso el letraherimiento y acabemos todas desangrándonos por las esquinas. Y trajinando, aspiradora mediante, por estancias y pasillos, he topado con la Poncho. Hallábase la moza bien apoltronada en un sillón, arrebujada en el sari, colgando las fotos de la India en su instagram y contando con mucha satisfacción los likes recibidos. A su vera tenía el plato de los dulces navideños sobrantes y se los estaba merendando pero que a base de bien.

Es que he venido muy famélica de India, me dice con la boca llena de polvorón, necesito recobrar fuerzas para empezar un nuevo cuadro que me han encargado. Como  me ha visto resoplar, porque la aspiradora liviana no es, me ha hecho muy amablemente el siguiente ofrecimiento: ¿te alineo los chakras? Es solo un momento y te quedas como nueva, la energía fluye sin obstáculos y tú, liberada y feliz… ¿te importa antes traerme de la cocina un vaso de agua y algo saladito?, es que el polvorón reseca un poco y también empalaga.

Con este cacharro en funcionamiento es que no se oye nada,  me he salido yo tambien por peteneras siguiendo los métodos de mi maestro el Jacobín. Voy a seguir que tengo mucho tajo, adiós, hermosa. Y me he pasado toda la mañana aspirando y pensando en el Toni porque el trabajo físico te deja la mente libre, para bien y para mal.

He rememorado cuando vivíamos juntos y él gruñía por todo, sus odios y aborrecimientos, sus angustias y desesperaciones  y todo eso tan bonito que supone querer a un raro insatisfecho. Me ocurre mucho los lunes, como nos vemos el fin de semana, recargo la batería del enamoramiento y no se me pasa nunca. Es como la Morganina y los chupetes, ni se los dan del todo ni se los quitan definitivamente y así no hay quién se desenganche.

Ay, madre, a ver si voy a estar Toniherida perdida. Y eso sí que no se me va a pasar ni con magnesio ni con potasio ni con toda la tabla periódica que me ponga encima.

Preguntas y humo

Anteriormente en «El blog de una empleada doméstica»:  (los chupetes desparecen misteriosamente en casa de Patricia, Eva sospecha de Jacobín pero no tiene pruebas que demuestren la culpabilidad del muchacho. Mientras tanto, Esmeralda desde su quiosco, sigue buscando infructuosamente un invento que la catapulte al éxito y rumiando su odio hacia la señora de los cuadernos por los numerosos halagos, a su juicio injustificados y desmedidos, que sus escritos reciben.)

¿A que esto parece «Lost», con ese previously que me acabo de marcar? Y que aquí también se pierden cosas, no son los pasajeros de un avión pero, oye, los chupetes también tienen lo suyo. Y siguen desapareciendo. Todos los días. Claro que a la Morganina ya no le afecta tanto, a todo se acostumbran los cuerpos y el suyo ya se está habituando a verse privada unas horas de su artilugio de succionar. Llora, pero desganada. Como si se dijera la chiquilla, total, pa qué.

El presunto ladrón no confiesa y no será porque no le hago preguntas, tanto indirectas como directas. Dime ya dónde guardas los chupetes, tunante, le he dicho esta mañana camino del colegio harta de indagar a base de rodeos y miramientos para no herir su suceptibilidad.  Mira, fumo, me dice él expulsando vaho por su boca, fuma tú también. Lo que me faltaba, no sólo desvía la conversación si no que quiere que nos echemos un pitillo imaginario.

Que no, rico, que fumar es malo, no fumamos, no te hagas el longuis y confiesa ya. ¿Quién pone y quita la luna?, me dice entonces parándose y mirando al cielo con cara de extrañeza. Nadie, ella sola viene y ella sola se va, le respondo yo haciendo alarde de mis grandes conocimientos científicos.

De ahí hemos pasado a dónde se va cuando se va y de dónde viene cuando viene, si le acompaña su madre, la luna grande, por el camino o si tiene una cuidadora, otra luna grande pero no blanca, vaya con el niño, racismo lunar. Si va a un colegio de lunas y con quién juega en el recreo, si en el recreo empujan a la luna y si…Digo, mira, majo, vamos a fumarnos ese cigarro invisible que ya no puedo más, necesito un receso. A ver, que te lo enciendo, muy bien, ahora sopla, ya estamos fumando y ,mientras se fuma, no se puede hablar.

