En el capítulo de ayer: (Esme, más aburrida que una mona, dedica sus horas laborales a brujuelar por la red. Encuentra una noticia que le llama la atención, vete tú a saber por qué, y se dedica a escribir sobre la misma haciéndose la profunda. La gente, que es muy simpática, le sigue la corriente con sus comentarios y hasta le lanza caritativos «me gusta». Ella, creyendo que ha escrito algo ingenioso, se pone tan contenta.)
En la entrada de hoy: (Eva y doña Marga pasan la tarde en un andén del metro observando el panorama. Doña Marga quiere un mundito.)
Qué cosas más raras, la doña Marga se empeñó el lunes en que la llevara al metro a pasar la tarde. Digo, pero doña Marga, el metro es un sitio muy feo, no le veo el interés y además con la silla de ruedas no podemos bajar las escaleras. Si quiere salir, y como hace muy mal día para el parque, mejor vamos a una cafetería.
Ya me estaba yo relamiendo imaginando el plato de tortitas con nata que me iba a zampar pero no tardaron mucho en deshacerse mis ilusiones máster chef.
De cafeterías, nada, se me pone dando con el bastón en el suelo como hace cuando se enfada. Ahora que lo pienso no sé por qué lleva bastón si está siempre en la silla, será un aditamento de su imagen o algo así. Las cafeterías están llenas de viejas supervivientes, no me apetece ver eso , quiero ver gente mezclada, de todas las edades, tamaños y condiciones. La misma vida. Ya me hartaré de ver viejas cuando me lleven a la residencia, con lo aburridas que son las viejas. Vámonos al metro que hay ascensor, me he informado.
Por el camino me ha ido contando que su sobrina la doña Repolluda quiere llevarla a una residencia, que se lo pinta muy bonito y le habla de un jardin precioso con un almendro y más árboles frutales llenos de pájaros, conejos correteando por la hierba, una galería acristalada para tomar el sol en invierno y bingo todas las tardes.
Bingo, bingo, dice muy indignada dándole con el bastón a una farola, con lo que odio el bingo, no he visto juego más idiota en mi vida. Por eso, por si me llevan al guetto de los viejos quiero empaparme bien antes de gente diversa. Mira, mira, qué alegría, cómo corren todos por los pasillos tan apresurados con sus ocupaciones. Venga, aquí nos sentamos para ver el panel que indica cuánto falta para el próximo tren. Un minuto solo, ya va hacer su entrada, qué bien.
Pues menuda diversión, ver entrar y salir gente. Oye, pues ella estaba encantada y qué cotilla es, no me imaginaba yo que tenía esa afición. Empieza: mira ese, qué cabezón más grande, ¿verdad?, y esa mujer qué cara de pena, le tiene que pasar algo, los jovencitos, qué salaos con sus granos y sus piernas largas, vendrán de estudiar, estarán enamorados, qué lindura. Me encantan los pantalones de flores que lleva esa chica, huy, qué culo más gordo, esa te gana, Eva.
Mira qué simpática la doña Margarita. Al rato de estar ahí sentadas observando los movimientos de la gente, va y me dice: se lo pasan muy bien en sus munditos, eso que van mirando todos con las cabezas para abajo como pájaros a punto de dar el picotazo, y muchos se ríen cuando lo miran, tiene que ser divertido lo que ven porque si no, no lo mirarían con tanta concentración. Me gustaría tener un mundito de esos, para la residencia o para algunas tardes, se me hacen largas. No te hagas la que no sabes de qué te hablo, que tú también tienes mundito y lo miras mucho.
No, yo es que estoy con el blog, donde escribo. Y me ponen comentarios, los contesto, eso hago. También le ponen a usted cuando cuelgo sus escritos.
Pues precisamente, tu mundito. Quiero uno para mí, ¿dómde me lo podría comprar? Entérate. Mira, otro tren va a hacer su entrada, viene lleno llenísimo, ahora van salir muchos.
Me veo que no salgo del andén de metro en lo que quede de invierno. Y a la doña Marga empantallada no termino de imaginármela, ella es más de mundos que de munditos aunque con esta mujer nunca se sabe.
Genial. Lo del mundito parece una alegoría. Nos han puesto un mundito en la mano para hacernos creer que somos amos y señores, y lo han hecho quienes tienen el Mundo en las suyas.
