Su encantadora niña

El gran hito y también tormento de cada mañana era pasar por delante de la tienda de trajes de novia y detenerse a mirar. Mónica había intentado en varias ocasiones cambiar de itinerario para evitar el momento tul ilusión, pero Lucía protestaba y tiraba de su brazo, reconduciéndola. Sabía perfectamente dónde estaba situada, cómo para no saberlo, era una tienda enorme, hacía esquina y en sus grandes escaparates se exhibían los, para ella, espantosos vestidos blancos y largos, como de princesa trasnochada. La niña se paraba extasiada, algunas veces hasta se llevaba las manos a la cara como no pudiendo creer que en el mundo existiera tanta belleza.
Quiero ese, dijo esa mañana heladora, señalando con su dedo forrado de lana el vestido más recargado de todos, un auténtico merengue lleno de encajes y falsas perlas brillantes. Sus gustos nunca eran sencillos.
No puede ser, le explicó ella, son de mayor, para casarse. Los que estén por la labor de casarse y con esas pintas, que ninguna de las dos cosas son necesarias, añadió después.
Quiero casarme ya. Con el disfraz de princesa. Y para que quedara clara la emoción que tal anhelo le producía dio tres saltos, se puso en puntas y ejecutó con los brazos en alto uno de los giros que había aprendido en las clases de baile. Qué horrible niñita, ¿será posible que tu propia hija te caiga mal? Sí, debe de serlo porque a ella, en ese momento, su querida hija se le estaba atragantando. Mónica sintió una punzada de culpa mezclada con unos cuantos interrogantes, ¿a quién se parecía esa niña, quién le había metido esas ideas tan rancias en la cabeza? Ella, desde luego, no. Más bien trataba de inculcarle las contrarias.
En el colegio les habían pedido a los padres que, antes de las vacaciones navideñas, cada niño llevara su libro preferido para leer en clase. Mónica le había propuesto que eligiera el titulado, “Paula tiene dos mamás”, pero a la niña no le resultó nada atractiva esa historia y se empeñó en escoger “La sirenita”. No hubo forma de que cambiara de opinión, si ser tozuda es una virtud, esa virtud la tenía. Mónica trató de explicarle que Ariel era una moñas a la que no se le había ocurrido nada peor que renunciar a su identidad por amor. Enamorarse está muy bien, le dijo mientras se cepillaban los dientes, pero nunca tienes que dejar de ser tú ni renunciar a nada por un hombre, ¿lo entiendes? Te puedes enamorar y te enamorarás pero no dejes de ser tú misma.
Lucía, con la boca muy abierta, el cepillo detenido en el aire y una gota de pasta babosa chorreando por su barbilla, parecía estar asimilando un discurso difícil de digerir. No dijo nada, pero antes de irse a la cama guardó el cuento de La sirenita en el fondo de la mochila para asegurarse de que al día siguiente sería Ariel la que iría con ella al colegio y no Paula y sus dos aburridas madres.

Mónica había hablado bastantes veces del tema de los gustos y aficiones de Lucía con el padre, por teléfono casi siempre porque cuando se veían en persona era durante muy poco tiempo y la niña estaba delante, pero él no le daba importancia a lo que a ella le preocupaba. Decía que ya se le pasaría, que solo era una niña, que había que dejarla que tuviera sus propios intereses y que, poco a poco… poco a poco se ha ido llenando de estereotipos de género obsoletos, pensó con rabia mientras cruzaban la calle y apretaba, sin darse cuenta, la mano de su hija con demasiada fuerza.

Me haces daño, lloriqueó Lucía, zafándose de la garra dominante y echó a correr en dirección al colegio donde tres de sus amigas ya la estaban esperando junto a la puerta. Sororidad, pensó con cierta felicidad Mónica al contemplar cómo las tres niñas se abrazaban. Al momento se pusieron a ejecutar una coreografía extraña, con movimientos de caderas y contoneos supuestamente seductores. Eso ya no le hizo tanta gracia. Los pitidos de coches de cada mañana, las prisas…se fue enfadada al trabajo pisando una alfombra de hojas sucias y resbaladizas. Por la otra acera un hombre vestido como para ir a la guerra las estaba aspirando con unos tubos muy ruidosos.

