Día: 22 de enero de 2018

Al 22 de enero le gustó un comentario

Anda, mira, por ahí viene Eva con un niño de cada mano y qué tarde, si ya casi está anocheciendo.

Uffff, qué ceporra está, pero no se lo voy a decir, ni mucho menos, voy a ser bondadosa. Y mentirosa.

-Hola, Eva, qué raro, tú por aquí a la caída de la tarde, si tú eres más de mañana,  te veo más fina y segura, como las compresas,  ¿has adelgazado?

¿Veis que cara de felicidad? No lo veis pero os lo digo yo, se ha puesto contenta.

Bueno, pues qué alegría estar juntas otra vez y justo ahora que empieza la puesta de sol. Nos sentamos aquí en este banco y mientras los niños juegan o se pegan pacíficamente, lo que quieran ellos,  nosotras admiramos el panorama.

Estás muy simpática esta tarde, Esme.

No te fíes mucho, pero sí. Qué preciosidad de ocaso, el día ha sido insoportable, un lunes de lo más prototípico, pero se ve que nos quiere resarcir y resarcirse a él mismo y está dándolo todo ahora que le queda poco. Toma y toma esas nubes rojas y observa, cuando pasan los pájaros se les ponen doradas las alas, ¿no te quedas con la boca abierta? Sí, ya veo que sí, pero cierra la boca, hija, que pareces lela.

Esto último es más de tu estilo, Esme, ya me encuentro más a gusto, como en casa. La verdad es que es bonita esta puesta de sol. Me has recordado a Doña Marga, con ella veía muchas desde su ventana, siento nostalgia.

¿Que yo te recuerdo a una vieja? Perdona, pero  por muy encantadora que esta sea, lo que has dicho es muy grosero y las puestas de sol que veas a mi lado siempre van a ser mejores que las  que viste al suyo,  faltaría más. Esta es tan, tan pero que tan alucinante que estoy empezando a desconfiar,  ese color del fondo parece artificial, ¿no estará hecha con una impresora 3D?

Qué cosas dices, Esme, esto es verdadero, es el propio día atardeciendo.

Pues vamos a dejarle un comentario, qué menos, ¿dónde se lo dejo?

Ay, calla, Esme, que estás estropeando el momento, no se puede comentar a un día, él no necesita interacción, solo, siendo lo que es,  se basta y se sobra.

Ya me extraña que exista algo tan soso, poco sociable y carente de ego, pero si tú lo dices…  Voy a abrir el blog para comprobar si en las entradas en que salimos nosotras hay más visitas o menos que en las otras, a ver, a ver…. ¡Menos!, qué bajona,  si lo sé no miro, no nos quieren. Un punto rojo, acaba de entrar un me gusta, ¿dónde está el botón de me gusta que te guste?

No, Esme, ese no existe.

¿Cómo que no?, lo deberían poner. Me gusta que te guste, ¡clin! Y el otro entoces pulsa al de «me gusta que te guste que me guste»,¡¡ clin!! Y tú le contestas, me gusta que te guste que me guste que te guste,¡¡¡ clin!!!y luego…

Estás entrando en bucle, Esme y te estás perdiendo la puesta de sol tan maravillosa de hoy y la de hoy no va ser nunca jamás.

Ahí te doy la razón, que manía tiene todo con pasar de largo, con desaparecer, hasta nuestras íntimas amigas las series se acaban cuando más cariño las tienes,  ¿tú por cuál temporada vas?

– ¿De cual?

De la que sea que estés viendo con el Toni y no me digas que ninguna porque no me lo creo, todo el mundo tiene una serie que echarse al coleto antes de irse a dormir, ya sea solo o en compañía.

Nosotros vamos por la segunda temporada de la nuestra. Está bien, nos ha enganchado.

¿Ves? Las parejas perduran gracias al momento serie. Que lo que Netflix ha unido no lo separe el hombre, amén. Cambiando de tema : los niños ya no se están pegando pacíficamente, se pegan sin adverbio, para que luego digan que la infancia es de una pureza sin igual…Jacobín le ha dado una patada a Morganina y ella a él un mordisco en la oreja, ¡qué bruta!,  si casi se la arranca. Ahora están los dos llorando, deberías intervenir, cuidadora pasmarota, pero veo que estás en modo ONU. Anda, deja,  sigue disfrutando del atardecer,  mejor voy yo, les voy a dejar un comentario que se van a enterar estos dos.

¿Qué les has dicho, Esme? Se han callado como muertos y están más blancos que la nieve.

Nada, una amenaza de las básicas. Y digas lo que digas yo al día le comento algo, no me quedo tranquila sin soltar lo mío. Se lo voy a poner aquí, pegado en la pared del quiosco, «es impresionante lo bien que te mueres, día lunes 22 de enero del 2018. He visto morir a muchos ya, caen como chinches, pero como tú, ninguno. Qué colores, qué belleza, soy tu fan, te admiro y te adoro, que lo sepas».

He exagerado un poco pero eso él no lo sabe. Ahora me quedo aquí quieta a ver si me dice que le gustó mi comentario, es lo mínimo. Ay, que sí, me ha contestado, he oído un ¡clin!

Ha sido un pájaro, Esme, ese de ahí.

Normal, los días tienen sus emisarios, ¿no lo sabías?