Costumbre

En la boda de Álvaro y Gabriela, una señora se comió un plátano de la decoración frutal del centro de la sala. Alguien la vio escurrirse por el pasillo con el plátano en la mano y pegarle tres mordiscos en un rincón antes de entrar al baño donde seguramente tiró la cáscara. Normal, teníamos hambre. Pasaron unas bandejas con jamón que interceptaba el hermano del novio en la entrada,él ya debía de saber que luego no había nada más, y otras con canapés que no llegaban nunca hasta el final, donde estábamos nosotros.

Pero no nos movimos porque pensamos que luego nos darían la cena. Para eso, para cenar, estaban puestas las mesas con sus manteles, platos, cubiertos y unas velas floridas en el centro aunque pasaba el tiempo y nadie se sentaba. Solo cuando se sentaron los primeros, unos señores mayores que ya no aguantaban más de pie, los seguimos los demás.

Álvaro andaba muy nervioso de un lado para otro, vimos que hablaba algo con su hermano y entonces el interceptador del jamón nos pidió que no nos sentáramos, que las mesas no estaban para sentarse, ¿pues para qué estaban entonces? Demasiado tarde, ya nos habíamos sentado todos, la del plátano también, masticando todavía.

Supongo que por hacer algo entre plato vacío y plato vacío, la novia empezó a circular por las mesas para besarnos a todos y hacerse una foto con cada grupo. Sin ánimo de ofender,no estaba nada favorecida, parecía un huevo duro con ese moño hacia arriba y tan blanca toda ella, pero los que se sentaron con nosotros , que seguramente eran muy amigos, no hacían más que decir,” ay, qué guapa está Gaby, está guapísima, impresionante”.

Sí, sí, que te lo has creído. Claro, nosotros no dijimos nada. Bueno, Carlos sí dijo, dijo lo mismo que llevaba diciendo todo el viaje en coche,” mira que casarse ahora que nadie se casa y encima tan lejos”. Y noté que eso no les había hecho gracia a los amigos, sobre todo a los que formaban una pareja de esas desiguales, ella muy pequeña y él muy grande, bien porque estuvieran muy a favor del matrimonio o porque nuestro lejos fuera su cerca. Yo que sé, nos caímos mal. Y con la otra pareja de la mesa, que eran todo lo contrario, tan iguales que parecían hermanos, lo mismo, no había conexión y nos mirábamos con desconfianza.

Al cabo de un rato de hablar de tonterías como que qué calor está haciendo y esto va a ser el cambio climático y qué raro está el tiempo y no me extraña con todo lo que le hacemos al planeta Tierra, lo típico, vamos, un camarero dejó caer sobre la mesa, a modo de dádiva, un plato con unas cuñas de queso y unos picos de pan. Voló en un momento y el pan también. Y otra vez a pasar hambre y a buscar temas de conversación.

En la mesa de la del plátano se lo estaban pasando muy bien, o eso parecía por los gritos y las risas ¡Vivan los novios!, gritaron muy oportunos ya que se trataba de una boda y, a continuación, “¡que se besen, que se besen! y ya cogiendo impulso, ¡que se morren, que se morren!”

Mucho han tardado los de Cuenca, son impresentables, dijo la mujer de la pareja desigual. Se hacía la fina pero cuando trajeron el plato con las seis gambas bien que se tiró encima con muy pocos modales.

Y Carlos, otra vez, como si siguiéramos dentro del coche por esas carreteras con girasoles a los lados, los dos solos, “¿pero para qué se casa la gente? Contraer matrimonio, pero si el mismo verbo contraer lo dice, lo mismo se contrae una enfermedad que una costumbre, o las dos a la vez, eso significa contraer”. Y yo, cállate, Carlos que estás metiendo la pata. Y él, pues no me da la gana, digo lo que pienso. Tiene una manía con decir lo que piensa… si lo que se piensa es justo lo que no conviene decir, será tonto. El grande que iba con la fina y que además tenía bastante cara de simio, nos miró con un odio que hasta miedo me estaba dando.

Por salir del terreno pantanoso en el que habíamos caído, volví al clima, “y cada día llueve menos, qué terrible la sequía, nos vamos a acabar matando por el agua”. Por el agua y por las gambas, soltó Carlos mirando a la fina que chupaba una cabeza o más bien la succionaba con fruición. Pero no le oyeron, menos mal, porque justo en ese momento volvieron los de Cuenca a sus gritos tribales o rituales o lo que fuera aquello. Y para remate, uno de ellos se levantó de la mesa y dio una voltereta en el aire mientras los otros le aplaudían.

