Mi barrio pandémico

Mi barrio pandémico está lleno de gente, de ruido, de jaleo a todas horas. Mi barrio pandémico, visto desde fuera y sin profundizar, no se distingue tanto del anterior, cuando el coronavirus no existía o estaba muy lejos, allá por Wuhan y comentábamos, «estos chinos, qué cosas terribles les pasan»

Pero sí hay diferencias: los huecos de algunas tiendas que han tenido que cerrar y ese trozo de tela, de mejor o peor calidad, con mejor o peor estilo, bien o mal puesto, que llevamos casi todos pegado a la cara.

Otra novedad que he notado a mi vuelta es que las terrazas, en un intento por salvar los negocios de hostelería, han ocupado muchas calles, ya no solo las calles anchas, aptas por su espacio para colocarlas. También las estrechas por donde ya era difícil pasar, tanto para coches como para peatones, han sido invadidas por terrazas más o menos logradas. A algunas les ponen una alfombra debajo imitando césped o algún otro material de la naturaleza, unas flores artificiales que caen en cascada sobre las cabezas simulando imposibles paraísos, un biombo para que los coches no pasen literalmente por encima de las cañas y las patatas fritas y a correr.

A correr los que corren y corren muchos, tantos o más como los que ocupan las terrazas, que también son bastantes. La gente se relaciona y grita igual que antes y fuman aunque no esté permitido, la gente en esta ciudad es follonera y lo sigue siendo.

Sí se ve algún gesto de mal humor en los dependientes de las tiendas, que venden poco, que temen por sus empleos y que tienen que aguantar a los que entran solo a mirar, a gastar el gel desinfectante y con un poco de mala suerte a pegarles el virus.

Hay muchas obras y obreros que entran y salen y se dicen cosas entre ellos, a gritos también. Los obreros pasan de la mascarilla, se sientan en los bancos a comerse el bocadillo de media mañana, la mayoría son jóvenes y se ríen despreocupados. Entre algunos adolescentes está mal vista la protección de tela, si la llevan es colgando. Por las noches se sientan en la valla, donde hacen pis todos los perros del barrio, se sientan y ponen su música reguetonera, beben cerveza, fuman, se abrazan. De vez en cuando, no siempre, pasa un coche policial haciendo mucho ruido de sirena y los dispersan con desgana, pero son muy recalcitrantes, tienen querencia por esa valla meada donde la gente también se deshace de lo viejo. Desde hace semanas hay un cesto roto con juguetes de plástico rosa también rotos y una silla de oficina.

La gente mayor va a la farmacia a contarle su vida a los farmacéuticos, no necesariamente sus dolores o problemas físicos, que también, ya no pueden ir al centro de salud, así que aprovechan para charlar un rato de lo que sea y si se forma cola no les da vergüenza. A los jóvenes adolescentes desmascarillados les gusta asustar a los miedosos de la edad de sus padres. Me parece que tengo fiebre, tío, dice uno de ellos al pasar junto a una mujer de mascarilla blanca pico de pato.

Los niños han vuelto al colegio. Ya no entran por la puerta habitual, lo hacen por otra lateral, más grande, pero eso no impide aglomeraciones. La otra mañana oí cómo un padre estresado, que acababa de bajarse del coche en la acera de enfrente, les decía a sus hijos que ya corrían hacia la puerta, «¡que no vayáis donde todo Dios!, ¡os he dicho que no os pongáis donde todo Dios!». Pero es que se entra por ahí, respondieron los niños un poco desconcertados, deteniendo su carrera.

En mi barrio pandémico y supongo que en muchos otros de esta ciudad y de cualquier ciudad grande, no ir, no estar, no ponerse donde «tododios» es prácticamente un imposible. Los lugares vacíos no existen.

Ya casi no se oye la frase, tan recurrente, de «esto es como una película de ciencia ficción» o «parece mentira que esto esté pasando». Mal o regular, nos hemos acostumbrado a «esto». Esas frases han sido sustituídas por un resignado «hay que seguir viviendo» o por un receloso, «a ver qué pasa».

Una madre le dice a otra, «a partir del 21 tienen clase por las tardes pero no me fío». Nadie se fía del todo y cuando pasa una ambulancia se mira de reojo, con miedo.

Una niña pequeña, de no más de cuatro años años, con su mascarilla infantil de dibujitos, echa la capota al carro de bebé de su hermano que patalea dentro y le explica desde arriba, «así, para que no te entre el coronavirus.»

