«Esta tarde he ido con los niños a visitar la sepultura de Platero, que está en el huerto de la Piña, al pie del pino redondo y paternal. En torno, abril había adornado la tierra húmeda de grandes lirios amarillos. Cantaban los pájaros allí arriba, en la cúpula verde, toda pintada de cenit azul y su trono, florido, menudo y reidor, se iba en el aire de oro de la tarde tibia, como un claro sueño de amor nuevo.
Los niños, así que iban llegando, dejaban de gritar.
Quietos y serios, sus ojos brillantes en mis ojos me llenaban de preguntas ansiosas. -¡Platero, amigo! -le dije yo a la tierra-si, como pienso, estás ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo a los ángeles adolescentes, ¿me habrás quizá olvidado? Platero, dime, ¿te acuerdas de mí?
Y, cual contestando a mi pregunta una leve mariposa blanca, que antes no había visto, revolaba insistentemente , igual que un alma, de lirio en lirio…»
Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez, era uno de los libros preferidos de Antonio Pavón Leal, compañero de estos mundos virtuales, hombre de una gran inteligencia y sensibilidad y autor del blog El bosque silencioso
Te echaremos de menos, Antonio.