Tengo una tristeza más volátil que los mercados. Tengo una tristeza inestable y maleable, con tantos resquicios, grietas y poros que a nada que se descuida se le cuela la alegría y la transforma.
Y se descuida mucho porque es una tristeza curiosa y está todo el día fisgoneando, llevando así la contraria a su propia cerrazón. Puede ser un pájaro, un árbol, un cielo al atardecer, una cara, unas cuantas palabras, un aroma o una canción y ya ha perdido la dureza, la solidez.
Medio evaporada, desteñida, con los pelos revueltos y los contornos desdibujados vaga por ahí contemplando a la loca que acaba de sustituirla. Con envidia observa sus pasos alegres, su risa despreocupada, sus bailes, su animada charla. Espera un despiste, un bostezo, un pequeño momento de introspección, un instante contemplativo. No le resulta difícil colarse a su vez porque esta alegría mía, qué pena, también es volátil.
A veces creo que son la misma.
(Cuaderno de DM)
Eso o es la regla o la menopausia. Identificada me siento.
Me encanta cómo lo has descrito 🙂
Besos
Jajaja, qué realismo el tuyo. Las hormonas nos hacen eso, tienes toda la razón.
Que levante la mano quien nunca haya sentido alegría y tristeza al mismo tiempo.
Besotes!!!
O una detrás de otra sin motivo aparente.
O reir llorando…todo junto!!
¡Eso!
Pero esa tristeza…..mira a ver si le vas haciendo la maleta anda…
Pero si hoy no está, otra cosa es que vuelva. Besos, Ana
Menos mal. Ya me quedo mas tranquila. Muacks
La alegría que golpea, y llega a oleadas en forma de carcajada, para bajar la marea y dejar en la arena los restos que van dejando la llorera
Un beso
Muy bonita la comparación, Margui
Muy certero tu relato, un beso
No está nada mal; hay quien tiene la tristeza muy firme y siempre en alza y la alegría tan volátil que apenas la roza. Me pasa como a ti, que dudo si no es la misma que va cambiando la máscara a su antojo; cuando muestra la triste la rocío con pintura para que tenga que cambiarla y tarde en ponérsela de nuevo.
Es verdad, no está mal que las dos sean volátiles, la otra opción que dices es mucho peor.
Ya lo decía Leticia Sabater: Al mediodia alegría, dí adiós a la tristeza
Tú sí que sabes citar a los sabios
Es que tengo cultura… 😉
Hola Eva. Volatilidad de los mercados y volatilidad de los sentimientos. Aunque creo que la primera nos importa a todos tres pimientos. Puede que tristeza y alegría sean lo mismo…a veces. Sí que pueden transformarse, muchas veces lo he sentido y jamás he tenido la regla, eso seguro. Desde hace unos años a esto se le ha empezado a llamar también transtorno bipolar. La tristeza en mí predomina las más de las veces, uno debe sacudírsela de encima con fuerza. Por cierto, te envié en la otra entrada -los pelos locos- un comentario con sorpresa dentro y lo veo aún pendiente de moderación. ¿Te llegó, lo has visto, o quedó pendiente porque lleva sorpresa dentro? Ahora me quedé con la incógnita…
Alguien quiere saludarte…

Jajaja, mira que siempre me ha hecho gracia este personaje. Y siempre iba acompañada de Leoncio el león, todo optimismo
No, no lo había visto, siempre los contesto o lo intento. Y las sorpresas me gustan
Exacto, con Leoncio (casi pongo una caricatura con los dos). Sí, muy gracioso, siempre tan cenizo y hecho polvo…
Aparente dicha … triste realidad … levando la contraria a su propia cerrazón
Un abrazo evavill
Otro para ti, Enrique, éste no volátil.
Reblogueó esto en Los Reblogueos de etarrago.
Volátil es toda la vida que llevamos hoy en día. Todo, absolutamente todo inestable, hasta lo más cotidiano y lo que parece asentado. Y haciendo un simil con la Bolsa te diré que lo mejor es diversificar el riesgo e invertir a corto…quien posea patrimonio para ello, claro. Buena tarde.
Pero la vida siempre ha sido así, volátil. Gracias por el consejo bursátil, por si algún día tuviera patrimonio, y por el comentario.
Tristeza de plastilina.
Para hacer figuritas
A pesar de que Celia le ha quitado toda la magia con la regla o la menopausia, debo decir que el relato me ha parecido precioso, una pasada. De esos que tanto me gustan de ti.
Jajaja, Celia le ha puesto el toque prosaico. Me alegra que te haya gustado, vale para ambos sexos.
Gracias, Eva, a la hoguera con Holden, jajajajaj
Jajaja, noooo, que es muy majo, le indultamos
Los días de grandes alegrías y grandes tristezas son pocos en la vida, para el resto nos quedan esas alegrías y tristezas volátiles que dependen del estado de ánimo del momento y del ángulo que miremos la situación que estemos viviendo. Podían inventar un artilugio moderno que tuviera una alarma con nuestra música favorita,que sonara cuando empieza la tristeza volátil para recordarnos que la podemos transformar en alegría.
Lo mismo hasta existe, no me extrañaría
Hace años estaba enamorada de la tristeza y nunca he hecho reir tanto a la gente
Al terminar la funcion una alegria de mil personas me cambiaban el animo
Haz reir, haz reir
Que la gente se quiere reir
Trajedias hay en la television
Aqui hay que darles un poco de humor
En eso te doy la razón. Lo que más queremos es reír. Seguiré tu consejo, Edda.
Me has hecho recordar a mi alegría.
Hace mucho que no sé de ella, ni qué será de su vida, ni por dónde andará… en fin…
Besos.
No dejes que la tristeza se haga la dueña, es muy acaparadora. Si supiera cómo te lo diría, cada uno tenemos nuestros trucos y funcionan sólo a veces.
Muchísimos besos
¡Por todos lo dioses del Olimpo! ¡¡¡Acabo de darme cuenta de que soy doña Marga!!! … O eso, o es que soy muy gente 😀 😀 😀
Ligeramente identificada, entonces, ¿no?
Clon, clon, clon… Diria yo y no son los tacones sobre las baldosas, porque no uso de eso 😀
Yo tampoco, que se los ponga el que los inventó
¡Oh! Qué lástima las distancias. ¡Lo que me gustaría una buena infusión acompañada de una conversación contigo! 😀 ¡algún día! Lo pongo en mi lista de ‘cosas pendientes importantes que debo hacer’ 😉
Queda apuntada, igual algún día nos conocemos en carne y hueso. Estaría bonito 😉
😉 cualquier día 🙂
Hermoso blog. Gracias por acercarte al mío y permitirme conocer el tuyo. Ya te estoy siguiendo.
Yo también a ti. Lo poco que he leído de tu blog me ha gustado mucho. Un saludo
Cierto. La prima de tristeza, como la de riesgo, es impredecible y depende mucho de la actividad y confianza en los estímulos exteriores. Tanto que, a veces, de la risa al llanto se pasa sin sentir.