La contratada

La chica era joven y era guapa, iba bien vestida, olía a limpio, a  colonia, o  a mandarinas,  sonreía. Antes de que la señora Boni pudiera reaccionar,  se acercó a su cara, le dio dos besos rápidos, se presentó como Sandra y le dijo, “me manda la asociación, he venido para acompañarla al médico”.

La señora Boni desconfió, esperaba otro tipo de persona, alguien de más edad, con peor aspecto,  volvió a mirar a la chica sin invitarla todavía a entrar. Una chica tan así, pensó, una chica tan así no puede querer acompañar al médico a una vieja como yo, a no ser que…se le ocurrieron dos  posibilidades. Que fuera una delincuente  y estuviera obligada como parte de la pena ayudar a  viejas sin recursos  o que perteneciera a alguna especie de secta religiosa.

-¿Vas tú mucho a misa y a los rezos?, le preguntó  sin dejarla pasar todavía.

-No, la verdad es que no, contestó ella

Pues delincuente entonces, pero no tenía cara de maldad, más bien al contrario. Lo que será es tonta, concluyó su pensamiento dándole la solución. Que pase.

Pasa, guapa, pasa y toma asiento. Sentía  el deseo de hacerse la elegante ante esa chica tan así.

-Pasa y te acomodas donde más te guste.

Lamentó que sus supuestas palabras elegantes no combinaran  bien con su  piso estrecho y oscuro donde todo se amontonaba, no por falta de orden sino de espacio.

Como la chica no parecía encontrar ningún lugar que le gustara para sentarse, la señora Boni le señaló un sillón junto a la ventana,  la tela estaba  desgastada por la zona de la cabeza y de los brazos y brillaba de una forma oscura.  La chica se sentó de medio lado como si quisiera estar sentada y de pie al mismo tiempo.

Me voy a poner los zapatos y ahora mismo nos vamos, el médico está aquí al lado, es una médica, es que tengo el corazón que late cuando le da la gana y cuando no le da la gana dice, aquí me paro, tú verás lo que haces, Bonifacia. Como si una pudiera hacer algo sin su consentimiento…

La chica sonrió también de medio lado.

Tonta, lo que había pensado, le faltaba agudeza, ¿qué persona lista de esa edad se ofrecería a pasar la tarde en un centro de salud con una vieja? Si fuera una chica normal, espabilada,  estaría con las amigas o besándose con algún novio.

Así que Sandra, ¿estudias tú?

La chica le dijo que sí, que estudiaba biotecnología.

Muy bonitos estudios, con eso te colocas,  le contestó Boni sin tener ni idea de qué podría ser, sería algo de los teléfonos,  difícil parecía por el nombre, pero si era tonta no podía estudiar algo difícil. Y qué más le daba a ella, tonta o lista,  el caso es que tenía una acompañante y muy bien que le venía.

Entraron en el ascensor,   alguien lo había llamado a la vez que ellas y en el tercero  se detuvo.  La señora Boni se inquietó,  no le apetecía encontrarse con ningún vecino. Pero ya no tenía remedio, la puerta se abrió, eran las hermanas Colinares. Con los años se les había puesto el torso de dos fornidos estibadores portuarios,  lo que no les impedía vestirse con unos vestidos cortos y  floreados por donde asomaban unas piernas muy finas y fibrosas. Con ellas se coló un fuerte olor a cenicero.

Bonifacia se dio cuenta de que Sandra arrugaba la nariz.

-Qué muchacha más represiosa, ¿es su nieta?, dijo con su voz carrasposa de fumadora la mayor de las Colinares

-No, no es mi nieta, mi nieta se ha ido a vivir a  Amsterdam.

-Ojú, qué a trasmano pilla eso, dijo la hermana menor.

-Es una ciudad de ensueño, -otra vez le apetecía hacerse la elegante y presumir un poco-  llena de tulipanes de todos los colores habidos y por haber, llena de canales que te la recorren de cabo a rabo,  llena de  bicicletas que es una maravilla lo bien que le dan a los pedales esas personas.  Y se puede visitar la  casa de Ana Frank, la pobre niña esa que escribió un diario y que luego se la llevaron al campo de exterminio donde…

-No me digas tú a mí que la gente quiere ver eso,  qué desgraciá esa chiquilla,  no nos cuente penas, que no estamos pa penas, cuéntenos alegrías, señora Boni.  Nosotras nos vamos al teatro a ver una de reír, ¿y entonces quién es la muchacha?

