Espera que me siente que estoy derrengada, contestó Petronila dejándose caer sobre su sofá, (bastante sucio, todo hay que decirlo). Dio dos palmadas en el asiento vacío a su lado para indicarme que me ahí me aposentara, se levantó una educada nube de polvo para dejarme sitio y me senté en su lugar. A continuación, Petronila se explayó, lo que quiere decir que se hizo extensa playa y se puso a hacer recuento de sus numerosos granos de arena.
-Ay, prima mía, la enfermedad no es solo mala por el sufrimiento físico que acarrea, también lo es porque te separa de los otros, te aleja, te aparta, te encierra en el guetto de los no sanos. Es difícil comprender a un enfermo cuando tú no lo estás. Estamos solos, más solos de lo que ya estáis todos los demás. Al principio puede que sí, te acompañan, se solidarizan, te quieren ayudar y hasta te comprenden pero a medida que el tiempo pasa pero no la enfermedad, se cansan. Sobre todo si lo que tienes es una misteriosa que no da síntomas externos, empiezan a sospechar que eres tú la culpable de lo que te está ocurriendo. Te dicen frases odiosas como “esto te hará más fuerte”, ¿más?, pero si yo ya era muy fuerte. “Esto te hará valorar más la vida”, pero si yo siempre la he valorado, “tienes que tener paciencia”, tus muelas con la paciencia y, la peor, “¿no será lo tuyo una cosa de coco?, anda, anímate” Como si el coco no fuera parte del cuerpo, como si los que padecen alguna enfermedad mental pudieran hacer algo para no padecerla, emplear su fuerza de voluntad para curarse. Y además, ¿qué pasa si no me quiero animar, qué si prefiero darme de cabezazos contra la pared?, eso es cosa mía, ¿no te parece?
Pero no me dejó expresar mi parecer pues siguió hablando:
-Si te quejas, aburres a las ovejas, y si no te quejas te sientes muy sola encerrada en un cuerpo que se ha empeñado en torturarte, ¿por qué, por qué este cuerpo mío se me ha puesto en contra? Ya no lo quiero, vete de mí, cuerpo, pero entiéndeme, sin irme yo. A ver si por decirle esto se va a ir de verdad, me quedo sin vehículo y tengo que salirme del todo de la carretera. La carretera es la vida por si no lo habías pillado que te veo con hoy con cara de estar pensando en otra cosa, ¿en qué estás pensando? No me lo digas, será alguna tontería. Y para colmo de males, se acerca el ocho de marzo y yo sin poder ir a la manifa feminista, con lo que me gusta hermanarme y sororarme vestida de morado. Menos mal que te tengo a ti para suplirme, ven que te dejo mi camiseta, venga, vamos, ¡ay, cómo me duele todo cuando me levanto!, me parezco a la tía Presen, ¿a qué sí?, te acuerdas cuando nos decía, “me duele desde el dedo gordo del pie hasta el último pelo de la cabeza”, lo que nos reíamos de ella. Pues ya ves. Y ya ves también la chapa que te he metido por preguntar, ¿a qué estás cansada de mí? No me respondas hoy que tengo mal el ánimo, deja la sinceridad para otro día.
Para otro día la dejé y en silencio la seguí por el pasillo en busca de la camiseta. La nube de polvo, muy sociable, también nos seguía doquiera que fuésemos. En ese momento, se oyó una llave girando en la cerradura, unos pasos, un ¡hola, hola! Era Ceferino (nombre ficticio). Iba a decir era Ceferino el marido de Petronila, pero a ella no le gusta que lo denomine así, no están casados. Ya desde pequeña era muy contraria al maridaje, ¡que no me caso y que no me caso!, gritaba de repente en mitad de un escondite delatando su posición, la muy tonta. Pero era verdad, no se casó. Entonces a Ceferino, con quién convive desde hace la torta de años y con quién ha tenido dos hermosas vástagas, podríamos llamarlo, para entendernos, su pareja o parejo. De la idiosincrasia del parejo os hablaré en próximas entregas, si es que las hay ¡Qué palabra!, idiosincrasia.
Lo cierto es que Petronila tiene bastante razón…
Paloma, quiero tu libro ¿qué hago?
Besetes.
Bastante razón tiene Petronila, sí.
El libro lo puedes comprar en la página web de la editorial piezas azules. No sé si más adelante se podrá encontrar en otros sitios.
Muchas gracias por quererlo, María 🙂 🙂
No me des las gracias, sé que me va a encantar, así que es un regalo para mi 😉😉😉. Besetes
🙂 🙂
Me parece muy bien lo de la pareja o “el parejo”. Y estoy muy de acuerdo con lo de la palabra “idiosincrasia”; también me gusta “explayarse”, sobre todo en su acepción playera. Saludos.
Hola, Raúl.
Una de los significados de explayarse es extenderse o alargarse, como las playas, poco más o menos.
Idiosincrasia me suena muy mal.
Saludos!!
Cuántas verdades encierra este texto y sobre las que tendríamos que reflexionar.
Gracias, feliz semana.
Un abrazo.
Las gracias a ti por leerlo y comentar, Isabel.
