El hombre cruza el paseo, entra en la playa, se sienta en una hamaca y se quita la pierna derecha. La coloca tumbada en la hamaca de al lado. Resopla aliviado, liberado de la prótesis. La pierna también resopla, liberada del hombre, necesita descansar tanto como él. El hombre mira un instante al mar, a las nubes rosadas del atardecer y después gira la cabeza en dirección al paseo. Está buscando a la mujer que, como él, llega cada tarde a última hora. A la mujer con un uniforme negro de camarera y un niño de la mano.
Acaba de verlos salir del hotel Mar y Pinos, cruzan el paseo, entran en la playa, pasan por delante de las hamacas, ella mira la pierna de reojo, el niño lo hace sin disimulo y además la señala, divertido. Siguen caminando hasta la orilla, la mujer se sienta sobre una roca, se descalza, mete los pies en el agua, suspira y se sujeta la cabeza con las manos. También suspiran sus zapatos, muy bien colocados en paralelo, tras la roca. El niño se ha metido en el mar y con un rastrillo de plástico verde peina el agua una y otra vez, incansable.
El hombre ha puesto la pierna de pie, clavada sobre la arena. Sabe por otras veces que cuando se vayan y vuelvan a pasar por delante, al niño le dará risa y que con esa risa arrastrará una sonrisa de la madre. Dos amigas caminadoras la sortean sin inmutarse y saludan al hombre con la cabeza. Una le va diciendo a la otra, «por la noche le doy sopa y filete de pollo y se lo come muy bien»
Pero esta tarde la mujer vestida con un uniforme negro y el niño del rastrillo verde han cambiado el rumbo, se marchan por otro lado, por la esquina derecha de la playa, pasan por debajo de la luna, cortada por la mitad y desaparecen por un callejón.
El hombre tumba otra vez la pierna, se tumba él y con los brazos por detrás de la cabeza vuelve a mirar el mar.
Hay ciertas rutinas que no nos gusta que nos cambien. Y esas son las que molan. Besotes!!
Las que nos alegran el día que se sigan repitiendo. Lo malo es cuando no dependen de nosotros.
Besos!!
Un Robinson Crusoe que lanza una pierna ortopédica al océano de la soledad…
Oye, qué resumen más bueno!!
¡¡Y cómo son los niños!! ¿eh? Jajaja…
Dejémoslo en espontáneos, jajaja
Besos, What
Un dibujo en lapiz de negro y blanco con las lineas muy finas y sin sombras así veo tu relato (si se puede nombrarlo como relato el texto tuyo). Excelente Paloma.
Gracias, Tatiana.
Más bien es un apunte o un dibujito.
Y si tú lo has visto en blanco y negro, que así se quede.
Besos
Cuánta soledad desprende tu hombre… Hay gente con la que no hemos hablado nunca y sin embargo parecen conocidos, ¿verdad? Muy bonito. Falta el de la luna llena 😊
Un besote
Gente a la que vemos a diario y con los que se establece una especie de relación sin palabras.
El de la luna llena para cuando se ponga llena 😉
Gracias, Luna con mayúsculas
Besos
Como esas personas que ves a diario y según en qué punto del camino las encuentres sabes si vas bien o tarde 🙂
Tiene algo de espejismo, este relato, el espejismo del calor, un fondo de soledad graciosa, tolerable, una normalidad quebradiza, no sé, me ha gustado, eso es lo que pasa. Un beso, Paloma.
Qué bien que te haya gustado, Eladio.
Tu comentario también a mí :))
Otro beso
Qué desolación…
Todo el plan salta por los aires.
Sólo tiene a su pierna para que le consuele.
Besos.
Pero también tiene el mar y el día siguiente para volverlo a intentar.
Besos
Me ha encantado.
Me pongo contenta 🙂
Besos, Patricia
El mar es muy inspirador, como el tren.
Con la ilusión que le hacía al hombre sacar sonrisas a costa de esa pierna postiza.
Muchos besos, Paloma.
Es verdad, de maneras diferentes pero ambos lo son.
Otro día las sacará lo más seguro.
Besos, Maite
Ojalá otro día vuelvan y el hombre pueda sonreír…
Vi esa media luna…
: )
Besos!
Ojalá.
Besos, lunera :))
La soledad con el mar de frente es algo más llevadera, ¿no? Por otro lado, los recursos que utilizamos para acercarnos a los demás sólo están limitados por nuestra propia imaginación. Saludos.
Desde luego que sí. Todo gana con el mar cerca.
Pues tienes razón en lo que dices, nosotros mismos nos limitamos y no sólo en el acercamiento a los otros.
Saludos, Raúl
Qué bonita historia de amor
Me ha conmocionado
y el mar
qué nos hace descalzarnos
del todo
(me pongo a tus pies, descalzos)
Qué bonito comentario, Note 🙂
No te pongas a mis pies, mejor a los del mar.
Y con ellos dentro, a ser posible
Un hombre inundado por la soledad, con el apoyo de su pierna postiza que la resalta. Una ilusión tan efímera como un paseo de una madre con su hijo. Un finísimo hilo de esperanza.
Es tan literario que se convierte en cinematográfico.
Un beso.
O es tan real que parece literario. Suele pasar y también al revés.
Es un gusto leer tus comentarios siempre tan bien escritos.
Un beso, Ilduara.
De alguna manera me pareció una narración llena de soledad, de momentos fugaces y rutinarios, algunos felices, otros incómodos. Es interesante que la cotidianidad de pronto se vea interrumpida, cambiar de ruta a veces es necesario, a veces duele, a veces alivia, a veces asusta.
Muy interesante.
Saludos.
Sí, es verdad, tiene todo eso que señalas.
Romper la rutina es bueno aunque en este caso hubo alguien que se vió perjudicado por ese cambio de rumbo.
Saludos, Kadannek
Soledad, verano, el hombre, el niño, la pierna, la mujer , los pies desnudos, la luna, los zapatos prolijos Soledad
Te admiro
Comparto
Todo eso junto y seguro que mucho más que no sabemos.
Muchas gracias, Edda
Y muchos besos
Me ha encantado …..snif
Me alegro mucho, a pesar del snif 😉
Besos, Mercedes
Magnífico relato, me ha parecido muy entrañable la actitud del hombre discapacitado. Gracias.
Saludos.
A mí también me parece entrañable el señor.
Muchas gracias por la lectura, Isabel
Y por el comentario
Saludos para ti
Muy fuerte el sentir de este relato, contundente, no me esperaba el desenlace. Dí que el mar si te dejas llevar por su ritmo, limpia el alma y apacigua . Un abrazo
Te veo muy «lúnatica» mi querida Paloma 🙂
Jajajaja, soy bastante lunática. No es solo de ahora. Con todo lo bueno y lo malo que tiene serlo.
Besos!!
A veces da miedo compartir la soledad y quizás sólo un niño pueda salir indemne de una pierna clavada en la arena. Mañana dios dirá si acaso habrá rencuentro o esa fue la última oportunidad para contemplar juntos la belleza del mar. Un abrazo.
Es verdad, solo un niño puede contemplar algo así y verlo como algo mágico o divertido.
Otro abrazo, Carlos