Pepe, el portero del 42, se ha montado un harén asexuado pero muy lucrativo con las viejas del edificio. Todas le adoran porque las lleva de la mano, les pregunta por sus males, acarrea sus bolsas y carros y hasta las sube en brazos para montarlas en lo que él llama “el columpio” una de esas sillas salva escaleras que se encajan en las barandillas. Mientras ellas suben o bajan, Pepe les canta “A la sillita de la reina, que nunca se peina” y da alegres palmas.
También les alaba los peinados cuando vuelven de la peluquería, sostiene en brazos a sus perritos, se interesa por la vida de sus nietos y critica con saña a las residencias o a los hijos que no las visitan. Cuando ya no pueden salir, les lleva el pan, la leche y un rato de compañía. A Manolita, como se le cayó al patio una zapatilla, le puso de nombre la Cenicienta y cada día le augura la pronta venida de un príncipe, mucho mejor que su marido, el que se gasta la pensión en tragaperras.
A Susana, la que recoge colillas del suelo y luego se las fuma apoyada en el árbol de la esquina, le hace de detector colillero, “ahí tienes una buena, la acaba de tirar el del despacho de abogados y estaba casi entera, esa no la cojas, se la ha fumado el farmaceútico y las deja mondas, mira, tres seguidas, qué suerte tienes hoy”. A veces también se apoya él en el mismo árbol, todo bigotes negros, junto a la escurrida Susana, más consumida que sus propias colillas.
¡Pepe, mi salvador!, grita de lejos Amparo, la que camina con un andador. Pepe sale corriendo al rescate y le dice, “cada día das más deprisa la vuelta a la manzana, te veo corriendo la San Silvestre, Amparito, que sí, ya lo verás”. Y la acompaña hasta la farmacia cantándole el bolero, “Si tú me dices ven, lo dejo todo”
Por las tardes montan una tertulia en las escaleras del portal o alrededor de los contendores de basura. Algunos vecinos se han quejado de que Pepe se siente en las escaleras, agitando su plumero hecho de tiras de trapos, como si fuera el jeque del portal y las viejas sus decrépitas huríes. La gente se queja por cada tontería…
Cuando es el ramadán, Pepe, cuyo verdadero nombre nadie conoce aunque se sospecha que es Mohamed, desaparece durante el día y solo asoma para lo más esencial. Su harén vaga penoso, renqueante y abandonado por las calles del barrio, las propinas sin destinatario acumuladas en bolsos y bolsillos.
Una imaginación plena y desbordante o unas vivencias que te rodean por todas partes y son fuente de inspiración constante. O ambas cosas a la vez, lo más seguro. El caso es que flipo con de dónde sacas tantas historias, tan interesantes, divertidas u originales. Las historias que te rodean por el barrio parecen interminables, y desde luego algunos detalles parecen tan genuinos que, espero esto no suene a ofensa, resulta difícil pensar que te los hayas inventado o sacado de la manga.
Vaya con el harén asexuado de Pepe. Increíble toda la relación con esas ancianas, y vaya cuadro con la tercera edad y todos esos achaques. Me ha dado una punzada de dolor y cierta culpabilidad -gratuita, pues yo no puedo hacer milagros- con respecto a mi madre, que está fatal de las piernas y cada vez camina con más dificultades.
Me he reído y he flipado a partes iguales con la frase “Mientras ellas suben o bajan, Pepe les canta “A la sillita de la reina, que nunca se peina” y da alegres palmas.” Increíble de verdad, como otras salidas de Pepe. No sé si eres consciente, o quizá no hayas visto la película -entonces debes verla- pero automáticamente me ha hecho pensar en el gran Luís Tosar y también Marta Etura, fantásticos los dos, en la película “Mientras Duermes”. Él sabe embaucar y darles jabón también a las ancianas del bloque, pero en realidad es un psicópata y un cabronazo de campeonato…
Pepe es el portero del edificio en el que vivo y es así, incluso puedo haberme quedado muy corta en la descripción, tiene un libro entero para él solo, menos limpiar el portal hace de todo, jajaja. El harén es igual de verídico.
