Mes: May 2023

El árbol mimado

Accionados por un mecanismo interno que, según parece, avisa al llegar el momento preciso, los árboles han brotado y también el hibisco. Sus hojas son muy pequeñas y parecen de juguete, él mismo parece un árbol de juguete, infantil y desvalido entre la hilera de viejas y resabiadas acacias.  Y, sin embargo, a pesar de la falta de agua, del calor impropio y de haber soportado una mudanza a un territorio no especialmente amigable, ahí está, en mitad del asfalto, con su copa nueva y verde  alegrando la entrada al portal.

Toñín, que no puede dejar de  intervenir en el crecimiento, desarrollo y embellecimiento del árbol, lo cuida a su extravagante manera. Como primer paso, y para preservar su delgado tronco de perros, borrachos y desaprensivos ha rodeado su base con un cajón de plástico azul que le han regalado en la farmacia. Antes contenía medicamentos, ahora contiene un hibisco. “Cofares”, se podía leer en el cajón como si fuera el nombre del árbol.  

Pero esas letras y ese nombre no agradaban a Toñín, le parecía que deslucían la gracia natural del arbolito,  así que estuvo dando vueltas a su alrededor varios días para idear cómo taparlas y se le ocurrió un ingenio vegetal. Agujereó el contenedor e hizo salir por ahí unas pequeñas plantas. Después, bastante satisfecho con el efecto, plantó sobre esa misma base tomillo, hierbabuena y esquejes variados que le regalaron, muy solícitas,  algunas de sus amigas del barrio.

Su relación con el árbol es como la de algunos artistas obsesivos y en exceso perfeccionistas, que no pueden parar de arreglar su obra,  de intervenirla, de hacerle añadidos o podados.

A la Planchá, desde luego, no le gustan nada tantas atenciones. Pero hombre, le ha dicho al pasar, ¿quiere dejar en paz al árbol? Mira que le gusta llenarlo todo de porquerías, ¿qué es eso que ha plantado alrededor, esos hierbajos medio mustios? Y ese cajón de plástico, por el amor de Dios, es espantoso, ¿había necesidad de colocar ese tiesto? Lo llamaremos así siendo benevolentes ¿Acaso ha visto algún árbol por la zona que tenga tantas guarrerías? Y otra cosa le digo, no  se tome tantas confianzas porque no es suyo, que yo sepa.

Pues sí que es suyo, ha intervenido Sonia, a la defensiva. Y luego se ha asustado un poco porque esa mujer tan fina y bien vestida le crea complejo de inferioridad, pero sobreponiéndose a sus temores ha seguido defendiendo a Toñín.

Es suyo porque lo trajeron gracias a él, tiene muchos amigos en el Ayuntamiento. Y por todas partes.

¡Hasta en el infierno hay que tener amigos! Ha exclamado alegre Toñín.

Y que él lo cuida como nadie. Estos esquejes se los he traído yo, cuando crezcan ya verá qué bonito, cómo se va a poner esto.

Precioso, los jardines de Babilonia en nuestra misma puerta, ya los estoy viendo. Lo que hay que oír.

Toñín, con la autoestima bien alta, se ha pronunciado, “es que  todo lo que toco lo convierto en verde, por donde yo piso van creciendo las plantas”

No me diga, como Atila pero al revés, qué suerte hemos tenido con usted, a ver si va a ser la solución al cambio climático y no lo sabíamos. De verdad, esto es inaudito. Pase usted la mano por este secarral y a ver qué pasa. O si no, podría pasar la fregona a la escalera en vez de dedicarle al arbolucho ese tantas atenciones innecesarias.

Verde que te quiero verde, verde viento, verde rama, canta feliz Toñín. O no entiende las ironías o no las quiere entender . En su portentosa imaginación se ve a sí mismo tocando cada esquina con su mano mágica reverdeciendo  y haciendo florecer hasta el rincón de los contenedores, siempre lleno de basuras y mal olor.