A la Esme no le gustan los puentes cuando ella no los tiene, es que es muy envidiosa la mujer y muy rabiosa, también. Es mi amiga y no está bien que la critique blog mediante pero es que se ha puesto hecha una furia esta mañana y todo porque le he preguntado con toda mi buena intención qué planes tenía para estos días festivos.
La preguntita no puede ser más tonta pero, vamos, si quieres te la contesto y despejo tu duda agónica. Plan A: comprar comida con la que nutrir a mis entes hijos, adecentar mi morada y mejor no sigo porque te puedo sumir en un tedio vital tan profundo que te va a ser imposible salir de él.
Bueno, Esme, le he dicho por animarla básicamente, pero si tienes un plan A es que también tienes uno B y seguramente será mucho mejor que el A.
Sí, claro, tengo un B, es este: disfrazarme de payasa diabólica y rodear el Congreso, ¿te apuntas conmigo?, me ilusiona bastante. Pero primero tengo que ir al Ahorra Más, de eso sí que no me libro, ¿y si voy ya directamente con el disfraz para ir metiéndome en el papel? Puede que haga eso ¿No te quieres venir , verdad? Lo noto en tu cara reacia, eres una sosa sin remedio, vete al pueblo con el Toni y ponte morada de huesos de santo y de buñuelos, anda, guapa. Y descansa por mí que yo tengo que trabajar el lunes y también el martes porque este negocio es así, los días de fiesta son los que más caja hago dando de beber a los sedientos que se pasean ociosos por aquí con sus proles jalogüinescas.
Qué pereza me da la vida a veces, hoy es a veces. Así que no sé para qué me preguntas. Y como me descuide tendré que dar de alta en la seguridad social a la máquina de los helados y luego se me rebelará porque tiene conexión wifi, es de eso tan raro que llaman el internet de las cosas, y perpetrará un ataque zombie sin mi consentimiento. Todo ocurre sin mi consentimiento, ¿te crees que iba yo a estar aquí, de este quiosco prisionera, si fuera con mi consentimiento?, ¿te crees que iba yo a malgastar mis días en los pasillos de un cutre supermercado si fuera con mi consentimiento, te crees que iba yo a recorrerme la línea 4 de metro de punta a punta si fuera con mi consentimiento, te crees que iba yo a haber nacido para tenerme que morir?
Jamía, qué melodramática, pues como todos en eso del nacer y el morir y vaya parrafada que me ha largado, ahora me baila en la cabeza la palabra consentimiento y todo por preguntar, por simple cortesía, que qué iba a hacer el puente, si con que me hubiera dicho,» pues nada, Eva, lo de siempre», hubiera sido más que suficiente.