Otro abrazo
Ceferino!!!
Intuyo que Ceferino nos va a alegrar mucho la vida.
Oye, Petronila no va tan desencaminada eh…
Besos.
Ojalá tu intuición sea acertada.
A ver por dónde sale Ceferino.
Besos
Ufa, menos mal que volvió Petronila, aunque sea para quejarse. Temí que hubiese quedado enredada en cualquier vericueto del taller literario, jejeje
¿Sabes que hasta le estoy cogiendo algo de cariño?
Ha logrado escapar del taller y aquí está.
Me alegra lo del cariño :))
Por mi profesión y experiencia de vida, me he topado algunas veces con personas con una situación parecida a la de Petronila. Algunas padecen fibromialgia y males parecidos. Y es obvio que no quieren escuchar ningún tipo de frase alentadora y mucho menos algún veredicto de sentencia. Lo que básicamente desean es el apoyo moral, una contención emocional, una mano amiga, en esencia. Pero lo de cuidado es no hacer nuestros sus dolores ni dejarnos llevar por sus pensamientos negativos; una porque todos tristes no funcionamos y otra porque tampoco lo merecemos.
Me molesta cuando juzgan a estas personas, cuando las critican o cuando las ven con exceso de lástima, porque nada de eso ayuda. Pero también es injusto que ellas nos critiquen por la forma o medios que tenemos para apoyar.
Y aunque en el fondo no somos salvadores de nadie, podemos ser compañeros de vida y darnos una mano de vez en cuando.
Es cierto lo que dice Petronila sobre que la gente se aburre, se rinde o se olvida del enfermo (y sus padecimientos) pasado el tiempo, pero es de entender, pues esa lucha es del enfermo más que mal. Y todos tenemos nuestros propios padecimientos, ya del cuerpo, la mente o el alma.
La enfermedad es una alarma del alma para aprender a escucharse. Los síntomas dicen mucho, y si bien, no es “culpa” de nadie, es responsabilidad de cada quien procurarse una vida sana. En el caso de la fibromialgia, por seguir con este ejemplo, a veces la persona se cree víctima de las circunstancias, de las personas y del mundo mismo, muchas veces tergiversan la realidad, no intencionalmente, sino por algo de percepción personal. Les aconsejaría la biodecodificación y también trabajar con su árbol genealógico, porque si hubo una tía en la familia que sufrió algo parecido (o lo mismo) puede tratarse de alguna lealtad inconsciente. En mi blog hay algunos artículos de hace unos años sobre eso.
Gracias por continuar con la historia,
Tienes razón, Kadannek, hay que acompañar no dar consejos ni juzgar.
No sé mucho, por no decir nada, de estos temas. Ya me pasaré por tu blog a leer o mandaré a Petronila por si le puede servir de ayuda.
Gracias a ti por seguirla.
“se levantó una educada nube de polvo para dejarme sitio y me senté en su lugar.” ¡Qué grande eres! Y qué pena Petronila, cuánto dolor aparte del físico en sus palabras…
Un abrazo con toda mi admiración (reverencia)
Jajaja, lo de la nube es una chorrada pero me gustan esos detalles.
Es verdad, pobre Petronila. Pero que no se entere de que la compadecemos que igual se enfada.
Gracias, Luna, simpática!
Besos
¡Puesno se lo cuentes!
Y de repente entre las cuitas de Petronila asoman unas verdades como castillos. Aunque al fondo del pasillo asoma Ceferino, hombre de santo nombre. Sí, el ocho de Marzo es la fecha de reclamar libertades para nuestras compañeras. Eso del polvo migratorio, me ha pasado cuando tenía los nenes pequeños. Un abrazo.
Tiene su razón y aunque no siempre sea tal cual lo dice sí ocurre así muchas veces.
Ceferino es bastante santo, ahora que lo pienso.
Otro abrazo, Carlos
Me parecía que permanecer junto a Petronila, dos vastagas y las idas y venidas a las protestas, era motivo suficiente para proponer el ascenso a los altares frente a la congregación para la doctrina de la fé.
Jajajaja
Rulfo decìaró en una entrevista que sólo escribió dos libros porque el tío Ceferino, el que le contaba las historias, se había muerto. Honor y gloria a los Ceferinos. Un abrazo, Paloma.
Conocía la anécdota pero no recordaba el nombre del tío.
Espero que este Ceferino tenga algo que contar.
Otro para ti, Eladio
Estoy deseando conocer a Ceferino. Vivir con una mujer tan concienciada como Petronila, y aquejada además de una enfermedad misteriosa, se me antoja que debe ser un pelín problemático. Igual estoy equivocado. Si están juntos desde hace años y tienen dos hijas, la idiosincrasia de la pareja forzosamente tiene que funcionar.
Ceferino no se altera por casi nada, puede que ahí esté parte del secreto de una buena convivencia.
Pero no me quiero anticipar…
Voy a por el diccionario …un montón de las palabras desconocidas , por lo que te agradezco mucho.Con el nuevo personaje Ceferino creo que el desarrollo promete ser muy interesante. Un abrazo.