Patio con niños en la nueva anormalidad

43 comentarios en “Mi barrio pandémico

  1. De todo este circo lo que más me preocupa es que los niños no queden marcados de por vida por el histerismo general.
    Enfermedades mortales ha habido siempre.
    Histéricos parece que también.
    Por ejemplo cada año mueren en África por enfermedades varias, sed, hambre, etc… millones de personas.
    A los gordinflones histéricos del primer mundo eso no parecía quitarles el sueño… venga ya…

    Besos.

    1. Los niños tienen mucha capacidad de adaptación, por suerte. Alguno tendrá sus miedos, dependerá de cómo se lo expliquen y de su sensibilidad.
      No era mi intención en esta entrada opinar sobre la pandemia solo hacer un retrato de lo que observo en mi entorno cercano. Sin juzgar.
      En cuanto a lo que dices sobre África, pues sí, La muerte y el sufrimiento nos importa más cuando nos afecta directamente, somos egoístas, eso está claro.

      Besos

  2. Has dibujado un retrato; que replica! La pandemia sea el resultado de teorías conspirativas o no, seria infantil negar que existe. Y que; a los que poseen el poder económico mundial no les interesa, también. Y tan cierto es; que la desobediencia social o bien la declamación del NO a la privación de los derechos humanos universales, solo traerá mas muertes durante octubre y noviembre de este año. Ahí si, que no se podrá ir donde esta Diosito. Un cálido saludo.

  3. Cambia el título por » Mi país pandémico» o mejor » Nuestro mundo pandémico» cuentas como si fueras mi vecina . Corren todos, los que ni siquiera antes andaban más alla del Mercadona. Yo, contagiada ,también pero sobrevaloré mis capacidades ,ahora no puedo andar se me inflamaron los pies.
    En mi barrio se han cerrado un 50% de locales de pequeño comercio…se nota mucho. De la situación en general tengo la misma opinión que Toro Salvaje. Saldremos de esa…lo creo.

  4. Poco a poco vamos asimilando el asunto del COVID-19 a nuestros usos y costumbres (algunos buenos, otros no tanto). Y lo que te rondaré, porque témome que el virus y su circunstancia han venido para hacernos compañía. Muchas incógnitas y (hasta ahora) poco acierto para despejarlas… ¡Un saludo!

    1. Estoy de acuerdo contigo, mal o bien nos vamos adaptando, cada uno en su estilo.
      Y también creo que hay muchas incógnitas y muy pocas certezas.
      Veremos…
      Muchas gracias por el comentario.
      Un saludo!!

  5. «—–no ponerse donde “tododios”», me llamó mucho la atención esta expresión, la foto, eso que llegó para quedarse. Nos están diciendo que hemos de cambiar la cabeza, ya el camino es hacia dentro más que hacia afuera como se venía en este mundo, hay que encontrarse con la propia espiritualidad y enseñárserla a los niños desde pequeños, la educación tiene que cambiar sus formas, enfocarse a crear seres humanos para las contingencias que se vienen más que llenarles la cabeza con una cantidad de información que no les servirá de mucho en estas circunstancias. Veamos que será, eso sí, lo que era ya no será. Un abrazo

    1. Se dice por aquí como sustituto de «todo el mundo» o de mucha gente. Que no cabía ni uno más o algo así.
      Me gusta lo que dices sobre la educación.
      De momento lo que van a aprender muy bien los niños es a lavarse las manos.

      Y no, lo que era ya no será, yo también lo creo.

      Abrazo, Themism

    1. Es un barrio bastante prototipo aunque tal vez existan otros donde se viven otras cosas que yo no veo .
      El ambiente no incita mucho a la alegría, es verdad. Y sin embargo todavía circula por ahí.
      Gracias, Isabel.
      Un abrazo grande

  6. Esta situación, aparte de muchas complicaciones, no ha hecho más que sacar a la luz de qué percal está hecha nuestra realidad; en la ciudad el asunto es concentrado, como el Avecrem.
    Aparte de esto, amén a tus palabras, Paloma. Terrazas, corredores, tiendecitas desaparecidas. Cosas que parecían que iban florecer, resulta que no iba tan bien la cosa… Los niños que no vayan a «tododios». Sigue contando con la libertad que te merece…

    Besos, muchos :))

    1. Ahora se notan más algunas situaciones que antes ya sabíamos pero pasábamos por alto. Como la de que estamos muy apretados o concentrados estilo pastilla Avecrem, jajaja , como has dicho tú.

      Gracias, Olga.