Si de mayor se hace adicto a la nicotina, a mí que me registren.

 

Los vecinos viejos

Unos de mis vecinos son dos hermanos muy viejos. Son tan viejos que sus padres también son viejísimos, el padre incluso murió de puro viejo que era. Ahora viven con la madre vieja y cuidan de ella entre amorosos y malhumorados porque piensan, y tienen razón,  que deberían ser ellos los cuidados.

A través del tabique que nos separa oigo sus toses viejas, su arrastrar de zapatillas, sus viejos programas de televisión y cómo se llaman a gritos entre ellos cuando necesitan auxilio para secarse un pie o abrocharse un botón.

Cuando salgo al rellano para subirme al ascensor huele a sopa de otro siglo y me imagino flotando a los fideos arrugados, a punto de perecer. Si abren la ventana para ventilar entra en mi casa un olor a polvo rancio, a moqueta asilo de ácaros ancianos.

Todos los días salen un rato a la calle, después de dejar a la madre sentada en un sillón desvencijado, y dan una vuelta a la manzana con las bocas tapadas por dos bufandas de cuadros grises. Despacio, parece que nunca van a coronar el final de la cuesta, hasta la meta del portal. Pero llegan, porque son tenaces, y se agarran jadeantes a la barandilla de la escalera mirando con admiración y un poco de susto el trote con salto final de Pablito, el niño del tercero, mochila a la espalda y llave colgada del cuello.

(Cuaderno de DM)

 

La vida es una rutina (ina, ina)

Qué pesada es Eva, no sé qué rollos ha venido a contarme esta mañana, algo de que en casa de su jefa desaparecen los chupetes y ella cree que ha sido el Jacobín, que la niña llora, que la Poncho se pone el sari y que cuando vuelva a ver a la Noe (espero verla poco porque esa insustancial me pone de los nervios) ya  no le llame así porque ahora se llama Miranda.

Pero qué de milongas, chica, tan de mañana. Al principio he hecho como que prestaba atención asintiendo con la cabeza hasta que se me han empezado a resentir las cervicales y la paciencia y le he pedido silencio. Menos mal que Eva no se enfada, me cortan a mí así el discurso y el cortador de discursos se puede ir despidiendo de su existencia miserable.

Es que hay días que no está una para atender chorradas y hoy es uno de ellos. Me han robado una idea, un invento que llevaba yo tiempo pergeñando, un ingenio que venía  diseñando en mis noches de insomnio, lo tenía a puntito de patente cuando leo esta mañana:  japoneneses inventan una red caza drones.  Dónde están esos nipones que me los cargo, pero si esa red la tenía yo pensada y dibujada desde que me obsesiona el peligro dron y ya os digo que me obsesiona hace mucho. La red, por cierto, la sostiene otro dron, tal y como era en mi boceto, estos bichos me atraen y repelen a partes iguales.Mierda de espionjae industrial, justo ahora que estaba un paso de dar el pelotazo.

Pues nada,me quedo como estoy, a verlas venir desde el quiosco un día más. Si ya lo canta ese gran filósofo flamenco que es el Capullo de Jerez, «la vida es una rutina, ina, ina, ina. Apágame la luz y enciéndeme la luz» y venga con darle al interruptor durante  toda la canción para que quede claro el concepto repetición.

Por eso será que añade, » cuando vuelvo pa mi casa y cojo la carretera, me pongo mu contento sinveo la luna llena». Natural, porque con tanta rutina cualquier acontecimiento novedoso es de agradecer y luna llena no se ve todos los días.

Mira que pisarme la idea desde el oriente…tendré que inventarme otra cosa. Voy a ponerme ahora mismo a pensar mientras canto para darme ánimos, «la vida es una rutina, ina, ina, ina, apágame la luz y  enciéndeme la luz».

Agenda

Cargado de pereza de domingo, el cielo va al almacén del material, se sienta sobre una de las cajas de cartón y con un lápiz mordido apunta en su libreta el plan de extras de la semana.

Para el lunes va a programar un par de bandadas de aves migratorias cruzándolo de norte a sur a primera hora de la mañana y otras tres al atardecer en dirección contraria. Suficiente para ser el primer día de la semana.

El martes, qué pone el martes, piensa estrujándose el traje azul, puede poner un desfile de nubes a eso de la media mañana, nubes gordas, ahí están, en la caja grande. Bien, eso es vistoso.