Nos han dado el juguete perfecto y aquí nos tienen, tan entretenidos.
Esos que miran sus munditos y sonríen o fruncen el ceño, o abren mucho los ojos, o los entrecierran soñadoramente, o incluso, de vez en cuando, sueltan una carcajada, es que han encontrado ahí dentro un universo entero poblado de señoras con bastón que bajan al metro, árboles con nombres extravagantes, parques, pájaros, nubes, quioscos atendidos por señoras con nombre de piedra preciosa, chicas de la limpieza, literatas, niños robachupetes, nenas lloronas, veranos a la orilla de mar, ropa tendida, almas… ¡Pues no va a ser normal que vayan mirando munditos, con lo feo que es mirar el mundo a veces! 😉
Este va a la caja de los comentarios que no hay que perder. Olé mi Martes, así da gusto tener mundito.
Es que hay munditos muy munditos…¡Y lo sabes! 😀 😀
Y que no existirían si no fuera porque los alientan desde otros munditos. Así que…¡gracias!
doña marga siempre se queda con lo bueno de cada cosa. lo del mundito me ha encantado. las historias de doña marga me gustan, pero ella misma la que más. (la veo resignada a la residencia, que resista….)
Siempre que escribo de ella pienso en ti, Patricia. Lo digo en serio, ya vas unida a doña Marga. Sí, yo también la veo como haciéndose a la idea de la residencia.
Doña Marga tiene para mundo y para mundito. Yo tampoco entenderé nunca esa manía de hacer jugar al bingo a la gente mayor. ¿Qué ventajas puede aportarles la ludopatía?
Besotes!!!!
Jajaja, me parto con tu comentario. Yo tampoco entiendo es manía.
Es que a veecs la gente te sorprende, ¿no crees? Mira que si se hace con un mundito y se abre un blog y se vuelve un abuela ‘influencer’? Cosas más raras pasan…
La veo capaz de eso, es tremenda. Un beso, Holden.
Doña Marga no tiene un pelo de tonta, no existe nada más divertido que sentarte en un banco y ver a la gente pasar e imaginarte su vida..dile que no se vaya a una residencia por muchos almendros que tenga, que se venga a mi casa y nos vamos a las mañanas a ver pasar a la gente
Seguro que os echariáis unas buenas risas
A veces prefiero olvidar que tengo un ‘mundito’ para zambullirme en el mundo y ella quiere hacer justo al revés. No hay quién nos entienda. O sí: queremos lo que no tenemos. ¡Me pido el revés y el espejo! 😉
Beso
Lo mismo digo: me pido el mundo pero con mundito. Otro beso, Verónica.
Yo quiero que Doña Marga tenga su mundito, para que vierta en el todo su Universo. Asi las pantallitas de nuestros munditos brillarán muchísimo más. Eso entre otras cosas. Y todas buenas.
Besos.
Habrá que regalarle una tablet pero, mientras tanto, tiene su hueco aquí. Muchas gracias por tan bonito comentario.
Qué maravilla de ver la vida.
¿Verdad que sí? Y es centenaria. Muchas gracias por tu comentario, Flor.
Yo al igual que ella me iba a ver gente jajajajaa
Darle a Doña Marga acceso a un mundito, es forzar a un adolescente a adolecer la ayuda técnica que tendrá que brindar.
Pero amo la poesía que utiliza, ve a la gente que sale del tren y entiende que para ellos el mundo está en una pantallita.
Es una cosa hermosa.
Jajaja, no había caído en eso. Tiene un vecino joven que es informático. Creo que puede echarse a temblar. Me alegra que te guste su «poesía suburbana»
Ya no me acordaba de este Justiniano.
Gracias por recordármelo.
JUSTINIANO 30
Justiniano está nervioso/
porque acaba de darse cuenta/
que se ha olvidado/
en un vagón del metro/
a la entrañable abuelita/
para la que trabaja como acompañante/
empujando su silla de ruedas/
cuando la llevaba a casa de su hijo/
que por cierto tiene muy malas pulgas/
y ahora no sabe que hacer/
por lo que después de mucho pensar/
se ha presentado esperanzado/
en una residencia geriátrica/
para ver si podían prestarle una anciana/
durante unas horas/
para dejársela al hijo/
como recambio temporal/
hasta que apareciera la suya/
pero la insolidaria enfermera/
no atiende a razones/
y le ha chillado como una energúmena/
por lo que Justiniano decide/
disfrazarse él mismo de anciana/
y suplirla hasta su vuelta/
aunque desgraciadamente/
con horroroso resultado/
porque el exigente del hijo/
que goza de una visión excelente/
lo ha reconocido al momento/
se ha negado a darle dos besos/
ni tan siquiera un abrazo/
y no para de amenazarlo/
con gritos cada vez más fuertes/
sin atender las explicaciones/
que eximen de toda culpa a Justiniano/
por lo que éste no tiene más remedio/
que huir a la desesperada/
hasta que se calme el hijo caprichoso.