      Besos

  7. Pues creo que has hecho un retrato de todos los sitios. Aquí es tal cual lo has explicado. Yo mando a los peques con un poco de miedo, la seguridad de que tarde o temprano estaremos en cuarentena y la esperanza de que no sea por uno de nosotros, sino por ser contacto de otro… Eso sí, yo las terrazas las veo de lejos y a comprar me las apaño para ir sola.
    Un besote

  8. Sí, la realidad ha cambiado. La gente intenta vivir, sobrevivir y adaptarse. Desde luego que está la situación complicadísima para muchas empresas, negocios, tiendas, bares… y mucho peor que puede estar. Sobre todo el sector hostelería-turismo. En mi opinión en un sistema que se venía demostrando que no era sostenible. Tanta gente, tantos viajes, tantos vuelos, tanta movilidad, tanta globalización…
    Ahora podría ponerme a largar a fondo, pero no… tenéis un gran problema, y es Ayuso y su nefasta gestión. Hace tiempo que tendría que haber dimitido o saltado. En fin, es que no da pie con bola. Abandonar a los ancianos, privatizaciones, recortes, fondos para corridas de toros, curas en los hospitales, pizzas para los niños, desmantelar la Sanidad Pública (que nada la importa), huelgas, protestas, lo del otro día con las pruebas PCR y los docentes…
    Y no estoy largando, esto es solo un muestrario. Con otras políticas Madrid estaría mucho mejor, y ahora la realidad es preocupante y no ha hecho más que empeorar. Es la región de Europa donde más fuerte golpea el virus. Cabe preguntarse por qué y buscar responsables. Aparte de que llevo semanas leyendo artículos de prensa al respecto, aunque ahora menos.
    Bueno… ayer mismo con unas declaraciones suyas de «la culpa es del estilo de vida de los inmigrantes». Joder, es bochornoso. Peor imposible. Perdona pero es que no la trago, es una desgracia que la tengáis de presidenta.
    Por otro lado sí es verdad que toda la vuelta al cole es un reto mayúsculo en cualquier rincón del país.
    Como siempre, hablo sin trabas ni limitaciones ni cálculos de cómo va a caer. Es lo que hay. La bomba ya ha sido lanzada; decide tú.
    Muy de acuerdo con Toro. De hecho causas de muerte hay innumerables, como tabaquismo, cáncer, suicidios, otras enfermedades, etc. Y situaciones dramáticas para los seres humanos, como la guerra olvidada del Yemen o los refugiados en el ex campo de Moria. Así que todo lo referente al covid lleva un componente de hipocresía, relatividad e histeria (y machacada mediática e informativa total). No por quitarle gravedad, pero veamos todo el cuadro.
    Ayer mismo leí: 35 000 personas dependientes han muerto estos meses por no poder ser atendidos. Otro drama colateral.
    Bye.

  9. Hola, What
    Que el sistema no es sostenible está claro, no hay más que ver el daño que le hemos hecho a nuestro planeta.
    Has dicho muchas cosas interesantes, en algunas pienso como tú y otras se podrían matizar o debatir.
    La cuestión es que yo no quería entrar en nada de esto porque ya hay demasiado debate, búsqueda de culpables, análisis de todo tipo, opiniones de unos y otros…
    Tengo la mía, como es lógico, pero ni siquiera estoy segura de que sea acertada. Es demasiado complejo y me falta información.
    Solo describo la realidad cotidiana que veo porque es lo que me gusta hacer.
    Aclarado esto, me parece muy bien tu comentario bomba y aquí se queda.
    Besos

    1. «Siento» la crítica política, pero es que pienso que estáis como estáis en muy buena medida por quién os gobierna. Desde luego que muchas CC. AA. están en situación compleja. Hoy lo hablaba con mi hermana, es sorprendente que después de tantas semanas de confinamiento y encierro no hayamos erradicado el virus, que siga circulando. La explicación que veo es que bastan muy pocos individuos para que se replique y propague. Es así como empezó en China.
      Tampoco España se está luciendo con su gestión, si miramos a otros países cercanos. ¿Por qué han aumentado tanto los casos de nuevo? Algo no hemos hecho bien.
      Bueno, tu crónica cotidiana está bien, es muy extrapolable. Desde luego que se ven comportamientos de todo tipo…

      1. Hay unos cuantos motivos, la falta de planificación de los políticos y de medios para lo que verdaderamente importa es uno de ellos. Al principio se les podía perdonar porque era una situación nueva y difícil de gestionar pero ahora ya sí que no tiene explicación. Da mucha rabia.

  10. Tus relatos costumbristas siempre me cautivan…

    Para mi la clave se encuentra en la última parte, la desconfianza. Hemos descubierto, o terminado de comprender, que nuestros políticos no son de fiar, que nuestros vecinos valoran demasiado sus comodidades y que este gran país con la mejor sanidad del mundo y una educación puntera era sólo un decorado.