Mi madre también es mayor y tiene sus problemas de salud. Cuando viene a mi casa, Pepe se empeña en subirla en la “sillita de la reina” pero todavía no se ha dejado, no quiere ser del harén 😉
No he visto la película. Queda apuntada. Gracias!
Jajaja…es increíble. Pues “felicidades” por tener a Pepe de portero en el portal, ya me imagino que hace de todo menos limpiar. Así que todo es verídico, pues de verdad que me das cierta envidia por esa fuente de inspiración inagotable que te rodea.
La película…pues tienes que verla, de verdad, online o como sea…Tiene un toque más siniestro y oscuro que la historia que tú cuentas -tu historia podría sonar a una posible tapadera para Tosar u otros porteros con una parte oculta-. Pero de verdad que te ríes y angustias a partes iguales, gran película. Besos.
No me extraña que las viejitas estén encantadas. Ese hombre es una joya. A mí ayer el mío me subió las bolsas de la compra, me dio bastante vergüenza pero no aceptó un no por respuesta, no sé si tendría que empezar a preocuparme por la acumulación de años….
Jajaja, tú eres una niña todavía. Eso es pura cortesía y amabilidad.
Pepe quiere las herencias de las señoras, al loro 🙂
Yo también lo sospecho. Propinas ya se lleva un montón pero hay que reconocer que se lo curra y que las tiene a todas contentísimas.
Nadie dijo que fuera fácil. Buscáis la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar. Hoy estoy peliculero 🙂
Ya te veo 😉
Ojala Pepe viva mucho años y te socorra a ti en cualquier momento.
Besos
Jajaja, te vas a enterar, Chaly.
Pues yo admiro a Pepe, ¿qué quieres que te diga? Dar alegría a las personas y vidilla cuando ya vas de capa caída, se agradece y eso no se paga con propinas. Si cuando sea anciana decrépita me encuentro a un Pepe así, le propondré matrimonio a cambio de la herencia 😀
Yo matrimonio no, porque un Pepe para mí sola…eso es muy pesado, pero un Pepe compartido, sí. Vamos, que me apunto al harén y si tengo que dejarle la herencia (no sé cuál) a cambio de que me alegre los días, pues se la dejo sin problemas.
Pues eso, que hay cosas que el dinero no puede pagar… 😉
Desde luego, de lo importante de verdad, casi nada.
Pepe parece un hombre encantador, lo que pasa que me parece demasiado, a mí lo excesivo me da que pensar, igual me equivoco. Pero en general la gente excesivamente amable sale rana. En fin, mientras alegre la vida a las viejitas, bien está.
Besos
Un poco jetilla es, eso está claro, pero si a ellas no les importa…alguien tan simpático y que les meta tanta marcha no se encuentra tan fácil.
Cierto 🙂
Ahhhh, feliz findeeeeeeeeeeeeeeeee
Ya lo estaba echando de menos 😉
Igualmenteeeeee, Celia, que lo pases muy, muy bien.
O sea… Pepe existe!!!
Vaya…
Yo creo que Pepe sabe latín.
Besos urbi et orbe.
Sí que existe, solo le he cambiado el nombre. Sabe latín y puede que otras lenguas clásicas.
Besos (tú también sabes latín)
A mí no me importaría que un “Pepe” me subiera la moral y las bolsas de la compra dentro de muuuuuchos años.
A mí tampoco, pero con todas esas ues que has puesto, of course
Genial!
🙂 🙂
Me llevo a Pepe al face, a que lo disfruten
Huy, qué bien se lo va a pasar el Pepe. Muchas gracias, Edda.
Encantador Pepe y los comentarios, me voy de aquí con una sonrisa de oreja a oreja, volveré luego a seguir leyendo, te felicito.
Qué lindo, Pepe. Hay personas que nacen para enamorar a las viejitas. Esos ratitos de atención, valen más que las propinas que tal vez recibe. Los viejos están muy solos. Me gusta Pepe.