Ayer, después de leer un rato poemas bastante siniestros desde mi punto de vista y verdaderas maravillas desde el punto de vista de la doña Marga fuimos al hospital.
Nos llevó la doña Repolluda en su coche, iba todo el camino lanzando suspiros y soltando ay señor, señor, qué pena. Qué vida esta, por lo que tenemos que pasar…digo yo que podía haber puesto un poco de música de la radio para animar el trayecto porque, vamos, ni en un coche mortuorio.
La doña Marga no le hacía mucho caso, iba muy seria embutida en su disfraz de ancianita respetable y de vez en cuando me decía por lo bajo, qué pesadita es la pobre, y se encogía de hombros como queriendo expresar que no tenía remedio y que mejor era dejarla.
Me impresionó mucho ver al don Margarito, ha adelgazado tanto que apenas se lo reconoce, le asomaba por debajo de las sábanas una pierna como un palo, llevaba metidos por la nariz unos tubitos de goma para el oxígeno y pinchado en el brazo otro tubo muy largo conectado a una bolsa transparente. En ningún momento abrió los ojos. Creo que se está muriendo pero como no he visto morirse a nadie no estoy segura. Respiraba mal y eso dice la doña Repolluda que son los estertores.
No sé exactamente por qué, pero cuando dijo esa última palabra las piernas me empezaron a temblar y me tuve que sentar en un silla, también me entraron ganas de vomitar y me sentí igual de mal que cuando era pequeña y tenía gastroenteritis.
Resulta que soy una cobarde, nunca he visto morirse a nadie, ni siquiera he visto a nadie muerto, sólo a un perro que tuvimos antes que al Pancho. Le atropelló un coche. Tuvieron que darme una pastilla para dormir y me pasé una semana llorando. Pero entonces era una niña, se me podía disculpar.
Pensaba que iba a poder ayudar a la doña Marga a pasar el mal momento, pero más que una ayuda he sido un incordio. Casi que ha sido ella la que me ha apoyado a mí. Vete a casa tranquila, Eva, me ha dicho, a mí la muerte ya no me impresiona. Y se quedó tan serena cogiendo de la mano al don Margarito.
Ay señor, señor, qué cruces nos mandas, pero hágase tu voluntad, seguía la otra perorando cuando salí escopetada de ese cuarto. Me sentí muy rastrera al llegar a la calle, muy esquirola y al mismo tiempo muy aliviada de ver el cielo azul y cada cosa en su sito, sin estertores.
Pero eso es porque soy una cobarde, ahora ya lo sé. Y algo tendré que hacer para remediarlo.
Yo he visto bastantes y no te acostumbras nunca, y no eres cobarde simplemente te impresiona, la cobardía no se mide por sentirte mal ante algo sino como puedes responder en momentos de verdadera necesidad, un cadáver no es algo que necesite valentía, ya no se va a mover.
Yo quería ser valiente pero mi cuerpo no me acompañaba en esa intención. Gracias, Besta.
Fíjate cómo estoy de obsesionado que debajo del coche vi a Poncho y no a Pancho…
Jajaja, bueno es que solo hay una letra de diferencia. De todas maneras veo que me voy a tener que cargar a la Poncho para que te quedes tranquilo. Pero todavía no.
es posible que si no te hiciste fuerte fue porque no hizo falta, en cuanto a esa sensación de salir por fin de una situación así, sentirte culpable por haber salido, y al mismo tiempo aliviada, me resulta familiar.
Lo tendré que volver a intentar porque me he quedado con mala sensación
ánimo
No eres cobarde, es lo normal.
Dejémoslo en cagueta, pero gracias, Chus
Cuando uno se ve en ciertas situaciones, se viene arriba y hace lo que tiene que hacer, créeme.
Te creo
No se por qué esa costumbre de exhibir a los pobres difuntos. Creo que nunca he visto uno, una monja embalsamada en una iglesia creo que no cuenta. En una ocasión en un velatorio, un amigo me preguntó si quería ver a su abuela que descansaba en el ataúd y no tuve narices.
