El dios abominable

Si hay un dios en el Olimpo detestado por todos este es Ares, el de la guerra. Hasta a su propio padre Zeus le resultaba desagradable. Así cuenta Homero en la Ilíada lo que le dijo al volver Ares quejándose de sus heridas tras la guerra de Troya “no te lamentes sentado a mi vera, pues me eres más odioso que ningún otro de los dioses. Siempre te han gustado las riñas, luchas y peleas. Si siendo tan perverso, hubieses nacido de algún otro dios, tiempo ha que estarías en un abismo más profundo que el de los hijos de Urano”.

Pero es su hijo y aunque para librarse de culpa le larga la responsabilidad a su mujer -“tienes el espíritu soberbio y que nunca cede de tu madre Hera, a quién apenas puedo dominar con mis palabras, creo que cuanto ha ocurrido lo debes a sus consejos»- , se ablanda finalmente porque algo suyo es y lo cura y perdona.  

Mal hecho, Zeus, mal hecho.

Ares representa la brutalidad, la violencia y los horrores de las batallas. Por su personalidad sanguinaria y cruel era detestado por el resto de los dioses. No hay más que hacer un repaso de los epítetos con los que se define a esta joya. Brotoloigos (destructor de hombres), androfontes (asesino de hombres), teikhesipletes, (asaltante de murallas) Y Hesíodo,en su teogonía, lo llama el “perforador de escudos, el saqueador de ciudades”.

Solo durante trece meses fue posible librarse de la maldad de Ares, cuando dos gemelos gigantes, Efialtes y Oto asaltaron el Olimpo, metieron al dios en un caldero de bronce y allí lo dejaron encerrado por un año lunar. Hasta que llegó el dios Hermes y vete tú a saber por qué si se le suponía inteligente, lo liberó.

Ares, que era apuesto, musculoso y fornido, tuvo muchas amantes, pero su preferida fue Afrodita, con quién tuvo muchos hijos. Algunos, como Eros o Armonía, salieron a la madre, pero otros llevaban claramente los genes paternos y junto a él guerreaban. Así, en las batallas le acompañan siempre los gemelos Deimos (ira o pena), Fobos (pánico) y otra de sus hijas, Eris (conflicto).

En la versión de Homero de la guerra de Troya, Ares apoya a los troyanos. Se le describe como el asesino de hombres, el masoquista de la guerra y la maldición de la humanidad.  A pesar de todo esto, es débil cuando es él quién resulta atacado. Atenea, que era su hermana gemela y también encargada de la guerra, pero de su parte más estratégica y diplomática, y que iba en el bando de los griegos, le propina un lanzazo (aquí muy sutil no estuvo, en ocasiones no queda otra) y el grito de Ares herido fue tal que se describe como el proferido por diez mil hombres. Después subió al Olimpo a llorar a su papá.

Sobre su nacimiento existen varias leyendas, una de ellas dice que Cloris, la diosa griega de los jardines, entregó a Hera la flor más bonita de su jardín, esta se la puso en el regazo y de ahí nació Ares, ¿cómo es posible que tal espanto naciera de la más bella de las flores? No me gusta esta leyenda ni tampoco debió de agradar mucho a los griegos, así que le adjudicaron un origen tracio, como diciendo, “este engendro no es de los nuestros”. Tracia era considerada por ellos como un país atrasado, poco civilizado, muy belicoso.

Orfeo, en el himno a Ares lo describe así:

“Inquebrantable, de ánimo bronco, vigoroso, poderosa deidad que disfrutas con las armas, indomable, aniquilador de mortales, demoledor de murallas, soberano Ares que te mueves en medio del estrépito de la guerra, siempre manchado de sangre, disfrutas de la matanza, metido en el fragor del combate, terrible, deseas el tosco entrechocar de espadas y lanzas”

Y le pide que deje de destruir y dañar, que se entregue a los placeres de la vida como el amor y el vino, que se dedique a cultivar la tierra y no a aniquilarla, “contén la pelea rabiosa y deja ir la fatiga que causa dolor al alma, cede al deseo de Afrodita y a los alegres cortejos de Dionisio, cambia la fuerza de las armas por los trabajos de Démeter, ansía la paz que alimenta a los jóvenes y proporciona la dicha”.

Pobre cantor, ni caso le hizo, y eso que con su música amansaba a las fieras.

Pero a no a todas, por desgracia.

 Y tristemente así seguimos.

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23 comentarios en “El dios abominable

  1. Efectivamente así seguimos. Siempre ha estado ahí, aunque solo lo vemos cuando se pone un poco más cerca. Tendré que ponerme al día. Llevo atraso de lectura:)

  2. Así seguimos… y en muchos sitios. Ya que todos lo detestan se podrían unir para destruirlo. Algo habrá por ahí para que no lo hagan, como en la vida misma. O más bien muerte, en este caso.
    Un besote

  3. Ares ha estado siempre, es parte de nosotros, salvo que lo vemos cuando lo tenemos cerca, cuando en un momento nos hace peligrar, cuando son otros de esos que consideramos «inferiores», a esos no nos preocupa, lo que es más apoyamos para que se los agreda o damos vuelta la cara para no verlos. Ares es esa parte que todos llevamos dentro en mayor o menor medida, la intolerante, la agresiva, la que se burla, la que toma partido, la que se cree con derechos de regir, la que se adueña, la que solo ve sus propios intereses, etc, etc. Lo abominamos sin embargo, también lo encumbramos cuando gana nuestro bando.
    Gracias Eva por traerlo, por destaparlo, por hacerlo presente, muy buena descripción del personaje que se presenta de muchas maneras. Un abrazo grandote

    1. Es parte de la humanidad, solo hay que dar un repaso a cualquier libro de Historia.
      Puede ser que todos tengamos nuestra parte oscura, pero no creo que la mayoría seamos capaces ni queramos hacer tal daño a tantas personas a la vez, destruir, matar…eso es repulsivo y a cualquiera con un mínimo de corazón le tiene que espantar.
      No está en todos ese abominable dios.
      Abrazo, Themis

    2. «…Lo abominamos sin embargo, también lo encumbramos cuando gana nuestro bando. «…Efectivamente , lo peor de las guerras es precisamente ello. Gracias,Themis, por un buen comentario.

  4. Me ha encantado la línea que has trazado entre ese pasado tan antiguo y este presente tan asqueroso que tenemos ahora…

    Es extraño, era repudiado entre sus iguales, los dioses, y es venerado por una gran parte de la humanidad… Quizás nos merezcamos gran parte de lo que nos pasa.

    1. Cuando lo lees te sorprenden las similitudes. Que algo escrito hace tantos siglos parezca actual.

      Se lo merecerán solo los que lo veneran, a los demás que nos dejen en paz, en todo el sentido de la palabra paz.

      1. Tienes razón, me han educado demasiado en el sentido de la culpa, en pedir disculpas por todo.. pero sí, poca culpa tenemos de todo esto…

  5. Y lo peor de todo que siempre tiene una excusa para matar y destruir, asegurando que no hay otro remedio y lo hace por la paz y le creemos . Y con esa historia «guerra para traer la paz» se engaña la gente milenios, tras milenios. Un abrazo.

  6. Muy oportuno, Evavill, parece que la guerra y los guerreros vuelven a estar de moda (quizás siempre lo hayan estado). Un clásico lo del tío cachas y malote con la chica guapa, eso tampoco cambia. Besos.

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