¿Y si saca para el miércoles uno de los arcos iris? Tiene pocos y además no quiere recargar la semana, ya puso la anterior una tormenta con rayos, luego le acusan de sensacionalismo. Muerde el lápiz, indeciso. Está bien, sacará uno de los arcos pero breve, lo que es mostrarlo un minuto y para dentro. El que esté espabilado y sepa mirar, se lo encontrará.

Jueves, nada, traje gris y a descansar y como protesten, y sabe que van a protestar, lo prolonga al viernes. Pues eso, grisuras también el viernes, así tiene tiempo de ordenar sus cosas. La caja de los vientos está hecha un asco.

El sábado se va a lucir con la luna llena, no hay más que pensar, y la dejará puesta toda la mañana para aprovechar el tirón. No retirar la luna, escribe con letra temblorosa, de cielo viejo.

Y ya es domingo otra vez, como se pasan los días. Unos vientos removedores para el domingo y pájaros en uve y remolinos de hojas y la luna por un lado y el sol por el otro.  Echando el resto, nada de minimalismos. Nubes a la hora de la puesta de sol, de las rojas y una grande morada al final, cerrando espectacularmente la semana.

Pues ya está, puede descansar, son tantos años de hacer básicamente lo mismo que ya empieza aburrirse, pero le ha tocado ser cielo, peor sería ejercer de núcleo terrestre sin que nadie admirara su arte. Guarda el lápiz chupado y la agenda, abre la caja donde pone «estrellas», se espolvorea unas cuantas en el pijama de raso negro, se coloca la radio bajo la almohada, traga la pastilla para el insomnio y se extiende a dormir.

(Cuaderno de DM)

 

 

Digna de admiración

Mira, mira lo que pone aquí, me grita la antes llamada Noe, zarandeándome con violencia.

No son esas maneras de despertar a una amiga íntima, ¿y si estaba volando en sueños y me caigo de golpe sobre algún tejado?

¿Estabas volando, Eva?, ay, perdona, pues sigue, sigue, ya te lo leo luego.

No, venga, le digo levántandome del sofá, acabo de aterrizar, lee eso tan importante que no puede esperar ni a que suene el despertador.

Y va y me lee: Miranda es un nombre de origen latino que significa digna de ser admirada.

¿Cómo se te queda el cuerpo?, me pregunta a continuación clavándome unos ojos muy fuera de sus cuencas.

¿Me pega sí o no? Y ten en cuenta que he elegido el nombre a voleo, porque me gustaba, nada más. Es que alucino, alucino. Y espérate que hay más: Miranda es uno de los personajes de la Tempestad de Shakhespeare, ja.

No sé si es que no lo pillo porque todavía no me he tomado el primer café, le he dicho yendo hacia la cocina con la sana intención de desayunar. Ella venía detrás con la también sana intención de darme la chapa.

Pero, Eva, ¿no lo ves? Que tú fuiste Shakespeare en tu otra vida y me creaste en una de tus obras y por eso, ahora, somos íntimas amigas en esta otra existencia. Estoy contentísima, pero contentísima, de haber elegido Miranda. Ese nombre me estaba buscando. Ahora, llamándome así, seguro que encuentro por fin algún musero.

No tenía muchas ganas de preguntarle que qué era eso, porque a esas horas no estoy para explicaciones raras que bastante había tenido ya con lo anterior, pero, claro, me ha entrado curiosidad.

¿Musero?, ¿no será mesero? El Toni también fue mesero, o sea, camarero,y no te creas que son tan chollo, habrá de todo, claro.

Que no, boba, camarero, no, eso está muy visto. Musero, de musa, de los que tienen musas porque son artistas y las necesitan para crear más y mejor. Lo que yo siempre he querido porque a mí el arte no me va ni se me da bien,  pero inspirarlo sí, cada uno tiene que saber cual es su sitio en el mundo y ahora, como ya soy digna de ser admirada oficialmente, porque me llamo Miranda que significa precisamente eso, pues…

¿Y de dónde te has sacado todo esa información?, le pregunto no sé ni para qué porque me lo estaba viendo venir.

Pues de la página web de los nombres, de dónde va a ser. Es la misma que te revela tu vida anterior, me encanta esa página y es de lo más completa porque también te combina el nombre  con el horóscopo, no va ser lo mismo si eres una Miranda Capricornio, como yo, que si eres Miranda Aries, comprenderás.

