Precisamente por ese afán suyo de acabar cuanto antes con lo que fuera, los cuatro hermanos menores hicimos la comunión a la vez. Mi madre, en su línea pragmática, estaba encantada, “qué bien, nos quitamos cuatro de encima y se terminaron las comuniones”. A mis dos hermanos sí les habían dado unas clases de preparación, pero a nosotras como éramos más pequeñas, no. No importaba, ya nos puso en situación el cura en un par de tardes y al terminar la charla, muy contento, nos dio una torta a cada una. Tengo muy grabado ese tortazo porque no me lo esperaba y me dejó muy sorprendida, ¿por qué nos había pegado? No sé, supongo que le apeteció.
Cuando lo contamos en casa, mi madre dijo que éramos unas exageradas y que eso no era pegar, si acaso había sido un saludo o una imposición de manos. Lo que ella quisiera pero la torta nos la habíamos llevado puesta. Además de la supuesta imposición de su mano en nuestra cara, también nos estuvo explicando en qué consistía el sacramento de la comunión. Menudo lío que nos armamos. Básicamente habíamos entendido que nos íban a poner a Cristo en la lengua para que nos lo tragáramos. Por eso nos teníamos que volver buenas, porque el cuerpo de Cristo, que era Dios, estaría ya en nuestro interior, vigilando. Ya antes nos veía, por algo estaba en todas partes, pero a partir de ese momento nos vería también desde dentro, como una especie de topo infiltrado. No me hacía mucha gracia a mí eso.
De todas formas esa no era nuestra principal preocupación, lo que nos importaba de verdad era la vestimenta. Nos hubiera gustado un vestido de esos cursis, de organdí se llamaban, pero mi madre ya tenía otros planes más austeros para nosotras y, junto con mi abuela, nos estaba haciendo unos vestidos. Sencillos, decían ellas. Feos, traducido a nuestro idioma. Para colmo, nos echaron por encima unas túnicas blancas de monja y con eso puesto nos hicieron fotos: las manos juntas y mirando al cielo con cara de pasmarotes iluminados.
A mis hermanos también les iban a poner una túnica blanca de frailes enanos. El que ya había hecho la comunión por su cuenta estaba muy callado con los preparativos y decía a todo que sí sin protestar porque no quería que se recordara el incidente. Pero el otro, que no tenía que hacerse perdonar nada, se empeñó en que debajo de la túnica tenía que llevar la camiseta del Atleti. Le tuvieron que dejar, era muy cabezota y sabía machacar hasta desesperar al oponente y vencerle de puro aburrimiento. Al final los dos llevaron las camisetas atléticas, para que no hubiera envidias.
Al comulgar tuve un problema con el cuerpo de Cristo, se me quedó pegado al paladar y no me lo podia tragar. No me atrevía a morderlo ni a partirlo por si eso no se podía hacer, tampoco me atrevía a hablar ni a toser ni casi a moverme. Era muy inquietante llevar a Dios dentro de la boca y no saber qué hacer con él. Al final se fue deshaciendo solo y una vez dentro, tenía razón mi hermano, no notabas casi nada en un primer momento, como si Dios tardara un rato en hacer efecto. Pero luego sí, me entraron muchísimas ganas de ser más buena y pacífica y salí de la misa convencida de que era una especie de niña santa súbita. En las escaleras, mi hermana me dio un pisotón, según ella sin querer. Por si acaso, se lo devolví con saña. Llevábamos el ojo por ojo escrito en los genes.
Los regalos por haber hecho la comunión fueron un balón de reglamento para mis hermanos, por lo que se ve la comunión y el fútbol tenían alguna conexión íntima, y una muñeca a nosotras. Todo muy sexista, aunque conmigo el sexismo acertaba de pleno, era prototípica a más no poder.
La muñeca también iba vestida de primera comunión pero ella sí llevaba el traje bonito que hubiéramos querido para nosotras, detalle siniestro y poco comprensible. Cayó en desgracia al momento por mucho cuerpo de Cristo muñeco que, supuestamente, ella también llevara dentro.
Jajaja muy fan de la idea de hacer la comunión con una camiseta de fútbol debajo xD En verdad estoy bastante seguro de que los niños sienten exáctamente así: los razonamientos y los miedos que describes me hace evocar perfectamente los míos. Muy logrado, me encanta.
Una mezcla de misticismo y deseos terrenales, jajaja. Besos, Holden
Jajajaja, qué buenísimo el párrafo donde describes cómo se te quedó pegado el cuerpo de Cristo al paladar, jajaja. Yo recuerdo como si fuera hoy, salir de la primera confesión cagándome en todos los santos y jurarme a mí misma no ir a misa jamás tras hacer la Comunión, que me ecantó por el vestido y los regalos… Solo piso una iglesia en bodas y funerales por respeto, y como turista y punto.
Besos y buen domingo.
O sea, que tú si tuviste un vestido de los buenos, grrrrr. Ha quedado clara tu postura anticlerical. (Me parto con los comentarios tuyos que dejas por otros blogs, no te pongo debajo jajaja por no ser cansina ,pero me río)
Nena, me lo regaló mi abuelo… el de la cabra, qué quieres 😛 jajajjajaja
Claro que sí, Celia, ¡eso es un abuelo!
En mi colegio también nos pusieron túnicas moniles. Decían que era para que no hubiera diferencias y desde luego no las hubo. Íbamos todas igual de feas. Jajajaja. Besotes!!!
Jajaja, qué lástima!