Pero qué horror, no me lo puedo creer, de verdad que nunca he visto nada igual, dijo la fina depositando la cabeza reseca en una esquina del plato como si le diera asco a posteriori. La pareja de iguales como hermanos se empezó a reír pero por lo bajo, eran muy discretos ellos y no se pronunciaban en ningún sentido. Se oyó un trueno y al rato otro.

Por fin se animaron los novios tacaños a partir la tarta. El de las volteretas dio dos seguidas para celebrar que por fin se iba a llevar algo a la boca. No nos gusta el dulce a ninguno de los dos pero nos la comimos y hasta nos supo buena. Otro trueno y muy fuerte pero de agua, nada. Era una tormenta eléctrica, seca, qué cosa más triste, avara ella también. Como el cielo que estaba todo grisáceo y pesado.

Me hubiera gustado quedarme a bailar un rato, ya que estábamos,es lo más divertido de una boda, pero Carlos se quería ir, siempre se quiere ir de todas partes en cuanto llega, empieza a mover la pierna y a hacerme gestos señalándose el reloj. En el coche, con los girasoles a los lados otra vez, pensé que aunque no estábamos casados también habíamos contraído algo. Una costumbre, la de estar juntos. Se lo dije para picarle pero otra costumbre que ha contraído, esta solo él, es la de pasar de lo que le digo, como si no lo oyera. Puso una música que antes nos gustaba a los dos pero que ahora a mí ya no me gusta. Él se cree que sí.

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48 comentarios en “Costumbre

  1. No hay cosa mas triste que una boda y peor si no le dan a uno de beber y de comer.
    Los hombres se emborrachan para olvidar que se casaron y las esposas comen y comen por lo mismo. En las épocas de maría castaña los padres de la novia corrían con todos los gastos de la boda, felices de librarse de la hija. En este siglo son los novios los que contraen deudas para derrochar en una boda fastuosa con la idea de ser perdonados por sus amigos solteros (as) por haber sido unos traidores a la soltería, Si, las bodas son tristes.

    Besos

  2. Eres una genia.
    Pintas con las palabras.
    Lo he visto todo y lo he disfrutado.
    Lo de la voltereta en el aire, jajjajajajjaja

    Ay que divertida eres…
    Y cuando todos vamos tú ya vuelves.

    Besos.

    1. Muchas gracias, Torito.
      Me alegra que te hayas divertido en el bodorrio.
      Pues te juro que lo de la voltereta lo he visto con mis propios ojos, jajajaja.
      La gente está muy loca.
      Besos

  3. Nunca he pasado hambre en una boda (más bien al contrario) aunque yo soy de poco comer.

    Lo de estar sentada con desconocidos y no saber de qué hablar sí lo he vivido. A veces la cosa sale bien pero hay otras que…

    Y coincido en que «contraer» es un verbo muy feo para referirse al hecho de casarse.

    Besotes!!!

    1. Yo casi nunca pero hubo dos, la del plátano y otra más ,todavía peor, en las que sí y mucha.
      Contraer suena fatal, debería decirse de otra manera.
      Besos, Álter.

  4. Uy…me matas, Paloma!! Justo la última boda donde estaba yo, en plan de ambiente y sensaciones. Tuve hambre y tenía ganas de matar al compañero de la mesa que intentaba ligarme. Besos….Genial!!!

  5. Ains te he echado tantos piropos que ya no sé si me repito… ( hasta creo que esto ya te lo he dicho…). Me encanta cómo escribes…
    Me lo he pasado genial con tu relato. Aunas (tooooma esta palabra creo que no la había utilizado todavía contigo) humor, imágenes, frases coloquiales que te meten en el texto y acerca empáticamente (por lo rebuscado del advervio creo que tampoco te lo había dicho, pero éste no cuenta porque me suena pedante) al lector con el texto. Vamos, que estás hecha una maestra.
    Y me has hecho distrutar durante un ratito. Gracias Paloma.
    Beso.

    Pd: el secreto de estas «comidas-canapé» es ponerse a la salida de la cocina con un plato (importante el plato porque sino a canapé por mano no llega) y según sale el camarero ZAS atacas (si hay que darle un golpe en la cabeza se da) y empiezas a coger canapés a to´ lo que da las manos. Luego te lo zampas… Y si por algún motivo no puedes… lo que hay que hacer es buscar a los «contraidos» (han menguado pero se dejan ver…) te haces una foto y sales del salón (cualquier excusa vale, fumar por ejemplo, yo no fumo pero hambre es el hambre) y buscas un bar y te pides un bocata de tortilla de patatas con una cerveza. El hambre te hará degustarlo como si fuera jamón 5 jotas… Y luego vuelves pa´ la tarta y adios.