A lo mejor hay alguna que ni existe porque me gusta inventarme palabras, pero creo que la mayoría sí las encontrarás.
Gracias, Tatiana 🙂
Besos
Petronila y sus cuitas. La verdad es que convivir con una enfermedad, la que sea, es un pozo de desazón y dolor. Y si además es la misteriosa, ni te cuento. Espero que mejore para el 8 de marzo. Y ya tenemos nuevo personaje en Ceferino, pareja o parejo bien consolidado después de tantos años. Y ahora a esperar otro nuevo episodio. Un abrazo Paloma.
Pues sí, no hay convivencia buena con ninguna enfermedad, sea misteriosa o con nombres y apellidos.
Ceferino, Ceferino…no sé todavía qué juego dará si poco, mucho o regular.
Otro abrazo, Carlos.
Me ha encantado la nube de polvo…que tiene vida propia!
Voy entendiendo a Petronila.
Curiosidad por Ceferino.
Una vez estuve una noche en un hotel que se llsmaba Ceferino…era bastante horrible jajajajha
Besos!
Y se ve que le caímos bien a la nube polvorienta porque nos acompañaba a todas partes. O que estará aburrida, la mujer.
Me alegra que vayas comprendiendo a Petronila.
¡Hotel Ceferino!, ¿qué hacías tú ahí?, jajajaja.
Besos, Carmen.
Tener una dolencia y no quejarse, es como tener mitad de dolencia y a nosotros nos gusta tener la dolencia al completo. Es como cuando explotas de felicidad por un acontecimiento reciente y sientes la necesidad de compartirlo, pues las dolencias son iguales, hay que compartirlas, aunque aburras a un muerto. A veces, aun siendo consciente de que estoy siendo cansina con mis quejas, sigo como si nada😀
Pero Sensi, ¡qué visita inesperada! que sepas que me hace mucha ilusión.
Y estoy de acuerdo contigo, a mí me gusta compartir lo que me pasa y si se aburren, mala suerte que otras veces la que me aburro soy yo.
Besos
Sigo recibiendo los correos de todas tus entradas y se que eres una bloguera de las que no abandonan. Yo sigo igual de dispersa que siempre, cosa que me encanta, así que a estas alturas no voy a cambiar. Como siempre, un placer leer tus textos.
Haces muy bien en dispersarte, así no te aburrirás
Ese nuevo peronaje, Ceferino, por como lo has vislumbrado creo que será un personaje recurrente en nuestras vidas a partir de ahora.
Los enfermos cansan, claro, nos recuerdan lo (poco) que somos, nos agobia pensar que podemos estar en ese lugar en cualquier momento.
No sé yo si estoy creando demasiada espectativa en torno a Ceferino, jajaja.
Puede ser eso que dices, una especie de rechazo a lo malo de la vida, a sus limitaciones o su dolor.
Gracias por las lecturas, Beauseant.
Es que, hija, o cerramos los ojos a las cosas malas que pueden venir sin saber por dónde, o no nos levantamos de la cama…
Un placer leerte.
Petronila y Ceferino vaya pareja. ¿Sabías que ceferino viene de una palabra griega con la que llamaban a un suave viento del oeste???
Todos tenemos nuestro particular temperamento, Paloma.
Buen relato, como siempre.
Me da un poco de pena Petronila, pero claro, esa raruna enfermedad debe ser una lata.
Así que le mando un abrazo y el día 8 haremos algo para señalar el día.
Besossssss
El Céfiro, supongo que será. Pues es muy bonito tener nombre de viento.
Por suerte cada uno tenemos nuestras particularidades, así es más variado y entretenido.
Ya le he dado tu abrazo a Petronila. Gracias, Maite.
Besosssss
Tiene razón Petronila, acompañar, no juzgar, tarea nada fácil convivir con una enfermedad. El acompañamiento es todo un arte.
Ya veremos Ceferino, ¿cómo será? Intriga 🙂
Un beso, y gracias 🙂
Acompañar sin agobiar, desde luego que no es fácil. Hay quién lo sabe hacer y muy bien.
Besos!!
A ver que sucede con este nuevo personaje, Ceferino, que ha de tener mucha paciencia para estar al lado de Petronila con todos sus achaques y sus luchas de conciencia. Esperaré la continuación, un abrazo
Bueno, es que no me canso de escucharla, es lo más, la Petronila. Le doy la razón en su forma de entender la enfermedad, no se puede ser más auténtica y clara. Si no se vive no se entiende. Y es difícil hacerlo, porque se sufre en varios frentes. Yo ahora hablo un poco de mentirijilla, porque no he padecido enfermedad así jamás, pero si lo he vivido en otra persona. Y es duro. Tu, Eva, sabes de lo que hablas y cómo siempre, lo haces con el corazón y sin miedo. Como debe ser. Y sin perder ese pin o de humor inteligente con el que miras la vida y que revela mucho amor, además de inteligencia. Un beso y gracias por la lectura
Gracias a ti, Eva, por las palabras tan bonitas que me dices y por comprender tan bien a Petronila. No es necesario estar enfermo, solo tener empatía.
Otro beso!!
Pin no, punto🤣