Resulta que os iba a contar mis vacaciones, eso tan bonito de relatar lo bien que te lo has pasado, aunque sea mentira. Pues por suerte para vosotros no va a poder ser porque no me acuerdo de nada. Como todo lo que me ocurre lo retransmito prácticamente en vivo y en directo vía blog, pues he ido a consultar en la hemeroteca del mismo. Qué chasco, majos, no están mis aventuras estivales, vacío total desde hace tres meses.
Le he preguntado al Toni pero dice que le deje, que está muy angustiado a la par que hundido en la miseria porque mañana empieza a currar en el bar y que si yo no me acuerdo de que él tenía un huerto y que era feliz, relativamente, entre sus hortalizas y qué dónde está el citado huerto.
Anda, pues es verdad, el Toni ya no vivía en Madrid ni era camarero que se fue en pos de su sueño agrario, plantándome a mí antes de hacer lo propio con las lechugas,¿qué hace aquí otra vez? Más confusión, si cabe. Y sí que cabe, la confusión es como el polvo, se mete por todas partes.
Dado que el Toni no me ha sacado de dudas, he interrogado a la Noe. Se estaba probando, entre sudores, los estilismos para la nueva temporada y cuando ella se enfrasca en sus modeleríos pierde la noción del tiempo y el espacio y cualquier otra noción que pasara por allí.
Lo pasado, pasado está, me ha dicho abrochándose su falda-cinturón y meneando el culo ante el espejo. Vamos, que tampoco se acuerda pero no lo quiere admitir.
Ahora ya os imaginaréis a quién he tenido que recurrir en tercer lugar, a la Esme, iba a decir en funciones por estar de actualidad pero, después de oírla, diré mejor en disfunciones que también está de bastante actualidad.
Esmeralda, hermosa, ya estoy de vuelta en Madrid, le he gritado por el móvil haciéndome la encontradiza. El verano muy bien, ¿y el tuyo? He pensado que era mejor no desvelarle mi falta de pasado próximo y así ir tanteando a ciegas el terreno pero ella, que es muy cuca, se lo ha olido.
No te acuerdas de nada, ¿verdad? Lo que me temía, me ha respondido con voz muy lúgubre. Os ha borrado los recuerdos la muy arpía, solo me ha dejado consciente y memoriosa a mí, qué desgracia, qué soledad, qué sinsentido todo.
¿Pero, Esme, qué rumias?, no entiendo nada.
Pues claro que no entiendes nada ni lo entenderás por mucho que te lo explique y vaca lo serás tú. Aún así, te lo resumo, ahí va el bombazo: hemos estado muertos, todos, tú, Toni, Jacobo y su hermana la bebé, Patricia, doña Marga, Noe y yo también aunque un poco menos que vosotros. Y ahora viene lo peor, agárrate al sofá que seguro que es donde estás, te conozco,so vaga: no somos reales, somos inventados y no tenemos las riendas de nuestro destino. Por eso tu blog no es tuyo y tiene otra historia paralela escrita por la verdadera dueña. Seguro que tú no la ves, qué angustia me está entrando.
Dichas estas tonterías propias de una mente afectada por los calores, ha proseguido delirando como sigue.
¿Te acuerdas de la canción de Remedios Amaya, esa con la que quedamos los últimos en Eurovisión que decía…»ay quién maneja mi barca, quién, que la deriva me lleva, quién? Igual no te acuerdas dada tu corta edad y tu cortedad. Da lo mismo, el mensaje es ese, no te esfuerces porque te va a dar igual, tu destino ya está escrito o más bien a medio escribir, así que déjate llevar como hoja por el viento y aprovecha porque esta, en breve, nos vuelve a decapitar.
Madre mía, la Esme, qué chifladura más mala, no me imaginaba yo que la caída libre de estrógenos afectara también a las circunvoluciones cerebrales. Por si acaso le he seguido la corriente y me he puesto a deshacer la maleta proveniente de no sé dónde y a pensar en cómo de cambiados me encontraré a los niños que cuido. Estoy deseando verlos de nuevo y achucharlos, a su madre no, aunque tal vez ella pueda darme una pista de lo que ha sucedido en estos meses. O doña Marga, con la que también tengo muchas ganas de reencontrarme.
En realidad tampoco me importa tanto saberlo, mis veranos siempre han sido muy parecidos, tomando la fresca en mi pueblo, a lo mejor por eso no me acuerdo. Y en cuanto a lo que dice la Esme de que me deje llevar como hoja por el viento, eso le va a costar mucho a ella, que es de naturaleza rebelde y no se resigna nunca a la mediocridad de la vida, pero a mí, nada. Si a mí me gusta mucho hacer eso, es mi estado natural, ir de hoja volandera por el mundo sin oponer resistencia.