Por la noche, mientras las dos cenaban, la niña se la quedó mirando con fijeza. A Mónica le daba miedo cuando la examinaba así, era muy crítica con su aspecto físico ¿Se puede saber qué me miras tanto? Mamá, déjate el pelo largo, podrías hacer un anuncio de champú, de esos que mueven el pelo así y así y giró la la cabeza a un lado y a otro como si agitara una melena imaginaria.

El aspecto físico no es lo importante, Lucía, y cómete el pollo de una vez, que lo estás mareando. Lo importante son otras cosas,¿a qué te gustaría dedicarte cuando crezcas?
Quiero comer pipas sentada en un banco con mis amigas y luego ir toda la noche a la discoteca.

Eso no es una profesión, me refiero que en qué quieres trabajar.
Quiero ser la novia del vestido de esta mañana o lo de la abuela, que está en su casa con el gato.

Otra vez la punzada de culpa, ¿cómo le podía caer tan mal su encantadora niña?

49 comentarios en “Su encantadora niña

    1. La niña no es políticamente correcta, podría decirse. Y la madre…la madre no sabe qué hacer con alguien tan opuesto a sus ideales de vida.
      El enemigo en casa. Un enemigo amado pero que a veces desespera.

  1. Presumo una adolescencia compleja y con múltiples choques entre madre e hija. Hay que educar a los hijos, sin adoctrinamiento ninguno, pero también dejándoles su dosis de ilusión, de espontaneidad y en definitiva de ser niñ@s. No merece la pena amargarles a tan temprana edad. A mi también me cae mejor la niña 😉 Un abrazo Paloma.

    1. Pienso como tú en que no merece la pena amargar a un niño, no sólo no merece la pena sino que hay que procurar que sea feliz.
      Pero también comprendo que a un padre le pueda chocar o disgustar la manera de ser de un hijo si es muy distinta a la suya o si va contra lo que él considera que es correcto.
      A mí me caen bien las dos y mal también 😉
      Un abrazo

  2. Es el horror y la grandeza de hacerse individuo. O individuo masa.
    Como siempre… muy buen relato Paloma. Juego cerca de diez números de lotería de navidad…
    Estoy deseando convertirme en Medici y ser tu mecenas.
    Un abrazo.

    1. Individuo masa es una muy buena definición de lo que podemos acabar siendo si nos despistamos y seguimos la corriente sin pensar.
      Gracias, Manuel Médici 🙂 🙂
      Fastidiarías a la Esme que está disfrutando mucho estos días, jajajaja.

  3. Muy bueno el relato. Menudo contraste. Es verdad, los hijos no tienen por qué parecerse a los padres, ni pensar igual. A veces es un misterio intentar desentrañar a quién se parece, si es que eso tiene algún sentido. Si tiene algún sentido el pensamiento «¿A quién habrá salido?».
    Muy graciosa la frase y la imagen «con la boca muy abierta, el cepillo detenido en el aire y una gota de pasta babosa chorreando por su barbilla, parecía estar asimilando un discurso difícil de digerir».
    También me ha hecho mucha gracia, me ha molado la «profesión» de comer pipas sentada en un banco con mis amigas y luego ir toda la noche a la discoteca.
    En fin, tenemos aquí dos discursos, el pretendidamente muy progresista de la madre, que huye de clichés, y uno en apariencia más rancio y chapado a la antigua, que entre otras cosas parece otorgar más a la mujer un papel pasivo, como de florero. Claro que solo es un vestido de novia y que casarse intrínsecamente no ha de ser algo malo, aunque raros son los casos en que se es feliz muchos años y se ama y se aguanta y se comen perdices. Y claro, solo es una niña. Entiendo el disgusto de la madre.

    1. Y puntualizo dos cosas. Una, que lo de forma de pensar en apariencia más rancia y lo de ver a la mujer en plan florero me lo he sacado de la manga, en realidad. ¿Por lo de escoger La Sirenita? ¿Por babear ante el vestido? Son solo detalles puntuales en los gustos de una niña. Pero sí, parecen apuntar hacia una determinada personalidad.
      Y dos: está éticamente mal intentar moldear a los hijos a nuestra forma de pensar o de ver la vida.

