Hay tardes de domingo que no saben ser más que tardes de domingo.
Envueltas en su piel dominical exhiben su cielo nublado y sus patios silenciosos, los periódicos del domingo desparramados sobre una mesa con las noticias echándose la siesta.
Y si se despega esa piel despacio para ver qué hay debajo lo que aparece es la piel exacta de otra tarde de domingo con su fútbol y su lavadora dando vueltas y la abuela tomando un poleo menta en la mecedora mientras las nubes pasan lentas, empachadas de domingo.
Hay tardes con incapacidad congénita para la variación y por mucho que se desempaqueten con ilusión esperando encontrar algo distinto debajo, a una capa sucede otra capa impregnada también del más tópico de los domingos.
Y sólo, a lo mejor, si se dice muchas veces su nombre o si se la observa muy de cerca, desmenuzándola, diviendo sus partes, puede que se anime a probar algo distinto, a dejar a un lado su soporífera esencia.
Pero es raro, porque esas tardes de domingo son muy obstinadas y vienen decididas a no salirse de sus marcos, firmes y bien delineadas sólo saben ser lo que son. No juegan, no se escurren, no se transforman. Tampoco hay que culparlas, es su naturaleza, no saben ni quieren ser nada más que tardes de domingo.
(Cuaderno de doña Marga)
El tiempo es circular los domingos por la tarde, tal vez para equilibrar el frenesí de la semana y los probables excesos de viernes y sábado por la noche, por ésto de la autoregulación de los sistemas.
Un cariñoso saludo de domingo, quizás también circular.
Es cierto, puede ser que esté recobrando fuerzas a base de girar para salir disparado hacia mañana. Otro brazo para tí, Bella.
Si lo piensas un poco, nunca ocurrió nada destacable un domingo por la tarde en la historia de la humanidad.
No, como mucho se preparaban para iniciar la hazaña el lunes.
Qué pereza…
Mucha
Yo tengo resaca a mi hoy no me pidas nada jajajajajjaa un abrazo,.
Eso también es muy de domingo 🙂
yo me estoy pasando últimamente tengo que frenar, en serio.
Pues has hecho poesía de una dominguera tarde.
Dominguera ella también 🙂
Y bienvenidas sean….que tras el domimgo, viene el lunes, el martes
…….y la vida!!!
Un chute de optimismo que me acabas de envíar, Natalia.
Los domingos por la tarde suelen repetir todos el mismo patrón. Como encima llueva, ya olvídate. Jajajaja. Besotes!!!
Y tanto, si le añades lluvia ya date por perdido. Saludos, Álter
¡Precioso, doña Marga! 🙂
Gracias, Martes cuentística. 🙂
😀 😀 😀 Pero que conste que mis comentarios no son un cuento. ¡Un abrazo, Eva!
Jajaja, claro que no.
🙂
Me encante! Bravo por Doña Marga
Yo tuve un hermoso domingo ayer
Funcion en La Platra
muchas risas! pero Doña Marga tiene razon
Reírse es lo más sano y mejor del mundo, en cualquier día de la semana, así que me alegro mucho por ti. Y me picó la curiosidad: Edda, ¿eres la actriz que creo que eres?
La Plata, capi de la provincia de Buenos Aires, Argentina
Si, soy yo, Eva. Me gustaria saber mas de ti, a ver.los humoristas tenemos que conocernos te paso mi mail: eddalegria3@gmail.com
Tienes mucha razón, los domingos solo saben ser domingos. Yo siempre hago cosas de domingo, o sea, nada, a excepción de pasear al perro, que ese no entiende de días de la semana.
Claro, Pincher no tiene la culpa de que sea domingo
Eso son muchas tardes de domingo, melancólicas, quietas e impregnada de una cierta tristeza por el inminente lunes. Un abrazo desde otra tarde de domingo
Otro para ti , aunque mañana es otra vez «domingo».
tardes para leerte Eva 🙂
Y yo que te lo agradezco tantísimo 🙂
Siempre he asociado las tardes de domingo con el dolor en las espinillas que sentía de pequeño y el temor gris en la mente de que llegara el lunes (y todos los deberes sin hacer).
Lo del dolor de espinillas, ¿por qué?, lo del temor gris al lunes sí lo entiendo
Eran dolores en la pantorrillas, por la parte de delante. Siempre me ocurría en los domingos por la tarde. Se conoce que pasaba los sábados y las mañanas de los domingos como un potro, corriendo como si esas horas fuesen eternas.
Es hermoso volver a leerte cinco años despues….
Y lo que me alegra a mí que lo hagas