    Hemos montado un sistema donde es imposible bajar el ritmo, basado en producir mierdas que no necesitamos a gente demasiado endeudada… Y nada de eso cambiará.

    1. Gran análisis, y acertado a tope. Coincido hasta la última letra…
      Alguien hizo un análisis semejante del sistema capitalista y la sociedad de consumo: producir cosas y comprarlas, que en realidad no necesitamos (gran parte de ellas).

    2. Sí, es como si se hubiera levantado la tapa y ahora viéramos lo que había debajo.
      Tampoco confío mucho en que vayamos a cambiar porque en cuanto nos dejan volvemos a lo mismo.

      Gracias, Beauseant 🙂

      1. Gracias, whatgoesaround, como dice eva, hemos visto lo que había detrás del decorado y, lo peor, es que nos da lo mismo, no pensamos bajar el pie del acelerador… Somos como esa sociedad que describían en «un mundo feliz»…

  11. Hola Paloma:
    Como te dije tus entradas me llegan a mi correo porque sigo subscrita a tu blog y leo tus maravillosos escritos. No suelo entrar ni a comentar ni a leer nada, pero hoy me has tocado la fibra. He sentido intensamente lo que describes. Aquí donde yo vivo se ve lo mismo pero en chiquitito lo cual es mucho «menos peligroso».
    Lo que cuentas duele, por lo menos a mí. Veo un mundo de gente individualista, poco educada o nada, aunque no es su culpa, la educación llevan tiempo cargándosela. Creo que es muy triste lo que está pasando no tanto por el virus, que también , si no porque está dejando al descubierto muchas cosas y también a cada uno cómo somos para bien y para mal.
    Yo no soporto a los Bolsonaro y compañía que piensan que esto hay que tomárselo a la ligera y que no es para tanto. Es para mucho, para muchísimo, porque no es solo que esté gente, es que hay gente que va a pasar mucha hambre… El otro día una alumna de Madrid me dijo: de algo nos tenemos que morir, que se muera quien se tenga que morir.» A mí esto me parece una aberración y le hubiera dicho: A ver qué dices si se mueren tus hijas….
    Esto está sacando lo peor de muchos de nosotros, yo a veces me pongo muy agresiva aunque tiendo a controlarlo rápido.
    El que le quita importancia a esto es tan lerdo como el que teniendo una depresión o crisis personal piensa que no debe pasarlo mal porque otros tienen catástrofes mayores. Aunque, no , me he expresado mal, no son lerdos, son gente nada empática ni consigo mismo ni con los demás. No se puede comparar el dolor de una persona que se suicida por no tener trabajo, con el dolor de un enfermo o con alguien que ha perdido a un familiar, todo es DOLOR y cada uno lo gestiona como puede y lo siente en mayor o menor medida.
    Hay actitudes que me pueden, Paloma… No entiendo nada…
    Suerte, guapa y cuídate muchísimo.
    Besos.
    Celia

    1. Hola, Celia.
      Cuánto tiempo sin un comentario tuyo!!
      Como he dicho en otras respuestas no trato de analizar la situación ni de hacer juicios ni siquiera de opinar.
      Solo he descrito lo que veo.
      Sé que esta pandemia nos está volviendo a todos un poco locos. Como es lógico veo comportamientos o actitudes que no me gustan nada pero también entiendo que la gente tiene que vivir y que se cansan porque es largo y muy duro. Me dan pena los jóvenes y los viejos y los niños y los de mediana edad. Es triste y difícil para todos.
      Tampoco ayuda mucho ver la ineptitud política y no me refiero en concreto a ningún partido.
      Por supuesto que hay que ser responsables y solidarios y no pensar solo en uno mismo.
      En cuanto al dolor pienso como tú, para cada uno el suyo es el más importante. Si estás mal y te dicen que otros están peor eso no te ayuda mucho. Como se suele decir, «en este hospital a cada uno le duele su mal».
      Suerte también para ti y mucho ánimo.
      Besos

  12. Pues así estamos, pandémicos de los nervios. En este lugar, que casi es un despoblado, son el viento y silencio los que ocupan la calles hasta que uno de ellos musita. Oye tío creo que tengo fiebre, es el silencio que habla sólo por protagonizar un momento y se queja de la compañía de Soledad. Otro virus, el del abandono y el desarraigo. Que triste parece que el miedo llegue donde no alcanza el silencio. Un besazo.

    1. La expresión, «pandémico de los nervios» es muy buena, te la voy a pedir prestada.
      El silencio y la soledad pueden ser un lujo pero también una condena. En el término medio, como siempre, está lo bueno. O en ir alternando.
      Un beso, Carlos.