    2. La madre, en su estilo progresista, también es bastante cliché. Y la niña un poco petarda pero, claro, es una niña. El relato está sacado de una sobrina a la que de pequeña le apasionaban lo que más en la vida los trajes de novia. Y las muñecas Barbies.
      Pero he visto bastantes casos así, padres machos alfa con hijos muy femeninos, por ejemplo.

      1. Totalmente cierto lo que apuntas ahora de la madre, también es bastante cliché. Niña petarda, jajajaja, también. Lo creo muy cierto y real, a veces los hijos no se parecen en nada a sus padres, en cuanto a carácter e ideas. Cómo se desarrollará una persona y qué personalidad nacerá son grandes incógnitas, en el fondo. Lo que apuntas de esos casos también es muy cierto. Y además, es verdad que llegada la adolescencia pueden cambiar por completo.

  4. Al menos nos queda el consuelo de saber que el monstruo abandonará ese horripilante gusto junto con las amigas, en cuanto cumpla once, medio arruine a mamá con los gastos de la comunión y comience el instituto con los jesuitas . Para mantener a papá al borde del infarto, very long time, o sea hasta que se mude de ciudad para aprender a fastidiar al resto de la humanidad una vez licenciada en derecho fiscal internacional, lawyer&attorney and Master of the London School of Economics. El resto es historia. Un abrazo.

      1. A lo mejor decir fastidiando es un poco exagerado, pero que mantiene una presión constante sería correcto. Christine Lagarde como ejemplo parece adecuada ( De niña quería ser misionera en Africa).

  5. Qué te voy a decir, bárbaro y con algunas frases para enmarcar.
    En cuanto al «debate», en mi opinión se está confundiendo el manipular a nuestros hijos para que piensen como nosotros con educarlos. Por ejemplo, esa niña no entiende lo que es casarse (Quiero casarme ya), y es deber de lo padres explicarle lo que es casarse, y ya de paso, que hay diferentes familias y que hay problemas sociales que hay que combatir y solucionar. Y muchas más cosas. Y cuando tenga y entienda toda la información, podrá elegir de verdad. Y si hay que ir a casa de mi madre a por un vestido de fiesta (o lo que sea que hagáis los demás cuando tenéis boda) se hace, y luego nos emborrachamos a cuenta de los novios.
    Y que conste que estoy casada (después tomamos un pote en la plaza del pueblo y más tarde cogimos un avión a Tenerife los cuatro. La pequeña aún no había nacido) y que trabajo en casa para poder criar a mis monstruitos.
    Como novedad voy a hacerte una crítica, constructiva, por supuesto: hubiera sido interesante saber la edad de la niña.
    Y por último, que me estoy extendiendo. Coincido con Carlos, es posible que con 12 años se rape la nuca, le pida una chupa y elija unas botas tipo Martens…

    1. Claro, pero es que hay padres que creen que solo si el hijo piensa como ellos va por el buen camino. Los hijos muchas veces trastocan los valores y los ponen del revés y eso desconcierta.
      Está un poco exagerada en el relato la diferencia entre las dos pero sí que he visto situaciones parecidas. Y bsstantes.
      Tienes razón en lo de la edad de la niña. Acepto la crítica. Pongamos que está entre los seis y los ocho años. A los trece seguro que ya no le interesa el disfraz de novia.

      Un beso, Luna

    2. Pues eso..educar a los hijos no significa plena libertad. Es un proceso muy complejo: explicar y guiar y , muy importante , ser un buen ejemplo de las normas que requerimos de nuestros hijos. Los hijos no nos escuchan , nos miran. Un texto estupendo.

      1. En lo general, es lo que me pareció, que la idea de tu relato no es hablar de la educación de los hijos , sino de las frustraciones pasajeras o permanentes que tenemos con nuestros hijos. A veces me quedo estupefacta por las inconcidencias entre lo que espero de ellos y lo que tengo.en realidad.

  6. Me ha gustado mucho, y la verdad es que es para reflexionar, pero sin volverse loca, jajaja. Recuerdo que de pequeña, cuanto más se empeñaba mi madre en que tenia que ponerme una ropa determinada, o ir con quien ella consideraba adecuada, más me oponía yo…, y luego con los años, cada vez me parezco más a ella, y hasta me identifico y me horrorizo diciendo las mismas cosas. Los niños tienen la mala y genial costumbre de llevar la contraria. Un abrazo, artista!!

