Le he dado muchas vueltas estos días de vacaciones a mi futuro próximo, así decíamos cuando echábamos el tarot en el parque poniendo voz y cara de misterio. También mencionábamos el futuro lejano pero más de pasada y sin echarle tanto teatro porque ya teníamos comprobado que la gente se tira más a lo de la vuelta de la esquina que a lo del largo plazo.
El caso es que cuando terminé de mirarlo, mi futuro próximo, por un lado y por el otro y de estudiarlo por todas sus caras y aristas, tenía más confusión que al principio y ya no sabía ni de dónde venía, bueno eso sí, del hotel de los lujos, ni quién era, eso tampoco, soy Eva, ni hacia dónde iba. Eso sí que no, no lo sabía. Qué mal rato.
Entonces decidí dejar de lado tantos razonamientos, tantos pros y contras y tanto esfuerzo mental sin fruto y dejarme guiar por la intución. Guíame, maja, así le dije con la confianza que le tengo porque ella siempre me ha guíado. Que me haya llevado por el camino equivocado eso ya es otra cuestión. Nunca lo sabré porque para eso tendría que haberme recorrido los otros caminos alternativos, lo cual es imposible excepto en la imaginación.
Total, que no me señaló con su GPS hacia el huerto del Toni si no dirección Madrid. A continuación me dijo con su vocecilla susurrante: sí que tienes vocación aunque tú creas que no, eres escribienta.
¿Escritora, como la Patricia?, le pregunté ilusionada.
No estás atenta, me dijo ella con la voz menos susurrante y levemente irritada, he dicho escribienta, una mezcla entre escritora y asistenta. Ni llegas del todo a lo uno ni te quedas del todo en lo otro.
Pues vas a tener razón, eso es justamente lo que soy, ¿y crees que llegaré algún día a ser escritora a secas, sin el sufijo -enta?
No lo creo, me desilusionó ella, porque tampoco te gusta tanto como para eso, en cuanto llevas media hora sentada ya te quieres levantar, lo tuyo es pasar el trapo y escribir a ratos. Pero si te empeñas mucho y dejas de lado la vagancia, a lo mejor sí.
Bueno, tampoco está tan mal, en realidad, porque escritoras hay muchas pero escribientas somos pocas y eso siempre es una ventaja aunque no sé para qué, ¿verdad? Pero a eso ya no me contestó, tampoco me va a aclarar todas mis dudas como si fuera el oráculo.
En fin, que ahora ya veo con claridad que lo del huerto, de momento, no. Eso es el sueño del Toni, no el mío, y puestos a meterme en un sueño ajeno que esté completo y no a medio hacer.
Al Toni no le ha sentado demasiado bien mi decisión intuitiva, ha torcido el morro y se le han juntado sus pobladas cejas más de lo que suelen dándole un aire ciertamente campestre.
No te preocupes, Toni, le he dicho, es temporal, hasta que el huerto esté frondoso y yo me quite de un plumerazo el rango de asistenta. Entonces me vengo aquí, ya sin el sufijo, y mientras tu cavas, yo relato. Podremos vivir de hortalizas y letras, ¿cómo lo ves?
Que dices muchas tonterías, me responde él ya totalmente cejijunto.
Pues anda que tú…y así ha quedado la cosa.