Cuando el lunes a las siete de la mañana Maika Miraflores se fue a duchar, encontró aleteando por su bañera una mariposa. Era de color blanco con unas manchitas oscuras en las alas superiores, se posó con delicadeza sobre la pastilla de jabón, posiblemente atraída por su olor floral. Maika abrió la ventana que daba a un patio ruidoso y descascarillado y la mariposa se marchó, pero no por dónde había venido, ya que la ventana había estado cerrada durante toda la noche.
¿Por dónde habría entrado? Era raro ver mariposas en enero y en un lugar tan alejado de flores o plantas. Será el cambio climático que todo lo trastoca, pensó. No muy convencida se subió a una banqueta para mirar hacia los pisos de abajo y comprobar si algún vecino había colocado macetas con flores o plantas aromáticas. No vio nada aparte de los cables y los tubos y la ropa tendida y las bayetas puestas a secar en los poyetes de las ventanas, más bien sucios, y el polvo procedente de una obra abajo, en uno de los patios. Una de sus vecinas sí que tenía unos tiestos, pero eran artificiales, un adorno que también había cubierto el polvo.
Más tarde, por pura curiosidad, escribió en el buscador del teléfono, “mariposa blanca con manchas oscuras”, resultó que su visitante se llamaba Blanquita de la Col. De la Col le sonó a apellido aristocrático, aunque según explicaba la página a la que le había dirigido el buscador, el nombre se debía a la gran atracción que sentía la blanquita por comerse las coles de los cultivos. A los agricultores no les caía muy simpática.
El martes, en el mismo sitio y a la misma hora, otra mariposa se paseaba por su cuarto de baño. Dubitativa, como si demasiadas opciones la estuvieran bloqueando, no se decidía a posarse en nada, era de pequeño tamaño y de un bonito color azul. Maika tuvo la sensación de que sufría y aunque le hubiera gustado observarla un poco más, le abrió rápidamente la ventana para que pudiera escapar, pero, ¿ a qué lugar? Tal vez a algún parque cercano, sí, seguramente. Y de nuevo la misma pregunta, por la ventana no había podido entrar, estaba cerrada. Quería saber su nombre y volvió a escribir la descripción en el buscador. Se llamaba Ícaro y solía frecuentar los lugares abiertos como praderas de leguminosas, bordes de campos, huertos, terrenos baldíos o jardines. De los cuartos de baño no decía nada. Raro, raro, rarito, dijo Maika Miraflores mirándose con fijeza en el espejo.
Durante toda la semana siguieron apareciendo mariposas, llegaban a diario, de una en una, y se comportaban de manera diferente, mostrando su especial personalidad. La del miércoles, con franjas rojizas, resultó ser alocada y temeraria, se posaba por todas partes como impulsada por un acuciante deseo de algo, no tenía miedo de la cercanía de Maika y aleteaba dando tumbos, el rumbo perdido. Después de investigarla, entendió el proceder de la llamada Atalanta, le gustaba tanto succionar los jugos alcohólicos de las frutas maduras que solía acabar borracha.
Por el contrario, la visitante del jueves era tan discreta y asustadiza que al principio no la vio, se había refugiado en el borde de la toalla y permanecía inmóvil con la esperanza de no ser descubierta. Pero lo fue, no era fácil ocultar el color anaranjado de sus alas punteadas de negro y bordeadas de blanco. A ella también le abrió la ventana, a todas se la abría, pero esta no quería ni quedarse ni marcharse, el cuarto de baño le daba miedo y trataba de buscar rincones donde esconderse, pero tampoco se atrevía a lanzarse al mundo exterior. La atrapó con la toalla y sacudiéndola, la soltó por la ventana. Sospechaba que un ser tan pusilánime no iba a sobrevivir ahí fuera, aunque quién sabía, tal vez la salvara su prudencia. No fue difícil de identificar, se llamaba Doncella tímida.