  7. Triste realidad, muy bien plasmada, no dejar que el otro sea lo que es, sino querer que sea lo que nosotros creemos que tiene que ser, esto con los hijos aún es peor, a parte en la actualidad con eso que las mujeres creen que solo está la tendencia a reivindicar al género creyendo que todo lo vivido hasta ahora fue una gran opresión culpa del «macho» o de modelos establecidos, sin querer reconocer el papel que como género jugó y juega, tal vez sin darse cuenta que la opresión de la mujer ha comenzado ahora, cuando supuestamente se cree libre y lucha por derechos a ser otra cosa de lo que es. Un abrazo, me gustó mucho

    1. Hola, Themis.
      Estoy de acuerdo con la primera parte de tu comentario, no debemos obligar o forzar a otro para que sea distinto a como es.
      En lo segundo que apuntas no opino igual que tú. Las mujeres no han tenido libertad durante mucho tiempo ni los mismos derechos que los hombres . Por no poder no podían ni votar. Me gustaría poder hablarlo contigo tomando un café o un mate porque seguro que nos entendíamos mejor que por aquí donde explicarse o matizar no siempre es fácil.
      Besos

      1. Me encantaría realmente la propuesta, tal vez algún día, la vida nos de esa oportunidad. No hablaba de esas libertades, de las cuales estoy de acuerdo, sino de las de ser ellas mismas como mujeres, hemos perdido en gran medida nuestra esencia, sin embargo como dices aquí es muy limitado el poder hablarlo. Te mando un abrazo grande

      2. Tu relato muestra muy claramente como una mujer puede rechazar y quitarle a otra la libertad de ser ella misma por no estar de acuerdo con lo elegido. Supuestamente lucha por la libertad sin embargo ella somete y se vuelve como quien la ha sometido. Va por ahí el rollo, más allá me encantó, la forma en que lo planteas. Otro abrazo más

      3. Pero no creo que exista una esencia femenina ni una única manera de ser mujer. Cada una debe encontrar la suya, al margen de lo que en cada momento dicte la sociedad. Libremente. Y lo mismo vale para los hombres.
        Qué pesada estoy con este tema pero me has hecho pensar. Por eso te decía que en el blog sería muy largo el debate.
        Bueno, ya lo dejo.
        Saludos al gallo solitario.

  8. Detecto en el relato una corriente subterránea y perturbadora. Hay humor, claro, y algo más.
    Los hijos tienen su propia personalidad; y el momento en el que te das cuenta, cuando sabes que puedes marcarles unas pautas pero que serán ellos los que decidan seguirlas o no, es un momento… delicado. Más vale tomarlo con cierto humor.

    1. Autobiográfico no es , pero si has detectado esas corrientes, posiblemente las lleve. Además es que me ha gustado mucho cómo lo has dicho así que …¡quiero las corrientes perturbadoras y subterráneas!

      El humor hace más llevadera cualquier situación delicada, es verdad.

  9. Me gusta mucho que los niños tengan su propia personalidad, cuando explican y razonan por qué les gusta algo que a los padres les espanta. He leído el relato con una gran sonrisa de simpatía hacia la niña. Saludos.

  10. Es cierto que la niña tiene pensamientos preocupantes,pero también es cierto que es muy pequeña y puede dar un giro de 180 grados (he visto casos así).
    También es verdad que algunos niños no cambian…

    Mónica ha de asumir que los hijos no siempre se nos parecen y tampoco tienen porqué.

    Buen retrato de una situación más frecuente de lo que creemos.

    Besos sin tules!

    1. Es verdad todo lo que dices. Puede cambiar, puede seguir igual y hasta puede reforzarse en sus tendencias. Todo puede pasar.

      Somos complejos y nuestras relaciones también lo son. De poco vale enfadarse.

      Gracias, Carmen 🙂

      Muchos besos

  11. Todo puede pasar, pero cada uno debe buscar su camino, se guían más por lo que ven.
    Muy bueno el texto, no se puede preconcebir porque cada persona es un mundo.
    Y a mí me parece que la niña hace bien en manifestar sus gustos, no tienen por qué coincidir con los de su madre …

    Un beso, Paloma 🙂

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