¿Quieres un libro?, me salta la Esme esta mañana sin dejarme ni decir hola qué tal.
Como está montada en el parque la Feria del Libro pensaba que se refería a que si quería darme una vuelta por las casetas para comprar alguno. Hace mucho que no me compro libros, los tomo prestados de la estantería de mi jefa, que la tiene muy bien surtida, los leo en el autobús y después los vuelvo a colocar en su sitio sin que su dueña sospeche la función de biblioteca que desempeña.
Que si quieres un libro, me vuelve a insistir mostrándome algo con hojas que no era árbol y yo diría que tampoco libro.
¿Qué es esto, Esme, ahora repartes panfletos subversivos por el parque? Ten cuidado que ya nos confiscó la policía el negocio de adivinas una vez y he visto a dos agentes montados a caballo que daban bastante respeto.
¡Ecuestres a mí!, me los zampo de un bocado con caballos incluidos. Que no, que es mi novela, la tercera ya, me la he auto-editado esta misma noche y me dispongo a que sea éxito de ventas en la Feria, ¿no quieres ser la compradora número uno? Te hago precio de amiga, la vendo a veinte euros pero a ti te la dejo en diez. Toma.
Y me pone en las manos con bastante violencia, todo hay que decirlo, el citado panfleto que por el aspecto exterior más parecía el trabajo del Jacobín para el día de la madre que un libro verdadero. Por no defraudarla y porque a veces me da un poco de miedo, he empezado a leer unas letras de colores puestas en todas las direcciones y con muchas exclamaciones y subrayados. Decía en ellas: «Un trabajo brillante que reúne perspicacia e información», «Una obra profundamente original», «Trata de los grandes temas de la vida como el amor o la muerte capturando su sinsentido», «brilla y deslumbra», «Puro talento», «tan hilarante como conmovedora»
Pues muy bien, por frases promocionales no será pero lo que no veo es el título, ¿cómo se llama?
Se llama como más le guste al lector, es una novela interactiva, el lector es el que titula, he dejado un hueco ahí arriba para que cada uno lo rellene a su gusto. Bueno, venga, déjate de pegas y compra ya que hasta que alguno no rompa el hielo esto no va a pitar.
A ver, Esme, no te enfades pero es que acabo de abrir el, según tú, libro, y por lo menos en la primera página siguen los elogios. Aquí has escrito,»la gran novela europea del año», «magnífica, sutil, original, rompedora».
Claro que sí, lo he escrito porque lo es. No me gusta mentir, bueno sí que me gusta, qué tonterías me haces decir. Y venga, suelta la pasta que te vas a llevar el producto más completo del mercado. Te veo reacia y no sé por qué. Mejor llévate dos y otro se lo vendes a tu jefa la escritora para que aprenda lo que es bueno y se muera de la envidia y de la rabia.
Que no, Esme, es muy caro y además sospecho que dentro no hay nada. Estas hojas que siguen están en blanco, no me digas que también la tiene que rellenar el lector.
Y a mí qué me importa el lector, que haga lo que quiera, libertad total para él y para mí y si no quiero escribir nada en mi propio libro, como fue el caso de ayer por la noche que lo que tenía urgente era la plancha, pues lo dejo en blanco. Es un favor que le hago al mundo, está ya lleno de palabras, todos queremos soltar las nuestras, pues venga, un libro para que cada cual ponga las suyas. Con mi nombre en la portada, eso sí que no lo perdono.
Y además, cuando sea entrevistada nadie me preguntará, «Esmeralda, ¿en qué clave interpretamos tu obra?» Es una pregunta que me revienta y eso que nunca me la han hecho. Pero ya veo que te haces la longuis jugando al escondite con la Morganina. Si, anda, escóndete detrás del castaño, como si te tapara el árbol con lo oronda que estás, amiga Sancha.
Pues no va y me llama Sancha Panza, ahora si que no le compro el libro vacío. Pero, tendrá morro, si ha escrito en la contraportada, «más de diez mil ejemplares vendidos», huy, y lo está ofreciendo a gritos como si fuera un melón, «lléveselo, señora, que me lo quitan de las manos».
Esme, que esto no es el mercadillo de las hortalizas y las bragas, le he advertido desde detrás del árbol, que es la Feria del Libro, un poco de estilo, hija. Pero ni caso, ella a lo suyo toda magnífica y original. Sutil ya no, la verdad.