    1. A ver, es que te vas a creer que me lo estoy inventando pero te diré que en una de esas bodas del hambre, (solo han sido dos), hicimos lo de salir a comer a un bar que había enfrente. Éramos unos cuantos y nos reímos muchísimo. También pasamos miedo, por si nos veían los novios que eran amigos. Luego entramos a bailar, ya con fuerzas.
      Si son piropos te puedes repetir todo lo que quieras que nunca me va a importar. Además que nunca me habían dicho que aúno y eso llega 😉
      Es verdad, contraer también es reducir de tamaño, muy bien has estado ahí.
      Gracias a ti, Manuel.
      Besos

  6. Mira que me reí, eres fantástica. Una boda con invitados hambrientos es algo de lo que oí hablar, pero no viví. Sé de gente que se fue a cenar tras el » banquete».

    Me dejas siempre pasmada con lo bien que adobas las historias.

    Un beso

    1. Qué bien que te hayas reído.
      Pues te aseguro que esas bodas existen, son raras pero yo también sé de gente, y muy cercana, que cenó después. Y no soy nada comilona, no te vayas a creer.
      Un beso y muchas gracias, Ilduara.

  7. Pues vaya rollazo de boda, aunque ya acostumbran a serlo todas bastante. Me ha dado que pensar que en lugar de Los Juegos del Hambre fuisteis a La Boda del Hambre. El plátano devorado (hasta de plástico se lo come, seguro) y las gambas finamente succionadas. Encima novia cabeza huevo duro peloteramente alabada. ¿Y quieres decir que ese Carlos que te acompañaba no era el Toni disfrazado?
    Para celebrarlo me voy a comer ahora unos mejillones con una cervecita. Es pura casualidad, ya lo tenía planeado. Saborearé esos mejillones como si fuera el último manjar sobre el planeta, visto lo visto. Menos mal que no tengo bodas en el horizonte.

    1. Como acabo de leer tu comentario no me han dado envidia los mejillones y la cerveza. A estas horas no podría.
      Oye, eres agudo, ya había pensado yo también que sin darme cuenta le había puesto ciertos rasgos del Toni a Carlos, si es que esto de que ya me conozcáis tanto…
      Sí, menos mal que no tienes bodas a la vista. Yo tampoco, de momento. Tenía una pero se arrepintió el novio en el último momento, como en las películas.

      1. Muy posiblemente, debe ser la ley de Churzy. Ya leí después vuestros comentarios: Que si salisteis a comer a un bar, que si bocadillo de tortilla por otro lado. Muy gracioso. Ah, y mención especial a esa voltereta.

      2. Lo de salir a comer el bocata fue en otra. En ninguna más me ha vuelto a pasar eso.
        De todas formas ni con comida ni sin ella, son un peñazo.

  8. Me he reído a gusto y mira que hoy estaba difícil.
    El plátano,la succionadora de gambas,la conversación sobre el cambio climático…qué risa y qué bueno.
    Si fue real…qué hambre!

    Carlos…la fuerza de la costumbre…

    Besos y gracias,Paloma.

    1. Pues no sabes lo contenta que me pongo de saber que te has reído, sobre todo si estaba el día difícil.
      Parece mentira pero es cierta la experiencia, todo no pero sí lo más estrafalario, como lo del plátano y la voltereta.
      Malo pasar a ser «la costumbre».
      Un beso, Carmen y gracias!!

      1. Sí,estaba difícil y me vinieron genial las risas.
        Lo de la voltereta es de traca jajjajajaja

        Cierto,la costumbre acaba matando…

        Redonda esta historia!

  9. Delicioso, divertidísimo, didáctico (tuve que buscar en el diccionario un par de palabritas), y te aseguro que se seco y avaro… no tiene nada! Besos, Paloma

      1. El «interceptador» me pareció un excelente neologismo literario….Imaginaba lo que era morrear pero lo busqué por las dudas. Pero vamos a lo mejor… Qué cierre tan espectacular…. absolutamente cíclico tu relato. Y bien escondido el tema de la costumbre…. Besos. Aguardo otro texto pronto!

      2. Ah, claro, era morrear. Seguro que en Argentina tenéis otro verbo para la misma acción.
        ¡Qué quilombo de boda!, esa sí es de tu tierra.
        Gracias una vez más, me animas y me impulsas a continuar.

  10. No me hables de bodas. Es como si me nombrasen al diablo. Tu descripción da escalofríos. Como además tengo una en ciernes (espero que captes el sentido amenazador de esa locución), me pregunto si este relato, tan punzante a fuer de realista, tendrá algún significado extraliterario. En lo cinematográfico me ha recordado algunas películas de Berlanga.

