En el episodio anterior: ( Eva interroga al Jacobín sobre el paradero de los chupetes pero el niño se sale por peteneras. Hablan de la luna y fuman de mentira.)
En el episodio de hoy:( la Patricia ha vuelto a encerrarse en su cuarto para escribir su interminable novela, la Salus dice tonterías y la Poncho todavía más. Eva pasa la aspiradora y añora al Toni. Siempre añorando al Toni, ¿qué pócima del amor le habrá dado a beber ese hombre?, es que si no, no se entiende, vamos.)
Pues sí, majos, la Patricia, cual Sherezade contemporánea, ha vuelto a sus escritos, se ha enclaustrado en su cuarto de la creación y de dentro sólo nos llega el sonido de las teclas y algún que otro suspiro. Os digo yo que esta no termina nunca la novela que se trae entre manos porque lo que le gusta es, precisamente, traérsela entre manos y no terminarla, que ya nos vamos conociendo. La Sherezade narraba para salvar su vida, que la tenía amenazada por el sultán y mi jefa lo hace para salvar la suya, pero del aburrimiento. ¿Veis?, muy contemporaneo.
La Salus, que todo eso no lo sabe y se cree que es una escritora de verdad, de las que empiezan y acaban, dice que la admira muchísimo, que sus letras son ma-ra-vi-llo-sas, lo pronuncia con pausa entre sílabas para que dure más la maravilla, y que siente una comunión muy especial con ella.
Las dos somos letraheridas, se me pone llevándose una mano al corazón, como si con eso quedara todo más que aclarado. Primera noticia que tengo de que exista esa enfermedad.
¿Y para eso hay tratamiento?, le he preguntado yo, la Esme toma el magnesio, yo que vosotras probaría, lo tienen en el herbolario.
De paso me he quitado del medio, no vaya a ser contagioso el letraherimiento y acabemos todas desangrándonos por las esquinas. Y trajinando, aspiradora mediante, por estancias y pasillos, he topado con la Poncho. Hallábase la moza bien apoltronada en un sillón, arrebujada en el sari, colgando las fotos de la India en su instagram y contando con mucha satisfacción los likes recibidos. A su vera tenía el plato de los dulces navideños sobrantes y se los estaba merendando pero que a base de bien.
Es que he venido muy famélica de India, me dice con la boca llena de polvorón, necesito recobrar fuerzas para empezar un nuevo cuadro que me han encargado. Como me ha visto resoplar, porque la aspiradora liviana no es, me ha hecho muy amablemente el siguiente ofrecimiento: ¿te alineo los chakras? Es solo un momento y te quedas como nueva, la energía fluye sin obstáculos y tú, liberada y feliz… ¿te importa antes traerme de la cocina un vaso de agua y algo saladito?, es que el polvorón reseca un poco y también empalaga.
Con este cacharro en funcionamiento es que no se oye nada, me he salido yo tambien por peteneras siguiendo los métodos de mi maestro el Jacobín. Voy a seguir que tengo mucho tajo, adiós, hermosa. Y me he pasado toda la mañana aspirando y pensando en el Toni porque el trabajo físico te deja la mente libre, para bien y para mal.
He rememorado cuando vivíamos juntos y él gruñía por todo, sus odios y aborrecimientos, sus angustias y desesperaciones y todo eso tan bonito que supone querer a un raro insatisfecho. Me ocurre mucho los lunes, como nos vemos el fin de semana, recargo la batería del enamoramiento y no se me pasa nunca. Es como la Morganina y los chupetes, ni se los dan del todo ni se los quitan definitivamente y así no hay quién se desenganche.
Ay, madre, a ver si voy a estar Toniherida perdida. Y eso sí que no se me va a pasar ni con magnesio ni con potasio ni con toda la tabla periódica que me ponga encima.