  13. Leo tu entrada después de que anuncien las nuevas medidas de confinamiento para Madrid. Una amiga francesa me acaba de decir que está dando clases casi con normalidad en la Universidad, a unos 45 alumnos, todos pegados (con sus mascarillas, eso sí). Y me cuentan que en Suiza (donde viven algunos familiares) todo es más relajado, incluso con las mascarillas ¿Qué nos está pasando en España? ¿Es que somos el botellón de Europa? ¿Tenemos a los peores dirigentes que puede haber? ¿Somos unos irresponsables? ¿Nos besamos y abrazamos más que nadie? ¿Utilizan los medios de comunicación la pandemia de manera sensacionalista, al igual que se hace con los asesinatos truculentos? La imagen que has puesto al final me parece desoladora, me ha recordado a aquellos patios de colegio franquistas, cuando los niños salían a hacer gimnasia, todos perfectamente militarizados. Saludos, Evavill.

    1. Yo tampoco lo entiendo.
      Supongo que un poco de todo lo que dices habrá influido para que estemos a la cabeza y con diferencia.
      Los patios del colegio normales son caóticos, este tan ordenado da repelús.
      Saludos, Raúl.

  14. Lo que me gusta de tu relato, y deduzco que es basado en hechos reales, es que te siento como una observadora que no juzga, sino que contempla y cuenta sin miramientos lo que ocurre, más allá de lo que piensa de la pandemia. Es algo que casi no he visto, así que se me hace interesante. Espero poder expresar bien a lo que me refiero.

    En lo personal nunca me han gustado las aglomeraciones, detesto los cúmulos de gente casi que al borde de la fobia social. Por eso, en general, toda mi vida he procurado no ir donde «todosdios». Odio sentir que en una fila me respiran en la nuca, como si alguien fuese capaz de colarse y caber entre los -con suerte- 10 centímetros que nos separan. Es algo que me desesperaba antes, ahora y siempre, más allá del covid.

    Ahora, es curioso esto, puesto que por un lado se exagera y por el otro si minimiza lo que ocurre. No tomaré bandos, sólo sé que creo que hacía falta tomar algo de consciencia higiénica.

    Me dio gusto leerte.

  15. Sí, Kadannek, te has expresado muy bien y además era justo esa mi intención. Contar lo que he visto y oído pero sin juzgarlo.
    A mí me pasa igual que a ti, nunca me ha gustado aglomerarme, así que en ese sentido no he tenido que hacer ningún esfuerzo.
    Y también coincido en tu último apunte, ni minimizar ni caer en lo tremendo.
    Muchas gracias por leer y comentar!! :))

  16. Me enviaron ayer una foto del patio de un colegio, parecida a la que muestras, pero también se veía la puerta por donde iban a salir los niños. En esa puerta se ve a los padres, a los adultos apelotonados y sin guardar distancias… está claro que no hemos hecho bien las cosas.
    Tu barrio, el mío… nuestro barrio.
    Se presenta un otoño complejo y complicado.
    Besos, Paloma

    1. Veo esa misma escena a diario. Curioso.

      Entre políticos incompetentes y ciudadanos a su bola ya la tenemos liada otra vez. No escarmentamos.

      Besos, Maite.
      Espero que tu otoño sea tranquilo y sin sobresaltos.

      1. Ayer vi mucha gente por la calle,las terrazas llenas,el césped del Retiro con muchos grupos…sin distancias,sin mascarillas,etc…luego fui al Prado (huyendo de la reslidad) : no había nadie.
        Contraste.

        Entre los que nos tienen en sus manos y los descerebrados que pasan de todo…ya ves cómo estamos…menudo panorama nos espera.

        Como usuaria habitual de la sanidad desde hace cuatro años…antes de que llegara el maldito virus ya me había dado cuenta de que la leyenda de “la mejor sanidad” era eso : una leyenda.Faltaban medios,personal e inversión en investigación.Y ahora todo eso ha quedado al descubierto.

        No sé a quién o a qué nos podemos encomendar…de momento pinta mal el asunto…

      2. Lo que está pasando en Madrid es un sinsentido. La verdad, da miedo, tristeza y rabia. Todo junto.
        En cuanto a la Sanidad, yo tanto como la mejor del mundo no pensaba pero tampoco creía que tan mal como se está viendo. Tanto recortar…pues eso.
        Ahora en vez de médicos, policía «apatrullando la ciudá». Lo llevamos claro.

        Besos, Carmen (qué bien lo del Prado! )

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