Jajaja, muy bueno lo del retardo en los efectos de dios. Qué bien has descrito añejas sensaciones. Mi hija se empeñó en hacer la primera comunión contra viento y marea. También fue la última, como ya imaginábamos (y nos cabreaba). Mi hijo, por contra, en una muestra de madurez que nos dejó pegados, se negó a hacerla y lo argumentó de forma espléndida para su edad. Yo también fui de túnica, qué asco.
Ahora por lo menos se puede elegir, cuando yo era pequeña la hacíamos todos y no había más opción, ni te lo planteabas ni tus padres tampoco. No te imagino yo a tí tunicado, seguro que estabas monísimo.
Estaba estándar, con aquel corte de pelo flequillo tipo monaguillo.
Jajaja, me has hecho reír.
Para mí fue un tormento, yo no quería, más mi abuela insistió, diciendo: así se expulsara el demonio que llevas dentro. Pero lo que mas me molesto es hacer el ridículo al llevar una cinta amarrada al brazo y una vela, por suerte no hubo fotografía.
Besos
¡Demonio dentro! Vaya con la abuela. La vela formaría parte del exorcismo 🙂
Yo también me he descojonado, muy bueno todo el texto. Por suerte esta vez el café con leche estaba a distancia prudencial (y comiendo galletas, no cuerpos de Cristo). Buenísimo lo de que se te quedó el susodicho pegado al paladar. Tú te dejas de rollos espirituales y vas a la parte pragmática y realista. Podríamos decir, en clave de eucaristía, que os deberían haber dado un buen traguito -lingotazo- de vino tinto, que en definitiva es la sangre de Cristo. Un Rioja aceptable, como diría el cachondo de Toro. Así ese cuerpo blandengue y molesto hubiera bajado por donde le tocaba. “Era muy inquietante llevar a Dios dentro de la boca y no saber qué hacer con él”…jajaja, qué bueno, y los efectos retardados de Dios otro puntazo. De entrada he alucinado: O te lo has inventado, o es una broma tuya: ¿De verdad el cura os dio un tortazo en la cara? No lo entiendo. Pues de mi primera comunión recuerdo que fue un rollazo, que estaba loco por acabar, que llevé un traje al uso y que me sentía ridículo, pero te diré qué fue lo que más me impactó y jamás olvidaré: En la cúpula redondeada de la iglesia había una pintura donde se veía a San Juan Bautista decapitado. La escena con la cabeza cercenada y todo de sangre por el suelo era tan brutal, tan realista, tan impactante y bien pintada, que aún a día de hoy me acuerdo. Me quedé acojonado y me entró una angustia por el pobre santo que no veas. Hablando en serio, y seamos creyentes o no, católicos o no, todas las perrerías y martirios que les hicieron a tantos denominados santos y devotos en su conjunto fue algo inimaginable y absolutamente atroz. Lo de Chaly y expulsar el demonio de dentro ya ha sido lo que me faltaba. Amén, hermana…
De verdad que nos dio una torta, así como qué majas las niñas, tortazo y adiós. Entiendo tu terror por la decapitación de san Juan, no es para menos. Incluso lo de la cruz es terrorífico con esas llagas, la corona de espinas, los clavos, en fin…pero no es una crítica a la religión, cada uno que crea lo que quiera.
Sí, sí, ya te digo. Si dejamos de lado creencias personales, si profesas alguna religión y cuestiones así, si uno se para por un momento a pensar todos los martirios y perrerías a que fueron sometidos santos cristianos es horripilante. Atravesarlos con flechas, por ejemplo. Claro que esto no es patrimonio de las pobrecitas víctimas católicas. Podemos pensar a su vez en la iglesia quemando a “brujas” en la hoguera, las torturas perpetradas por chinos o japoneses en distintas guerras, las perrerías de los españoles o los colonos a los indios en tierras americanas…La lista no terminaría jamás. Vaya con el cura, qué cabroncete. No sé si su falta de algunas cosas la expresan así…
Los humanos, que somos muy simpáticos
Eso mismo. Diste en el clavo…¿de Cristo?
Estoy dispuesto a pagar dinero por ver tu foto de niña santa súbita.
Venga, valiente, jajajjaa
Besos.
Pásame la tuya de marinero y a lo mejor me animo.
Besos santos y súbitos
Ah…he perdido tanto…creciendo en un pais brutalmente ateo.
Tendrías otras cosas a cambio. La espiritualidad siempre sale por algún lado, de una u otra forma. Besos, Tatiana.
Por lo general , lo creo, la potente ideología política no pudo sustituir los valores espirituales de la religión. Han crecido unos generaciones torcidos.
Creo que todo lo que sea imposición y prohibición es malo, en cualquier sentido.
La libertad de eligir….la primera norma de la democracia.
Me he reido mucho…yo la tome ( la comunion) muy pequeña tambien ,7 años y no entendia mucho por no decir nada…Era pequeña, menuda, flaquita y mi vestido era cursi , feo y me hacia parecer gorda.¿? A la salida nos dieron chocolate caliente y lo vomite sobre mi vestido blanco…Me puse a lorar a los gritos , mama me va a matar!
La monjita le suplico a mi mama que no lo hiciera
Mama era pelirroja como yo y se puse verde y morada de rabia…No le quedaba bien
Buenísima tu historia, tú también sabes escribir, eres original, graciosa…
Menudos recuerdos. Y sin entender nada más que tenías que ser bueno. Pero tú lo explicas muy bien. Además os dieron una hostia por anticipado.
El recuerdo de mi primera comunión, el más perenne, lo escribí aquí, donde, además, me podrás ver de marinero:
http://sorozs.blogspot.com.es/2008/01/conciencia.html