Gracias a ti por traerme a Justiniano disfrazado de abuelita, me ha hecho mucha ilusión. Otro día que se pase el Terremoto pero sin quemarme ninguna entrada.Y mira que no querer abrazar a Justiniano, hay hijos insoportables.
Leendo lo mismo creamos cada uno su historia,es lo que me fascina y no deja de sorprender , sore todo leendo los comentarios. A mi me han emujado tus palabras a pensar que es imprescindible tener su mundito. Sus propias aficiones, actividades, secretos, su propia vida privada fuera de los hijos, cuñados y primos….fuera de la rutina cotidiana que nos mata. Creo que D.Marga de ello hablaba.
A mí también me hace gracia y me gusta que cada uno interprete un mismo texto a su manera. Creo que has traducido muy bien las palabras de doña Marga, incluso las has mejorado.
Y ni siquiera el parchis….. a la calle, al metro, a cafeteria..
Yo soy como Doña Marga, me gusta imaginar la vida de las personas que van en el metro, irán o vendrán?, a dónde?, al trabajo?, a ver a una amiga?, qué estudia?, es buen estudiante?, y la más intrigante de todas, por qué espera sentada en el banco del andén si el tren acaba de llegar?. Doña Marga sabe mucho.
Porque está esperando a alguien que viene en el siguiente, podría ser. Doña Marga sabe entretenerse con cualquier cosa. Besos, Sensi.
Pues tiene razón Doña Marga… Mira que nos empeñamos en vender las residencias como sitios maravillosos, pero a la larga qué poco utilizan el jardín y las vistas al almendro. Y qué disfrute viendo pasar las horas y los días contemplando quién entra y quién sale. ¡Besos!
Sí, es verdad, normalmente cuando entran ahí ya están para pocos almendros.
Pudiera parecer una guasa, pero no lo es, Eva. Ese tipo de mundito es todo un sueño para ciertas personas a cierta edad. Conozco muchos a los que les gustaría ser llevados a ese lugar tan cosmopolita. Doña Marga tiene miedo … yo también tengo.
Un abrazo simpática bloguera.
Tú no tengas miedo, Enrique, estás plenamente en el mundo y tienes también tu mundito, que es tu blog, donde reflejas ese mundo. Las residencias son tristes, por muy bonitas que sean, porque te apartan del mundo. Muchos besos y gracias por todo.
Reblogueó esto en Los Reblogueos de etarragoy comentado:
¿Las Residencias de ancianos dan miedo? ¿Por qué? Doña Marga: Un abrazo.
Pues menos mal que existen esos munditos de dios porque los otros Mundos, los desarrollados, los avanzados, los de primera línea, solo son capaces de considerar a sus mayores como muebles para «decorar » muchas veces su conciencia. Buena tarde.
O ni eso, directamente al trastero.
Me ha dado mucha pena esta entrada Eva. Doña Marga no está de asilo. Eso es para viejitos como mi mamá que ya no sabe dónde está. Pero Doña Marga, que está tan llena de vitalidad, de energía, de ganas de vivir, de observar, de escribir, de contar… No me gusta nada que la guarden en un lugar de viejitos. Pobre Doña Marga! Bueno, sácala mientras pueda a mirar el mundo. Ojalá y le den un mundito para que se entretenga. Besitos.
Es que tiene más de cien y va silla se ruedas pero por lo demás está estupenda. Creo que su sobrina quiere vender la casa.
¡Qué pena, Evita! Con lo ágil que es su mente.
Muy bien traído eso de los munditos. Cada uno en su mundito. Como si el mundo diera igual porque a cada uno eso no le importa, sólo le importa su mundito. La comunicación que incomunica.
También comunica pero de otra manera más etérea.