  11. Vaya cutreboda, pa’ eso mejor no hacer nada 😀 😀 😀 😀
    El final… ¡buf! lo mejor. Al fin y a cabo, para «contraer» cualquier cosa relacionada con el amor y las relaciones no hace mucha falta que haya papeles por medio, ¿verdad? Si Carlos se pregunta por qué se casa la gente, tal vez también debiera preguntarse por qué se van a vivir juntos.
    No es el matrimonio lo que mata los amores, es la monotonía 😉
    ¡Genial como siempre, Paloma!

    1. Se ve que querían hacer algo pero sin muchos dispendios y así quedó la cosa, en un extraño medio camino.
      Es verdad que para contraer costumbres lo de menos son los papeles o los rituales varios, el asesinato a cámara lenta viene luego, si no lo remedias con esfuerzo y trucos varios.
      Gracias por la lectura, Nona.
      Un beso.

      1. Pues tomaron una mala decisión 😀 😀
        «Asesinato a cámara lenta» así se suele matar el amor, no podías haberlo dicho de forma más gráfica 😉

  12. Pues siento sembrar la discordia, pero a mi me gustan las bodas, porque veo a familiares que hace tiempo que no veo, porque hay baile y porque los contrayentes están felices. Una boda no deja de ser una fiesta y nadie le hace ascos a una fiesta para celebrar un cumpleaños por ejemplo. Será que a mi me gustan los eventos sean del tipo que sean. Nunca he pasado hambre, al contrario, no llego al segundo plato por exceso de canapés.
    Otra cosa estupenda que puedes hacer en una boda es criticar, yo habría criticado a la fina de la gamba, será ansiosa!!!!😀

    1. Me parece muy bien, Sensi. Si todos fuéramos iguales no tendría gracia la vida.
      Tiene que haber animados para contrarrestar a los siesos como yo. Es que a mí tampoco me gusta que me inviten a cumpleaños, lo confieso.
      Pero criticar a la de la gamba y bailar, eso sí lo hubiera hecho a gusto contigo.
      Besos

  13. La verdad es que no sé para qué la gente gasta en bodas. Aunque por lo que dices, estos se lo economizaron todo, en comida es donde más se gasta…Jajajaja… Pero la verdad, en las bodas va mucha gente que no se soporta, o que van a criticar, o que critican con razón. Válgame! Que ni los del jet-set se salvan de las críticas… Hasta si gastan mucho… Casi nunca escucho decir: «Qué buena quedó esa boda»… Así somos…

  14. El tema de las bodas es ya un tema de conversación como lo era el de los que hicimos el servicio militar por desgracia y que por suerte ya casi nadie habla de ello porque si no le ven como un viejo, Huy creo que me están saliendo canas…..la costumbre de estar en pareja y solo a la vez es a veces insoportable…pero lo peor es que te sienten con alguien con el que no tengas nada de qué hablar porque a cabas hablándole a las gambas y habiéndose bebido la botella. saludos

    1. Pues yo tenía una este mes pero el novio se arrepintió en el último momento, como en la película de «novia a la fuga».
      A mi se me da fatal lo de socializar con desconocidos pero hay gente muy hábil que enseguida sabe qué decir y así no se tiene que dar a la gamba y a la botella, como tú dices.
      Lo de la soledad acompañado, sí, es algo muy triste.
      Un saludo, Vidal y gracias por las lecturas!

  15. Fiesta de bodas, encontrarse con gente conocida y conocer gente nueva. La primera impresión es la que más risa causa. Los tímidos, los gritones, los glotones, los aburridos, los que llevan ropa cara y no les luce, los que llevan zapatos nuevos y les aprietan, los que sonríen de plástico para la foto, et., etc., etc., ¿En cual de estos equipos nos encontramos? 🙂 Saludos,

  16. Hola Eva ando de paseo por tu blog, me gustó mucho esta historia tragicómica, donde muestras con mucha elocuencia los avatares de la vida y los caminos que toman la relación de pareja, donde los silencios se multiplican, el oído sordo se va apoderando de la comunicación y ya como dices la «costumbre» es la única unión. Un abrazo

  17. En esta celebración he llorado de risa, hubo otras en las que hubo lágrimas de hambre y sed. Que triste el final del retorno a casa en busca de la costumbre, aunque a veces en las parejas se traspasan épocas así, después llegan otras en las que brotan las ganas de compartir. ¿A ver si somos como el año, con sus estaciones cálidas y frías? No sé. Un beso.

    1. Será lo que tú dices, por lo menos en algunos casos. Al final, todo en la vida es como el tiempo: ahora nubes y después sol y después otra vez nubes y así…
      Siento lo de las lágrimas de hambre y sed 😦
      Besos

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