-Se llama Sandra y me la he contratado para mí, para que me acompañe a donde yo le diga. Hoy vamos al médico por eso de mi corazón y la señora Boni se llevó una mano al pecho por si las otras ignoraban donde se ubicaba el citado órgano,  pero mañana, mañana…a merendar chocolate con churros que nos vamos a ir, ¿verdad, hermosona?

La chica volvió a sonreír un poco cohibida.

Por lo menos no la había desmentido, es lo bueno que tienen las pasmadas, se las maneja.

Las hermanas Colinares se fueron hacia la derecha moviendo los torsos robustos  hacia los lados, inestables sobre esas piernas tan finas.  Ellas dos siguieron en línea recta, en un silencio solo roto por las indicaciones de Boni que iba diciendo, «ahora por aquí,  al lado de la tienda de ropa, ya llegamos, tendremos que esperar, siempre toca esperar, a mí me da igual porque no tengo nada mejor que hacer pero tú a lo mejor tienes prisa, si estas estudiando eso tan así que me has dicho…”

La chica le dijo que no, que no tenía prisa, que había venido para acompañarla y que ya sabía que siempre toca esperar en las consultas.  Paciencia, dijo elevando los hombros y sonriendo.

Esta no es triguito limpio, se amoscó Bonifacia.  Había algo en ella que no le encajaba,  demasiada suavidad, demasiada dulzura, demasiada simpatía…no le terminaba de convencer, acompañarla a ella y sin cobrar nada…a quién se le cuente. Pero no se lo iba a contar a nadie, eso sí que no.

Le dio un pellizco en el antebrazo, “si nos encontramos con alguien más y nos preguntan, tú eres mi contratada, que yo te pago por lo que haces, quiero decir. Ahora bien, no te confundas, en la realidad no  te voy a pagar,  es que no puedo, ya me gustaría pero  no me llega”.

La tonta se echó a reír.

-Lo que usted diga, no se preocupe por no poderme pagar, soy una voluntaria.

Por amor al arte, a quién se le diga…pero no se lo iba a decir a nadie.  Le apretaban los zapatos, todos le apretaban en cuanto daba dos pasos, qué ganas de quitárselos, se le ponía mal humor.

Se sentaron en las sillas de plástico verdes  del centro de salud, frente a un cartel en el que ponía, “instrucciones para los pacientes con insuficiencia respiratoria”. Las estaba leyendo cuando le llegó un olor a mandarinas, venía del pelo de la chica, lo llevaba tan limpio y brillante como las princesas de los cuentos de hadas.

Pelo tejido con  hilos de oro, pensó recordando vagamente alguna historia que nunca le habían contado. Dentro de los zapatos le latían los pies, como si un corazón duplicado se hubiera trasladado hasta allí dentro por cambiar un poco de lugar.

42 comentarios en “La contratada

  1. A veces nos sentimos mal cuando descubrimos la mezquindad en las personas mayores. Nos pensamos que, precisamente por esa senectud, deben ser personas reposadas, sabias, abiertas al mundo… y no, claro que no. Muchas veces envejecer es eso, irte a vivir en un mundo horrible donde todos mienten, un lugar mediocre y feo sin lugar para cabellos con olor a mandarina y donde un qué tal no encierre una crítica feroz…

    Dicho lo cual, esa chica trama algo, seguro 🙂

    1. ¿Asesinar a Bonifacia?, jajaja, creo que no, que la chica no tiene malas intenciones.
      Se supone que con la edad ganamos en sabiduría y humanidad pero no siempre es así.
      Tal vez la señora Boni no está muy familiarizada con el altruismo y le cuesta, por orgullo, dejarse ayudar.

  2. Se me queda un regustillo un poco así, porque dejas ver algo muy real, ese sentimiento de que nadie hace algo bueno porque sí. Tiene que haber gato encerrado para ayudar desinteresadamente…
    Me ha encantado esa última descripción de los pies que palpitan. Me encantaría que continuaras este relato. 🙂
    Un besote

    1. Yo no creo eso, hay mucha gente que ayuda a otros de forma desinteresada. La que no termina de fiarse es Boni, no estará acostumbrada.
      También se siente un poco humillada, le gustaría poder pagar ese servicio. En fin, que somos complicados los humanos.
      Puede que continúe si ellas me dejan 😉
      Gracias, Luna.
      Un beso!!

