Día: 13 de enero de 2016

Jacobín el presunto

Una situación de máxima urgencia acaecía esta mañana en casa de la Patri cuando mi dedo se ha posado en el timbre de la puerta presto a hacerlo sonar. Pero no lo he hecho sonar de inmediato, he permanecido un rato restregándome las botas en el felpudo, no porque llevara las suelas muy sucias, si no porque quería entender a qué drama correspondía ese griterío con el llanto de la Morganina de fondo y así decidir si entraba o mejor huía.

Rápido, ahí no, ya he mirado, debajo de la cuna, por los sofás, en el cuarto de baño grande, en el mediano, en el pequeño, por el pasillo, en mi estudio no está, ya he revuelto todo, sobre la mesa del comedor, es rarísimo, no lo puedo entender y todas las mañanas igual, ya llevamos así una semana, se pierden todos los chupetes.

Ah, bueno, pues si sólo se trata del horripilante caso del chupete perdido, creo que entro, me he dicho a mí misma pulsando el timbre con gran decisión. Me ha abierto la Poncho ataviada con un sari rosa y dorado y un falso tercer ojo pegado entre sus dos cejas.

Namasté, me dice la mema, no encontramos los chupetes y la niña está amoratándose. Por detrás he visto el culo en pompa de la Salus que andaba tirada por los suelos buscando cual perro de presa y a la Patricia en camisón, de raso, eso sí, con los pelos enmarañados, yendo de un lado a otro con la gimiente en brazos. Qué estampa.

¿Y no sería mejor, dado lo urgente de la situación, bajar a la farmacia?, he propuesto.

Es que bajamos todos los días, no hacemos más que comprar chupetes y siempre desaparecen, me ha contestado la Salus alzando la cabeza con alguna que otra pelusa enredada en sus cabellos. Quién le mandará husmear debajo de los sofás.

Es extraño, sí, tan extraño como ver el Jacobín dulcemente sentado en su pupitre con el pelo peinado a la colonia y coloreando dinosaurios con primor,con la manía que tiene él al noble arte del coloreo sin salirse de la raya. Esa conducta beatífica tan anómala me ha hecho sospechar, pero no era el momento de colocarle el presunto delante del nombre, llegábamos tarde.

Camino del colegio le he sometido a un severo interrogatorio. Qué capacidad tiene para eludir las preguntas incómodas y cambiar de tema de conversación, qué de promesas de amor, obediencia y futuros dibujos regalo he recibido esta mañana. Este niño dirigirá el país en un futuro, lo presiento.

A la vuelta les he llevado tres chupetes relucientes con los que apaciguar a mi desconsolada niña yonki. Estaba mamando con mucha aplicación y bajo la mirada de aprobación de la Salus que parecía decir, así, así, vais por buen camino. Las maneras tan raras y cómodas que encuentra la gente para ganarse la vida. Si lo llego a saber, me hago Salus, igual todavía estoy a tiempo.

¿Os toco los cuencos tibetanos?, nos ha propuesto la Poncho a todo esto. Si ya os digo que el nuevo año no me está trayendo muchas novedades y a vosotros, de rebote, en este blog, pues tampoco. Arranca la undécima legislatura y yo aquí hablando de chupetes. Ni viaje inciático ni nuevos temas de escritura. No tengo remedio.

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