¿Te busco lo que quiere decir Eva? Espera que ya voy. Eva significa fuente de vida, la que vive o la que da la vida. Es una mujer adorable y creativa. ¿No lo ves? Eres tú tal cual, no te tienes que cambiar el nombre porque el tuyo está bien puesto.  Y ahora te busco el de tu amiga la señora mayor Esmeralda.

Ella tampoco se lo va a tener que cambiar, me parece, significa la que brilla, bueno eso igual sí se lo tiene que cambiar, y la que tiene esperanzas. Eso es verdad, ella tiene siempre muchísimas esperanzas, vamos, yo, si fuera ella, estaría deprimidísima porque ya a su edad…

¿Por dónde, por dónde andará mi musero?, y se queda toda ensoñadora mirando por el patio los calcetines tendidos del vecino.

Está lloviendo, se le van a mojar, dice rápidamente sacando el lado práctico que toda Miranda Capricornio lleva en su interior.

 

Jacobín el presunto

Una situación de máxima urgencia acaecía esta mañana en casa de la Patri cuando mi dedo se ha posado en el timbre de la puerta presto a hacerlo sonar. Pero no lo he hecho sonar de inmediato, he permanecido un rato restregándome las botas en el felpudo, no porque llevara las suelas muy sucias, si no porque quería entender a qué drama correspondía ese griterío con el llanto de la Morganina de fondo y así decidir si entraba o mejor huía.

Rápido, ahí no, ya he mirado, debajo de la cuna, por los sofás, en el cuarto de baño grande, en el mediano, en el pequeño, por el pasillo, en mi estudio no está, ya he revuelto todo, sobre la mesa del comedor, es rarísimo, no lo puedo entender y todas las mañanas igual, ya llevamos así una semana, se pierden todos los chupetes.

Ah, bueno, pues si sólo se trata del horripilante caso del chupete perdido, creo que entro, me he dicho a mí misma pulsando el timbre con gran decisión. Me ha abierto la Poncho ataviada con un sari rosa y dorado y un falso tercer ojo pegado entre sus dos cejas.

Namasté, me dice la mema, no encontramos los chupetes y la niña está amoratándose. Por detrás he visto el culo en pompa de la Salus que andaba tirada por los suelos buscando cual perro de presa y a la Patricia en camisón, de raso, eso sí, con los pelos enmarañados, yendo de un lado a otro con la gimiente en brazos. Qué estampa.

¿Y no sería mejor, dado lo urgente de la situación, bajar a la farmacia?, he propuesto.

Es que bajamos todos los días, no hacemos más que comprar chupetes y siempre desaparecen, me ha contestado la Salus alzando la cabeza con alguna que otra pelusa enredada en sus cabellos. Quién le mandará husmear debajo de los sofás.

Es extraño, sí, tan extraño como ver el Jacobín dulcemente sentado en su pupitre con el pelo peinado a la colonia y coloreando dinosaurios con primor,con la manía que tiene él al noble arte del coloreo sin salirse de la raya. Esa conducta beatífica tan anómala me ha hecho sospechar, pero no era el momento de colocarle el presunto delante del nombre, llegábamos tarde.

Camino del colegio le he sometido a un severo interrogatorio. Qué capacidad tiene para eludir las preguntas incómodas y cambiar de tema de conversación, qué de promesas de amor, obediencia y futuros dibujos regalo he recibido esta mañana. Este niño dirigirá el país en un futuro, lo presiento.

A la vuelta les he llevado tres chupetes relucientes con los que apaciguar a mi desconsolada niña yonki. Estaba mamando con mucha aplicación y bajo la mirada de aprobación de la Salus que parecía decir, así, así, vais por buen camino. Las maneras tan raras y cómodas que encuentra la gente para ganarse la vida. Si lo llego a saber, me hago Salus, igual todavía estoy a tiempo.

¿Os toco los cuencos tibetanos?, nos ha propuesto la Poncho a todo esto. Si ya os digo que el nuevo año no me está trayendo muchas novedades y a vosotros, de rebote, en este blog, pues tampoco. Arranca la undécima legislatura y yo aquí hablando de chupetes. Ni viaje inciático ni nuevos temas de escritura. No tengo remedio.