Mi madre se puso enferma y tuvieron que operarla. Durante los días de ingreso en el hospital nos repartieron a todos por diferentes casas de parientes. A mi hermana y a mí nos mandaron a casa de la tía Mantequillas. Mi hermana estaba rabiosa porque siempre la hacían paquete conmigo como si fuéramos el mismo ente inseparable. Tenía miedo de que yo le usurpara la personalidad o de que se la plagiara.
Sería por eso que todo el día me estaba diciendo: no me copies, no me sigas, no hagas lo mismo que yo, no digas lo que acabo de decir. Como si copiar la personalidad de otro fuera tan fácil, yo lo intentaba pero no me salía. Era incapaz de no llorar si me caía o me regañaban ni tampoco sabía poner esa cara de odio y fiereza que ella ponía y con la que mantenía alejados a todos los depredadores.
En la casa de la tía Mantequillas, llamada así porque nos hacía rebañar del papel de la mantequilla bajo el lema de «raspa, que queda, aquí no se tira nada», la perseguí más que nunca. Estaba asustada porque pensaba que mi madre se iba a morir, repetir sus gestos me daba confianza y no despegarme de ella, también.
Como la tía Mantequillas se dio cuenta de mi angustia, me dijo, creo que con la intención de tranquilizarme, que no me preocupara, mi madre no tenía nada grave, solo la estaban vaciando. Esa siniestra información me impidió dormir en tres noches. Una madre hueca no era nada bueno. Una madre sin nada dentro no era una madre de verdad, era una cáscara a la que cualquier racha de viento podía arrastrar y hacerla desaparecer entre papeles y hojas.
Yo no quería tener una madre vacía, sin contenido, como un recortable. Por la noche, en la oscuridad del cuarto y dentro de esa cama vieja que se hundía por el centro, intentaba hablar del tema con mi hermana. Pero ella seguía con su obsesión: ¿es que te tienes que poner de lado si yo me pongo de lado?, venga, ahora te levantas a hacer pis porque yo me he levantado, copiona, y mañana no te hagas la coleta igual y ni se te ocurra ponerte la camiseta azul.
Y encima, a la vuelta, no podríamos abrazar a mi madre, por si se le rompía la funda. Pero ella no parecía darse cuenta de la tragedia, ocupada como estaba en mantener su esencia alejada de las hermanas ladronas.
(Cuaderno de DM)
Eres muy original escribiendo 🙂 Sorprendente.
Besos
Ya no copio 🙂 gracias, Celia. Un besazo!
¡Es que las hermanas ladronas sois muy insufribles! A la mía no le gustaba el chocolate, pero quería mis cosas de chocolate… ¡arg!
Jajaja, para tocar las pelotas
Me encanta. Una madre boceto, jejeje
Sí, plana y sin relleno 🙂
Que expresión horrible verdad, como si solo tuviesemos útero y al quitarlo ya no nos quedase nada…vacías…. vaya tela
Sí, la expresión es horrible. Y la decían los médicos, no sé si se sigue diciendo, espero que no.
No se si la usan los médicos, pero si la oigo en conversaciones…
Paloma…No sé qué decir. Qué entrañable, qué hermoso, qué maravilloso. La forma en que lo explicas. La forma en que plasmas los sentimientos de esa niña, sus temores, incluso ese susto que no la deja dormir y que se expresa a través de imágenes mentales, de sensaciones: Esa madre hueca a modo de cáscara de huevo, esa frágil hoja que puede llevarse el viento. A la Esme que le den, con sus indigestiones de polos alienígenas, y al Toni con sus excentricidades. Estas vivencias de la infancia son impagables. Dile a la Esme que chupe el perro.
Huy, si hasta me has llamado por mi nombre verdadero. Me alegra mucho que te haya gustado. Ahora voy a decírselo a la Esme, a mí también me tiene un poco harta.
Tu nombre aparece muchas veces y lo nombran distintos blogueros, pero no puedo usar algo no confirmado.
Confirmado, me llamo así aunque no era ningún secreto, está en la dirección del blog. De todas formas, tampoco importa tanto el nombre.
Las mamis nunca estarán huecas… y nosotros (yo era el pequeño de 4 herman@s) no copiábamos… perfeccionàbamos jeje
Lo que peor llevaba era tener que heredar todo… ropa de chica incluìda jeje
Está muy bien ese punto de vista, no es copiar, es mejorar el original. Pero las faldas no las heredarías, espero 🙂 🙂
Jo…. hoy estoy demasiado vulnerable.
A mi madre la vaciaron… y desgraciadamente no sirvió para nada.
Besos.
Ay, perdón, de verdad que siento haberte traído malos recuerdos. Un beso enorme. Y también un abrazo.
Bendito cuaderno, Eva … delicioso, nostálgico … bello.
Feliz fin de semana.
Muchísimas gracias, Enrique/ Avi. Que tengas tú también un muy buen fin de semana.
Este recuerdo me produce una pena inefable… No solo es por la pobre DM asustada, indefensa y sin comprender que es lo que estaba ocurriendo. Es tambíén por su madre, la «vaciada», con todo lo que eso significaba en aquel entonces (y quizás ahora, en otra medida), una mujer a la que, en los relatos de DM, se percibe difuminándose poco a poco…
Precioso y triste a partes iguales.
Besos grandes.
Me gusta más hacer reír que transmitir pena, pero a veces me sale así, será porque de todo hay en la vida, bueno y malo. Besos, Eme.
Como dice marguimargui, es una expresión de los más horrible 😦 Y tú, magistral como siempre en tus letras, has sabido plasmar lo feo de la palabra y la angustia infantil al oírla. De nuevo has conseguido traer a mi mente situaciones similares de cuando era niña al oír algo que para los mayores tenía un significado, pero para los pequeños era otro mundo. En fin, EsmeraldaMargaEvaPaloma, que como tú dices el nombre es lo de menos, eres una gran escritora. Que lo sepas.
Últimamente doña Marga es emocionante a más no poder. Enhorabuena Paloma, cuánto talento.
🙂 🙂 Gracias, Patricia
Hay mi niña chica como te entiendo Siempre es dificil crecer…ahora si tienes una hermana mayor es mas dificil… Te quiero Meñana estare en casa y podre compartirte mas
El 20/5/16, «El blog de una empleada doméstica»
Besos, Edda, ¿sigues de gira?
Si ,chica ,sigo de gira dos semanas mas y despues ire una semana a Madrid a lo de mijo Maxi el papa de Mina. Mina , la nieta mas linda que hay, la que en octubre tendra un hermanito…..eres genial, Paloma mia
Comparto en el face
Vas a ser abuela otra vez, ¡emoción!
Muchas gracias por compartir mi texto. He visto en tu face una foto tuya haciendo de Josefa. Tú sí que eres artistaza y única.
Es curioso pero, de pequeño, yo pensaba que las madres estaban rellenas. Y, como de la anatomía intima de las mujeres, yo no conocía más que el canalillo que, casi todas, tenían entre los pechos, imaginaba que esa era una abertura que penetraba en las entrañas de las que todas las madres estaban rellenas. Luego, ya vi que no.
Como las aceitunas