De una en una siguieron apareciendo hasta el sábado, pero el domingo no había solo una, sino muchas, un nutrido catálogo de especies, ninguna igual a la otra. A Maika Miraflores esa profusión de mariposas ya le resultó desagradable, brotaban de todos los rincones, se le posaban en el pelo, bailaban y hasta parecían reírse. Como si una legión de diminutas hadas chifladas se hubiera colado en su casa, ¿o serían almas a la deriva con ganas de jugar? Ella no creía ni en hadas ni en almas ni en la resurrección de los muertos. Uno vivía un tiempo aquí y luego…luego nada, se disolvía. Con la toalla de manos las fue espantando a todas, estuvo un buen rato hasta que, agotada, se aseguró de que no quedaba ninguna. Ahora les tenía miedo, la inquietaban, ojalá no se presentasen más.
El lunes siguiente abrió la puerta con cuidado y asomó la cabeza antes de entrar a ducharse, temía encontrarse con la banda de lepidópteras invasoras. Nada, ni muchas ni pocas ni dos ni una. No estaban. Y no volvieron. Primero sintió alivio pero después, con el paso de los días se fue instalando en su ánimo una especie de decepción, de caída brusca en el cotidiano aburrimiento. Le dio por recordarlas con nostalgia y no tuvo que hacer muchos esfuerzos porque las mariposas se habían ido, pero no de su cabeza, por su mente siguieron revoloteando ya para siempre, mezclándose con sus pensamientos, en general bastante prosaicos, dándoles luz, embelleciéndolos.
Qué belleza de relato!, con ese sabor agridulce, que te va llevando, te va introduciendo en ese deleite de encontrarte con una mariposa, de buscar por donde apareció, con la sorpresa, para luego volverse cotidiano y molesto, y al final la nostalgia por haberlas corrido. Me gustó mucho más allá que se torna triste……. gracias por escribirlo, abrazo grandote
El caso es que ellas siguen presentes aunque sea en su mente. Tal vez quisieron dejarle algún mensaje.
Me alegra mucho que te haya gustado, Themis.
Otro abrazo!!
Mmmm es cierto ¡ qué preciosidad de relato! tras leerte, da la sensación que todas esas mariposas revolotean aun por tu blogg , como si tus letras sugirieran la misma levedad curiosa de esos diminutos seres que al terminar de leerte nos dejan perdidos pensando en su suave aleteo y en la pregunta que has dejado suspendida en sus alas… ¿ pero de donde salían? no es justo Paloma, tú lo sabes perfectamente y has dejado a la pobre Maika como a nosotros, desconcertados y sumidos en la duda …Ya puedes preparar segunda parte…
En busca del arca perdida… de las mariposas ; )
Mil gracias por este ratito, un beso y Feliz navidad!
La verdad verdadera es que no sé de dónde salieron, lo que sí sé es que entraron.
Me gustaría que se quedaran revoloteando por aquí, como tú has dicho.
Gracias a ti, María.
Otro beso y lo mismo te deseo.
Qué chulo todo el relato.
Puro realismo mágico.
Me has hecho recordar un personaje de «Cien años de soledad». .. Mauricio Babilonia y las mariposas amarillas que a diferencia de las tuyas son unas pesadas de cuidado.
Leerte también es magia.
De la mejor.
Un beso y un aplauso.
No me acordaba de Mauricio Babilonia y sus mariposas amarillas, así que he ido a buscarlo. Pobre Mauricio, no acabó nada bien pero me ha encantado volver a Cien años de Soledad. Tengo ganas de leerlo otra vez.
Muchas gracias, Toro
Otro beso
Mi corazón aletea, mis alas se extienden con delicadeza…No me botes Paloma,soy una más, solo una más que ha llegado a darte las gracias..
Tú eres una de las mariposas que alegran mi blog y a mí de paso. Nunca te echaría, la ventana siempre abierta para que entres y salgas a tu antojo.