  3. El mundo está tan mal que cuando aparece un ángel todos piensan que es un delincuente…
    Dile a Sandra que me acompañe mañana a tomar unas copas…. a cambio le escribiré un poema con luna, caricias y sueños.

    😛

    Besos.

  4. Que alguien haga algo bueno por nada suscita desconfianza. ¡Qué mundo más pervertido el nuestro! Si la chica fuese realmente una contratada, los recelos desaparecerían. Es tan increible el comportamiento de Sandra que la señora Boni opta por mentir.

    1. No creo que sea la tendencia general, o a lo mejor sí. Confío en que no.
      La señora Boni es desconfiada pero sobre todo se averguenza de recibir una ayuda que ella considera «de pobres», ya que es gratis, por eso miente.

  5. Soy muy confiada (y así me va a veces),pero es que me niego a pensar que detrás de una persona bondadosa hay siempre una segunda intención.

    Creo q el relato podría continuar,no?
    ; )

    Besos intrigados.

  6. Lindo bien lindo, hay tanta dulzura escondida y abierta, más allá que la desconfianza prima, ser voluntario es todo un tema, pocos lo creen. Hermoso lo del cabello, un toque que aromatiza. Un abrazo

  7. Qué chulo. Me ha recordado al cuento de la cenicienta en versión 5G 😉 Boni seria como la hermanastra mala y la voluntaria la Cenicienta. Espero que encuentre a su príncipe o princesa o humanes (pa que luego no digan los lgtbi que no se les incluye… por cierto como sigan incorporando asociaciones va a parecer una clave de wifi ).

    Un abrazo y como siempre excelente.

    1. No se me había ocurrido esa asociación con la Cenicienta. Era mi película preferida de pequeña, así de cursi era.
      Lo del lenguaje políticamente correcto no lo puedo soportar,¡ que pesados y pesadas y pesades!

      Un beso, Manuel y gracias!!

  8. Si es que nos hemos hecho muy desconfiados, como Boni. Yo creo que hay por ahí personas muy majas y desinteresadas, aunque a veces es difícil encontrarlas. Besetes de septiembre, mi niña bonita.

  9. A menudo se habla a las personas mayores a gritos, con cierta sensación de superioridad, como si estuviéramos delante de alguien que no entiende nuestro idioma o que, sencillamente es tonta o tiene algún tipo de incapacitación mental. Pero, en realidad, ellos y ellas desconfían, observan, critican (aunque no lo digan) y pueden llegar a comportarse de manera muy cruel. Una vez más, lo has clavado, Evavill. Saludos.

    1. Me molesta ese trato de superioridad, viejo no es igual a tonto. Tampoco es igual a santo.
      La personalidad de cada uno se mantiene, los defectos se pueden mejorar pero a veces se acentúan, la vejez no pone las cosas fáciles.
      Gracias, Raúl.
      Saludos

  10. Es increíble la entrega de muchos jóvenes que con su voluntariado facilitan la vida a los demás. Creo que no siempre es fácil, muchos mayores son desconfiados y es difícil hacerles aflorar la ternura, con otros la experiencia es miel sobre hojuelas y te hacen feliz.

    Describes la situación de manera maravillosa y real. Me encanta como caracterizas a la joven, sus virtudes parecen incomodar a Boni, pero al tiempo muestran un puntito de orgullo porque le haya tocado en suerte esa joven para acompañarla.

    Un besazo.

    1. Es así, Ilduara, has entendido muy bien los sentimientos contradictorios de Boni.
      Y en lo primero que comentas también tienes razón, dependerá del carácter de cada uno, las relaciones entre humanos, sean del tipo que sean, en ocasiones fluyen y son fáciles y otras se atascan.

      Otro beso para ti :))

  11. Qué bueno, Paloma. Como han dicho por arriba, yo también veo una continuación de esta historia. Es lo que tienen algunos personajes que nos presentas, que nos quedamos con ganas de más. Y ese vecindario… Besos.