Solo la necesidad te hace reaccionar, eso es lo que quiero pensar.
Pero el don Margarito todavía no es difunto, solo se acerca. En mi colegio también nos llevaron un día de excursión a ver a una monja embalsamada pero yo cerré los ojos.
Si es verdad, pobre hombre, lo he matado antes de tiempo.
La muerte siempre impresiona, Eva. Y que no te impresione no significa que seas más o menos valiente.
Yo cuando alguien “amablemente” me invita a ver a “su difunto” siempre declino tan amable invitación.
Besetes, mi niña.
Supongo que a todo se acostumbra uno. Si estás familiarizado con el fenómeno del morir impresiona menos que si es la primera vez que te enfrentas a eso. Agradable no es. Muchos besos, María.
No te sientas culpable, Eva. La culpabilidad enferma. ¿Qué te impresiona la cercanía de la muerte? Pues, así eres tu. A todos algo nos asusta y por eso no somos culpables. Es solo eso: susto, miedo, temor. No pasa nada, amiga. Un abrazo bien fuerte desde el más allá… al otro lado del océano… en América.
Siempre me consuelas y me apoyas, Melba, eres un cielo con todas sus estrellas puestas.
Nada, para eso son las amigas, aunque estén un poquito lejos. ¡Gracias a Dios por la internet y por WordPress!
No todo el mundo está hecho para ver enfermedad y muerte. A mí también se me pone muy mal cuerpo. Sobre todo con la enfermedad y los hospitales. No sé si seré cobarde por ello pero es superior a mis fuerzas. Besotes y ánimo para Doña Marga.
Yo desde luego no podría ser médico ni enfermera aunque admiro mucho su labor. Le mando los ánimos de tu parte.
No deberías sentirte culpable, ni cobarde. Creo que ya has comprobado que es lo habitual, a no ser que seas un asesino. Todos tendemos a huir de la muerte. Si alguien viniera y nos dijera: “No hay nada de que preocuparse. Por este lado lo pasamos bien”, quizá nos acojonaría un poco menos, pero el no saber…
Es verdad, es el desconocimiento y que el paso de un lado a otro no es muy agradable. Por lo menos lo que yo he visto. Un beso, Henar.
Yo soy cobarde por voluntad propia..procuro no ir a funerales. Si voy, nunca entro a donde tienen al fallecido. Desde luego nunca miro ni a la caja,menos a la persona. Ya se que a nadie le gustan esos sitios pero lo mío es aprensión. Tengo grabada en la memoria la imagen de mi abuelo en el velatorio en casa con la caja abierta..y es algo que preferiría que no me hubiesen enseñado con 8 años.
También son ganas de impresionar a una niña. Me gusta mucho el nuevo dibujo que te representa.
Muchas gracias Eva 😉
PUES , ME ENCANTAN TUS HISTORIAS EVA, MUCHAS GRACIAS POR CONTARNOSLAS
A ti por leerlas 🙂
Y perdona las mayusculas, es que hoy estoy un poco carroza….kakakaka
No importa, con mayúsculas se ve mejor. Besos, Edda.
Yo creo que es más cobarde aquel que se confirma fuerte ante cualquier situación. Yo creo que eres valiente al “confesar” tus emociones y temores.
Gracias, Natalia. No lo tengo tan claro pero te agradezco el comentario. Un beso.
Yo tambien soy una cobarde para ese tema, muy cobarde. Un besazo!
Me consuela saberlo
El ser cobarde es el estado natural de los animales (y de las personas). El signo de la cobardía es la huida, todos los animales lo manifiestan. Entre las personas se ha fomentado la valentía (quizás por eso de tener buenos soldados) pero, hazme caso, es una cosa de la que no se debería hacer virtud. La valentía nos lleva a poner, de una manera u otra, en riesgo nuestra vida.
La gente inteligente, que ha comprendido esto, llama a la cobardía (palabra muy desacreditada) prudencia. Así, siéndolo y reconociéndolo, no pasan por cobardes.
Bueno, entonces diré que soy prudente