Besos, Edda
Como flores aladas, nos dejan un aviso a tener en cuenta. La vida revolotea a nuestro alrededor envuelta en mil capas, hasta que definitivamente se escapa. Y entonces ya no vuelve a pasar. Un besazo.
No sé si ese será el mensaje que le quisieron dejar a Maika, pero, desde luego, es muy bueno y lo has escrito de maravilla.
Besos, Carlos
Las mariposas intentaban transmitir un mensaje, sólo había que haberse fijado en sus bailes, pero hace mucho que perdimos la capacidad de entender el lenguaje de las mariposas, el de la naturaleza en general..
A mi también me ha venido a la cabeza cien años de soledad, aunque lo has escrito de una forma que me ha recordado a solenoide… lo cual ya es mucho decir 😉
¡Y tanto que es mucho decir! Pero, en fin, se agradece igualmente.
Creemos que solo hablamos nosotros y no, la naturaleza también tiene su lenguaje, estamos poco atentos.
Gracias, Beauseant 🙂
¡Qué bonito! Y qué lección de taxonomía lepidóptera, porque las mariposas de la cabeza también son reales ¿no? Besos.
Me gustan mucho los nombres que les ponen.
Mariposas del alma llamó Ramón y Cajal a un tipo de neuronas. Poético y curioso.
Besos, Raúl
Me recordaste mi infancia, en las fincas de mi abuela abundaban las mariposas de las coles. Mis padres no nos permitían cazarlas, eran demasiado hermosas y no estaba bien adelantarles la muerte.
Precioso relato.
Un beso.
Eso me parece muy bien, enseñar a los niños a respetar a los seres vivos y más si son seres tan delicados y bonitos como las mariposas.
Gracias, Ilduara.
Otro beso
¡¡¡¡Qué maravilla de relato, Paloma!!! Me recuerdas mis paseos por el monte en el verano por donde aletean las mariposas… Teniendo Maika, el apellido Miraflores, es normal que aparezcan mariposas en cualquier lugar, je je je.
Un placer volver a leerte.
Espero que estés teniendo unas felices fiestas de navidad.
Abrazos
Jajaja, tienes razón.
A lo mejor aparecen atraídas por su apellido.
Muchas gracias, Maite.
Lo mismo te digo 🙂
Abrazo grande
Gracias corazona, qué lindo irme con tus historias. Me ganó de mano Maite por aquí 🙂 pensé lo mismo, es evidente que con ese apellido, algo por estilo podría pasarle. Mejor mariposas a que le entren abejitas no?. Un cantautor que me recordó esta historia bella, hizo una vez una canción que se llamaba Marina. A la pobre le pasaban cosas parecidamente inexplicables, como que la casa se le llenaba de pececitos y estrellas de mar…
Gracias por tu escritura. Te sigo leyendo en 2023! Abrazos desde Buenos Aires.
Me gusta el argumento de Marina, también la marcó el nombre como a Miraflores.
Muchas gracias a ti, Sol :))
Te visito pronto.
Abrazos para ti también
Feli 2023, Paloma.
Eres un regalo todos los días del año.
Gracias por estar siempre.
Besos elevados a la loquísima potencia.
Muakkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk
Ya empezamos…
La Z… me dejé la Z…
A ver si es el subconsciente que quiere estar todo el rato aquí y provoca errores…
Hala, otro muakkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkkk
Jajajaja, siéntete como en tu propio blog.
Me encanta lo de la «loquísima potencia» :))
Muchas gracias y muchos besos!!!
Paloma, Feliz navidad, Feliz Año Nuevo ,Feliz Día de Los Reyes Magos…que más? Ahhhhh…Feliz Navidad de la Iglesia ortodoxa (rusa) que cae en la noche del 6 de enero al 7 de enero.¡¡ Que seas feliz!!!
El relato es precioso, me encantó. Un abrazo fuertísimo.
¡Tatiana!, qué alegría tu visita 🙂
Feliz vida en general te deseo yo también a ti.
Muchas gracias
Otro abrazo enorme para ti