  12. Creo qué esta Sra solo ha conocido la Caridad y no conoce lo que es la Solidaridad que es algo de ahora mucho más amplio… Con la caridad querian conseguir que su vida estuviese en paz aunque fuesen más malos que la quina y la solidaridad pertenece a personas desinteresadas que hacen las cosas por desinterés y ya te dice mucho como es esa persona… Vamos que la Boni creo qué ha sido más mala pero muy caritativa… Saludos me ha encantado el relato y los vecinos andaluces he llegado a impostar la voz y todo…

  13. Muy buen relato, y también podría decir mil millones de cosas, algunas de ellas coincidentes con otros comentarios. Para empezar, sí que creo que sean posibles las acciones buenas o solidarias totalmente desinteresadas. No tiene por qué haber una intención de esperar u obtener algo a cambio. En eso estoy en total desacuerdo, pero dejando claro que no podemos generalizar ni por el lado de los que dan ni del lado de los que reciben esa ayuda. A mí me parece admirable totalmente la gente que se dedica a estas cosas, en plan voluntariado, ONGs,, etc. Quizá algún día debería hacerlo, me lo he planteado, para purgar mis incontables pecados, defectos, egoísmo, estupidez, etc.
    Por otro lado hacerse mayor es algo muy duro, un rollo patatero que más vale que aceptes plenamente, o lo llevarás aún peor, eso está fuera de toda duda. La salud que empieza a flaquear o fallar, o faltar. Muchas veces la soledad, algo muy duro también. Los recuerdos, la constancia de que todo pasa y queda atrás, y para guinda la certeza de lo que nos espera, La Parca. Vaya panorama. Y además muchos ancianos/as con dificultades económicas serias. Así que en conjunto es muy duro. Soy especialmente sensible, me afecta esto porque mi madre cada vez está peor de salud, las piernas ya casi no la tienen en pie.
    Por supuesto que existe la desconfianza, y en las personas mayores quizá con más razón, después de mil batallas y probablemente decepciones. Me da bastante pena la Boni, en conjunto, pero entiendo esa mezcla de sentimientos suyos, empezando por el orgullo y cierta vergüenza. Pero la Boni es un buen ejemplo de lo que te comenté hace poco: en buena parte somos lo que pensamos; así que si la Boni acuña pensamientos de desconfianza o más o menos negros, negativos o poco empáticos, entonces esos pensamientos tendrán una fuerza, importancia e influencia notable en su vida, en su comportamiento, en su «forma de ser». Eso es karma, puro y duro, siendo creado, siendo sembrado y viéndose a la vez reflejado y aplicado. No sé si me explico. Este tipo de pensamientos, como si pienso «esta es una zorra, no me fío, o este un cabrón» es karma actuando como causa y como efecto perfectamente al unísono. Por eso es mejor revertir esos contenidos por otros más positivos, o por lo menos no darles cuerda (con el parloteo) para no hacer que se perpetúen. Cuando los observas dejas de alimentarlos y empiezan a debilitarse. En fin, la desconfianza de la Boni es un buen ejemplo tangible.
    La Boni debería sentirse agradecida y afortunada, en parte, y la chica joven es un encanto, todo candor y virtudes. Encima huele a mandarinas.
    Namastebesos.

    1. Estoy de acuerdo contigo en todo.
      Claro que son posibles y existen las acciones buenas y desinteresadas y que hacerse viejo no es fácil, creo que es obvio, sobre todo si falla la salud y los recursos. Puede ser muy duro y más en esta sociedad tan cruel y de culto a la eterna juventud.
      No me gusta juzgar a los que aparecen en los relatos ni ponerme de parte de uno o de otro, así que no diré nada de Boni aunque tenga mi opinión que coincide bastante con la tuya.
      Gracias, What, por comentar con tanto detalle y atención al texto.
      Y besos!!

      1. Que conste que no intento juzgarla, de verdad. Solo he querido ilustrar la aparición de ese tipo de pensamientos, o esos juicios, porque tengo unas opiniones sobre cómo funciona y qué consecuencias puede tener. Juicios y desconfianza que pueden parecer «lógicos» y justificables, pero que son gratuitos, revertibles y para nada inevitables.
        Besos.

      2. No, no, si ya lo sé, no me he explicado bien.
        Al leer es normal posicionarse, que uno te caiga bien y otro no etc y dar tus opiniones y juicios.
        Quería decir que el que escribe debe, o eso me parece a mí, mantenerse al margen. Al menos es lo que yo intento.

  14. El voluntariado es más extenso de lo que creemos… no sólo jóvenes, hay mucha gente que dedica unas horas a la semana a trabajar con niños, con personas mayores, con inmigrantes.
    En fin, las personas mayores, a veces son muy maniáticas con ciertas cosas.
    Bien hilado tu relato.
    Besos miles

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